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José María Rotellar

Los precios se descontrolan y la estanflación se acerca

La inflación puede terminar en la espiral precios-salarios peligrosísima para la economía.

La inflación puede terminar en la espiral precios-salarios peligrosísima para la economía.
Supermercado Al Campo. | Alamy

Hemos conocido el indicador adelantado del IPC de febrero, que incrementa su tasa interanual en 1,3 puntos respecto a la de enero y se sitúa en el 7,4% -con impacto importante en ella de los precios de la energía-, con una inflación subyacente -que excluye los alimentos no elaborados y el componente energético- que se incrementa seis décimas, hasta el 3%. La tasa mensual del índice general de precios sube también de manera importante, nada menos que 1 punto, hasta el 0,6%. Los precios están descontrolados: la tendencia alcista es constante y su crecimiento exponencial.

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Así, desde noviembre del año pasado se está produciendo una escalada de la tasa anual de inflación, subiendo desde el -0,8% interanual de noviembre de 2020 hasta el 7,4% de este mes de febrero, con un pequeño respiro que reflejó el índice en febrero de 2021, donde se aplanó ese mes para crecer, al mes siguiente, 1,2 puntos, para continuar incrementándose en los meses restantes, con un ligero descenso en enero de este año, que ahora rebota con fuerza.

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Es, así, la tasa más alta desde julio de 1989, hace más de treinta años. Sin duda, como decíamos, los precios de la energía son responsables de una parte importante del ascenso de los precios, pero esta subida se está dando ya de manera generalizada en todos los productos, como muestra el aumento de la inflación subyacente - que excluye los alimentos no elaborados y el componente energético: si en agosto crecía una décima, en septiembre crece otras tres, en octubre lo hacía en cuatro décimas, en noviembre otras tres, ahora lo hace en seis décimas, hasta el 3%.

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Esta subida supone un incremento del 25% de la tasa interanual en este mes, que, desgraciadamente, confirma la repercusión que el incremento energético está teniendo en toda la cadena de valor y que crece más deprisa, incluso, que el índice general, que muestra que la subida de precios ya se está trasladando al conjunto de la economía.

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De hecho, al analizar la subyacente desde hace un año, vemos cómo se corrobora el alza generalizada de precios sin el impacto de alimentos no elaborados ni de los precios de la energía. Si en abril la tasa interanual de la subyacente era 0%, ahora es 3 puntos superior, con un 3%, con repunte intenso desde julio. Por tanto, no se trata sólo del terrible incremento del precio de la energía que en cerca del 50% se debe a costes regulados e intervenidos, no al mercado, sino que empieza a haber una presión inflacionista generalizada.

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El impacto de la presión de precios en todo el proceso productivo ya se está viendo, como digo, pues el índice general aumenta rápida y fuertemente, por la subida de los costes energéticos, como la electricidad y el petróleo, pero también sube ya con fuerza y de manera constante la inflación subyacente, que excluye los productos energéticos y alimentos no elaborados, como hemos dicho antes, de manera que el mal que supone la inflación ya se está extendiendo, espoleado, además, por el aumento del precio del transporte en contenedores o la crisis de escasez de semiconductores, por poner dos ejemplos que elevan los precios.

No hay más que ver la variación "year to date" de muchas materias primas, recursos y productos para darnos cuenta de ello, con subidas de entre el 25% y el 100%, que ya se nota en la cesta de la compra, y más que se notará, tal y como dice el Banco de España, que señala que un 60% de las empresas subirán precios en 2022. Todo ello, en medio de un crecimiento que se ha desacelerado mucho y que el crecimiento del precio del crudo ralentizará más

La inflación es un cáncer para la actividad económica, pues introduce un elemento que no aporta nada positivo, al encarecerla, la hace menos competitiva y puede crear un círculo vicioso que lastre el desarrollo económico durante tiempo.

La inflación es un fenómeno monetario, y si sube se debe a que se financian con más masa monetaria los cuellos de botella y se introducen rigideces artificiales en los mercados, porque, de no ser así, cuando los precios subiesen en un sector o actividad, bajarían en otros mercados, pero el intervencionismo lo impide. La Fed ya va a comenzar a retirar liquidez, con tres subidas de tipos anunciadas para este año; el Banco de Inglaterra ya ha subido este año en dos ocasiones veinticinco puntos básicos, pero el Banco Central Europeo insiste en no tomar, de momento, medidas que muestren una firme determinación para frenar la subida de precios.

Se hace imprescindible seguir de cerca la inflación, no olvidarnos de que es el objetivo único del BCE, y combatirla, evitando que el alza del corto plazo pueda consolidarse en el medio y largo plazo, porque, de volverse estructural, nos encontraremos entonces con un problema adicional a la ya incierta situación económica que vivimos. Hay que hacerlo con prudencia, para no generar un colapso económico después de haber inundado el mercado de liquidez -es lo que tiene el haber aplicado durante una década una política monetaria tan laxa-, pero hay que ir haciéndolo, o las consecuencias serán mucho peores.

La inflación puede perjudicar al valor real de los activos; perjudica al poder adquisitivo; fomenta un mayor endeudamiento -por valer, en términos reales, menos, las deudas-; por otra parte, perjudica a los presupuestos públicos que refinancian la deuda de manera constante, camino, en la práctica, de deuda perpetua, al poder sufrir incremento en el coste de dicha refinanciación si suben los tipos de interés para poder controlar esa subida de precios; y supone una mayor presión tributaria para los agentes económicos, ya que, al subir los precios, la base sobre la que se aplican los impuestos es mayor.

Todo ello, además, puede terminar en la espiral precios-salarios peligrosísima para la economía y al empujar hacia una subida de tipos provocará un impacto importante en los sujetos económicos con préstamos a tipo variable. La inflación ha regresado, con elevado riesgo de que se convierta en permanente, y lo que hay que intentar es volver a disminuirla y evitar que terminemos, de nuevo, con aumento de precios, nulo crecimiento y elevado desempleo, que no sería otra cosa más que la estanflación.

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