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¿Cuándo dijo la verdad Escrivá, el jueves o el viernes?: tres malas noticias para los 'boomers'

La reforma de las pensiones la pagarán, entre otros, los nacidos entre 1960 y 1980 con más impuestos o recortes en las prestaciones (o con los dos).

La reforma de las pensiones la pagarán, entre otros, los nacidos entre 1960 y 1980 con más impuestos o recortes en las prestaciones (o con los dos).
El ministro de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones, José Luis Escrivá, interviene en un encuentro organizado, este lunes, por Nueva Economía Forum en Madrid. | EFE

José Luis Escrivá, ministro de Seguridad Social, este jueves: "[Los baby-boomers podrán] elegir entre varias opciones: una puede ser un pequeño ajuste en su pensión, que sería muy moderado, o alternativamente podrían trabajar un poco más"

José Luis Escrivá, ministro de Seguridad Social, este viernes: "Tengo que reconocer que ayer no tuve mi mejor día y no transmití esa certidumbre sobre algo que todavía está por definir. Probablemente se me entendió mal, eran reflexiones en voz alta".

Y los baby-boomers, temblando y pensando qué significa "moderado" o "trabajar un poco más". ¿Quiénes son los integrantes de este colectivo? Es un término impreciso, pero en España hablaríamos sobre todo de los nacidos desde finales de la década de los 50 (a partir de los años 1958-59 aproximadamente) y comienzos de los 80 (un momento en el que ya estaban cayendo a plomo las tasas de natalidad y fecundidad). Si lo vemos en función del momento de su jubilación, los que se retirarán entre 2025 y 2050 aproximadamente.

En nuestro país no es muy habitual que un ministro pida perdón por sus palabras. Aunque tampoco está claro si Escrivá lo hace por el motivo correcto (se ha equivocado) o por el contrario (ha dicho una verdad incómoda, que molesta al colectivo de votantes más numeroso, y en Moncloa le han obligado a rectificar). ¿Habrá recortes? Es más que previsible. ¿En la pensión mensual, en subida de impuestos o en la obligación de trabajar más años? Pues no es por ser agoreros... pero tiene pinta de que en los tres.

0. El punto de partida

Tomamos las cifras de gasto del Libro Amarillo de los Presupuestos Generales del Estado para 2021:

  • Pensiones contributivas (*): 143.046 millones
  • Otras transferencias corrientes (**): 24.296 millones
  • Gasto de personal, gasto corriente y otros: 4.514 millones
  • Pensiones de clases pasivas: 16.979 millones
  • (*) El gasto en pensiones contributivas incluye las prestaciones por jubilación, incapacidad, viudedad, orfandad y en favor de familiares
  • (**) El gasto de otras transferencias corrientes incluye numerosas partidas de muy variada naturaleza: pensiones no contributivas, incapacidad Temporal, paternidad y maternidad, Ingreso mínimo vital...

Como vemos, la suma del gasto total de la Seguridad Social y Clases Pasivas asciende a casi 189.000 millones de euros. Luego está la discusión sobre cómo se reparte ese gasto. Lo de los "gastos impropios" y la "separación de fuentes de financiación", que parece muy importante pero es un tema trivial. ¿Qué más da qué departamento pague cada partida y a quién se le impute el déficit? Todo lo abonan los mismos (los contribuyentes españoles) de una forma u otra.

Es verdad que hay partidas que podrían no estar ahí, como el Ingreso Mínimo Vital. Pero al final todo lo que aparece en el Presupuesto de la Seguridad Social es gasto al que se ha comprometido el Estado español y que no quiere recortar: podemos tirarnos dos meses discutiendo si los complementos a mínimos deben contar o no contar como gasto del sistema... pero es un debate bizantino, lo importante es si se va a mantener la prestación o no.

Enfrente, y sólo como herramienta comparativa, las cotizaciones sociales ascenderán, si se cumplen las previsiones de los PGE, a 125.144 millones (a lo que habría que sumar la pequeña cantidad que el Estado detrae de los sueldos de los funcionarios de clases pasivas). Es verdad que sin pandemia habría algo más de empleo y de ingresos por cotizaciones. Pero no nos hagamos trampas: el agujero sería enorme en cualquier caso. Incluso aunque sólo cojamos cotizaciones sociales y lo comparemos con el gasto en pensiones contributivas, las cuentas no salen.

La diferencia entre una y otra cifra se financiará con impuestos o con deuda. No hay otra.

1. Los escenarios

El primer escenario no es de futuro, sino de pasado. En 2014, la suma de gasto en "pensiones contributivas de la Seguridad Social" más la partida de "clases pasivas" ascendió a 124.535 millones (página 130 del Libro Amarillo de los PGE 2021); en 2021, los PGE estiman que esta suma ascenderá a 160.025 millones. O lo que es lo mismo, un 28,5% de incremento en siete años.

¿Qué pasará a futuro? Imposible saberlo. De hecho, ésta es una de las razones por las que es tan complicado reformar las pensiones. ¿Es 100% seguro que la diferencia entre ingresos y gastos seguirá creciendo año a año? No tendría por qué: podemos imaginar escenarios muy optimistas (creación récord de empleo, tasa de paro en niveles alemanes, productividad disparada, llegada de trabajadores extranjeros de elevada formación...).

¿Podría darse una situación a la griega? Pues también: mercado laboral disfuncional, los países de nuestro entorno nos ganan en la competencia por esos empleos de alta remuneración, productividad estancada, crisis de deuda pública...

Quien quiera plantear su "elige tu propia aventura" en las pensiones puede usar la calculadora que la AIReF tiene en su web, con numerosas variables y posibilidades (escenario optimista, pesimista y neutro en demografía, productividad, cambios legislativos, etc.)

Nosotros planteamos el siguiente: en 2019, el gasto en pensiones contributivas (sin clases pasivas y otras partidas no contributivas) ascendía al 10,9% del PIB. Incluimos los siguientes supuestos en esta calculadora de la AIReF: (1) Incremento en la edad efectiva de jubilación a 66 años en 2050; (2) Pensiones que crecen al mismo ritmo que la inflación; (3) Escenario demográfico y macroeconómico "central". Con este planteamiento, el gasto en pensiones contributivas se incrementará hasta el 13,4% del PIB para ese año 2050 y la Tasa de Cobertura (relación pensión media / salario medio) caerá del 59,4% al 54,9%. Eso último es importante: incluso aunque en teoría las pensiones del futuro deberían ser más elevadas, porque las carreras laborales son más largas y las cotizaciones son más elevadas que las de muchos pensionistas actuales, la tasa de cobertura caerá porque las reglas de acceso al sistema de los que se jubilen a partir de ahora serán más duras que las que sus padres enfrentaron.

Primera mala noticia para los baby-boomers: ese incremento del gasto lo pagarán ellos con más impuestos o con recortes en las pensiones. No sólo ellos, eso es cierto: las generaciones posteriores también tendrán que soportar impuestos más elevados para pagar la factura de las pensiones de sus mayores. Pero todas las soluciones que hay encima de la mesa impactan directamente sobre los nacidos entre 1960 y 1980 de una forma u otra: retrasar la edad de jubilación, penalizar las jubilaciones anticipadas, factor de equidad generacional, aumento del período de cálculo, destope de las cotizaciones, etc.

Incluso las soluciones técnicas (separación de fuentes de financiación) las soportarán los boomers. Porque a ver, si no, quiénes serán los contribuyentes de más ingresos desde ahora hasta 2040-45... Y sí, serán estos contribuyentes los que financiarán el trilerismo presupuestario, aunque lo hagan vía IRPF o IVA.

2. Demografía

La segunda mala noticia es que no hay mucho que hacer. Que la reforma de las pensiones es inevitable y que los recortes llegarán de una forma u otra. O pensiones más bajas o impuestos más altos o más años trabajando o una mezcla de todas ellas.

Decíamos antes que en el futuro no hay nada escrito. Y en economía, menos. Pero si hablamos de demografía... quizás sea el único campo en el que algunas variables sí pueden anticiparse con algo más de certidumbre.

  1. Nacimientos en España entre 1960 y 1979: 13.318.221
  2. Nacimientos en España entre 1990 y 2009: 8.366.509 (casi un 40% menos)

Los que se retiren a partir de 2025-27 serán muchos más que los que les sucedan en el mercado laboral. No sólo eso: además, sus carreras laborales han sido largas, sus cotizaciones elevadas y sus derechos teóricos están en consonancia a esas carreras y cotizaciones.

¿Inmigrantes? Sí, podría ser. ¿De qué tipo: alta cualificación, sin ninguna formación...? No lo sabemos, aunque no son los que han llegado a España en las últimas décadas. ¿Cuántos? El ministro Escrivá decía, cuando era presidente de la AIReF, que unos 10 millones de aquí a mitad de siglo. ¿Podemos absorberlos? ¿En qué tipo de empleos? ¿Serán 10 millones o se quedarán en 5? ¿Y si son 15?

Por eso es por lo que decíamos antes que es casi inevitable un recorte. Con este escenario demográfico, el gasto en pensiones sobre el PIB sólo puede apuntar hacia arriba. O reducimos las prestaciones prometidas (recorte tipo 1) o subimos mucho los impuestos (recorte tipo 2). ¿Quién paga en cada caso? Pues depende: alguien nacido en el año 60, que quiera retirarse en 2027, preferirá la opción 2 porque le afecta menos; enfrente, el que nació en 1980 y ya asume que se jubilará en 2050, quizás opte por una solución más equilibrada.

Y eso que nosotros tampoco metemos en los cálculos de este artículo el elefante en la habitación al que nadie señala pero que cada día ocupa más espacio: el incremento en el gasto sanitario derivado de una población cada vez más envejecida.

3. Soluciones

La tercera mala noticia para los boomers tiene que ver con las soluciones. Por un lado porque, como hemos visto, no hay ninguna buena, todas implican recortes de una forma u otra. Por el otro, porque por ahora lo único que se ha aprobado es lo fácil y lo que les perjudica: ligar las actuales pensiones al IPC y, por lo tanto, consolidar año tras año las subidas de gasto en esta partida sea cual sea la situación de las cuentas públicas. Eso quiere decir que no habrá ningún tipo de ajuste o sacrificio para los ya jubilados, aunque sea menor.

También se ha aprobado endurecer las condiciones de las jubilaciones anticipadas. Y el ministro lo vendió el jueves como la contrapartida al recorte en la pensión mensual. Pero no lo es. O no del todo. Que nos obliguen a jubilarnos más tarde o nos castiguen más por jubilarnos antes también es un recorte. Y uno que penaliza especialmente a los que tienen carreras de cotización más largas y bases de cotización más elevadas. Como ya explicamos en su momento, la reforma que implica que el recorte por jubilación anticipada se calcule sobre la pensión y no sobre la base es un palo enorme a los que más han trabajado y cotizado.

Para la segunda fase de la negociación quedan los puntos más complicados:

  • Subida de las cotizaciones de los autónomos (recorte tipo 2: subida de impuestos)

  • Ampliación del período de cálculo y otras medidas que supongan un endurecimiento de las reglas de acceso al sistema (recorte tipo 1: prestación menor a la prometida)

  • Destope de las cotizaciones (recorte tipo 2, aunque también tiene elementos del tipo 1). Esto, además, irá unido al proceso ya en marcha de "reforma silenciosa", que iguala año a año las máximas y las mínimas, haciendo que el premio por cotizar sea cada vez menor.

  • Factor de equidad que sustituya al Factor de Sostenibilidad (recorte tipo 1)

  • Planes de ahorro de empresa: esto no es un recorte, pero ¿cómo se paga? ¿Menos sueldo neto? ¿Más cotizaciones sociales? ¿Reducción de los ingresos de la Seguridad Social y más déficit público?

¿Logrará el Gobierno el consenso para todos ellos? Pues, ahora mismo, se antoja complicado. De hecho, lo ocurrido entre el jueves y el viernes parece un anticipo de lo que vendrá. Escrivá dijo una obviedad (que los baby-boomers tendrán que sufrir recortes de una forma u otra) y la dijo con todos los matices posibles. Pues bien, en menos de 24 horas tuvo que salir a decir que lo que todos sabemos que ocurrirá... no ocurrirá.

¿Quiere eso decir que si no hay consenso no habrá reforma de las pensiones? No. Las dos últimas se aprobaron sin consenso y en solitario por el Gobierno de turno (PSOE en 2011 y PP en 2013). Y en los dos casos, muy presionados por Bruselas.

¿Si no hay reformas no habrá recortes? Tampoco. No habría recortes ahora. Pero los habría en el futuro: (1) Más impuestos porque el gasto se dispararía; (2) Recortes en otras partidas porque el presupuesto da para lo que da y si las pensiones se llevan un porcentaje más alto, habrá que reducir otras líneas; (3) Recortes a la griega, de un día para otro y mucho más contundentes, cuando llegue la próxima crisis de deuda.

O una combinación de los tres.

Por ahora, lo que hay es miedo a plantear la realidad. Si un ministro que habla de "recortes muy moderados o trabajar un poco más" tiene que rectificar en menos de 24 horas... qué se puede decir sobre este tema. Porque Escrivá ha dado la versión optimista. Incluso muy optimista. De hecho, es lo que le han criticado en ocasiones, que sus propuestas no contemplen la posibilidad de que se llegue a un escenario más complicado. Dicen que en otoño llegará la segunda fase de la negociación. Mientras tanto, todos a tranquilizar a los baby-boomers y a sus hijos, no sea que alguno piense que se tendrá que jubilar más tarde y que cobrará algo menos. ¿Que eso ya lo sabe/intuye el 90% de los españoles? Sí, pero no se puede decir en alto.

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