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Rafael Pampillón: "El momento económico es muy delicado y Sánchez está contra las cuerdas"

El destacado profesor de economía del Instituto de Empresa presenta su nuevo libro en una entrevista exclusiva con Libre Mercado.

El destacado profesor de economía del Instituto de Empresa presenta su nuevo libro en una entrevista exclusiva con Libre Mercado.
LD entrevista al destacado profesor del IE | IEE

El pontevedrés Rafael Pampillón es MBA por el IESE y Doctor en Economía por la Universidad de Barcelona. A lo largo de su dilatada carrera ha publicado más de un centenar de artículos en revistas académicas. Desde hace más de veinte años, imparte docencia en el prestigioso Instituto de Empresa, donde está considerado uno de sus profesores más destacados. Libre Mercado se ha entrevistado con él con motivo de su último libro, "Cuando los votantes pierden la paciencia" (McGraw-Hill, 2022).

Cuando los votantes pierden la paciencia… ¿fuerzan un cambio económico?

Sí, pero eso requiere de un sistema democrático, que permita generar el cambio político, y también exige un liderazgo alternativo, que proponga políticas diferentes y soluciones nuevas. A veces los cambios pueden darse incluso dentro de un régimen autoritario, lo vimos por ejemplo en China, bajo el liderazgo de Deng Xiaoping, que levanta la bandera de la libertad económica e introduce reformas aperturistas. Tenía ejemplos muy positivos en Hong Kong, en Singapur, en Taiwán… y supo tomar nota del contexto externo e introducir un cambio total.

Las reformas no siempre son permanentes, a veces se quedan a medias.

En Argentina se hizo un giro muy importante en los años de Carlos Ménem, con el plan de convertibilidad que vinculó el peso al dólar, la privatización de empresas públicas, la apertura comercial, etc. Sin embargo, no se consolidaron las reformas, porque en cuanto llegó la hora de la verdad, volvieron las devaluaciones, volvieron los déficits públicos…

En Chile, en cambio, no había democracia, pero ocurrió todo lo contrario que en Argentina y durante cuarenta años hubo la misma política económica, con reformas que se consolidaron en el tiempo y arrojaron resultados muy positivos (aunque es cierto que bajo el nuevo liderazgo de Gabriel Boric la cosa pinta mal). Perú también tuvo cierto continuismo en su estrategia económica desde comienzos de los 90 hasta no hace mucho, pero también tiene un escenario político complejo desde el pasado año…

¿Y nosotros?

En España la década de los 70 fue una "década perdida". Los salarios estaban disparados y la espiral inflacionista era tremenda, de modo que se hizo preciso algún tipo de ajuste que llegó de forma parcial, mediante los Pactos de la Moncloa que se firmaron en plena Transición. Aquello no solucionó la cosa y no quedó otra que terminar evolucionando a políticas de oferta. Por eso los primeros años de gobierno del PSOE fueron más reformistas y por eso la época de Aznar permitió sacar adelante mejoras orientadas a ganar libertad económica.

No sé si los votantes han perdido la paciencia - pero desde luego que los camioneros no aguantan más.

Los sindicatos UGT y CCOO son la correa de transmisión en el mercado laboral de PSOE y Podemos. Como ambos partidos están en el gobierno, las centrales de trabajadores se están poniendo de perfil ante la situación actual. Es lo mismo que sucede con los movimientos obreros en Estados Unidos o Reino Unido, siempre sujetos a la situación política de los demócratas y los laboristas. De hecho, es curioso que hasta la ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, ha defendido a los camioneros con más fuerza que los sindicatos. En términos de mercado, la solución más lógica es que se legisle para retirarles cargas y que, al mismo tiempo, ellos suban sus precios. No queda otra.

¿Cómo definiría el actual momento económico?

Muy delicado. Por eso vimos la pasada semana que el presidente del gobierno se tuvo que levantar de la mesa en plena reunión del Consejo de Europa. Reconoció ante sus colegas que está con la soga al cuello. Y, en efecto, da la impresión de que el Ejecutivo está contra las cuerdas. Se juega muchísimo con el tema de la inflación, con la evolución de los precios de algo tan sensible para el español de a pie como es la factura de la luz… Por eso tensó la cuerda en Bruselas y ahora el tiempo dirá si su solución sirve de algo.

¿Cómo salimos de la situación actual?

A mí me parece que hay mucho gasto. Tenemos una enorme cantidad de organismos y entes que se pueden suprimir, también estructuras presupuestarias que no se han revisado en mucho tiempo… Y lo que plantea Alberto Núñez Feijóo es el regreso a ciertas medidas de control de gasto público, lo cual es necesario. Su perfil político puede ganar votos entre los electores de centro y eso abre dos posibles vías: la que prefieren en Europa, que sería una "gran coalición" a la alemana, o la que ya se ha venido ensayando en algunas autonomías, con pactos PP-Vox que primero fueron programáticos y ahora en Castilla y León son de coalición. Pero falta tiempo para las elecciones y lo importante ahora es que ese nuevo liderazgo articule un programa capaz de contener el gasto, aprobar una reforma fiscal y generar un entorno regulatorio más amable.

Usted es de Pontevedra, yo de Santiago. Ha mencionado a nuestro paisano Feijóo. Dígame una cosa: en su libro dice abiertamente que solo hay un cambio en el paradigma de política económica cuando emerge un liderazgo alternativo capaz de sacarlo a cabo, pero ¿es el actual presidente de la Xunta el hombre indicado?

Núñez Feijóo ha sido uno de los mejores gestores autonómicos de las últimas décadas, ha sido reelegido una y otra vez porque ha dado ejemplo de cómo se tienen que manejar las cuentas públicas, evitando los desórdenes que sí se han dado en otras comunidades. Ahora tiene que demostrar que puede devolver la toma de decisiones a nivel nacional a un paradigma de centro, que nos aleje de esta izquierda radical tan horrible que tenemos en España.

En clave de política económica, Feijóo fue cumplidor en materia de estabilidad presupuestaria, evitó las subidas fiscales y aplicó algunas rebajas... y ahora ha ofrecido a Sánchez los votos del PP para reducir el gasto público, lo cual creo que es un acierto.

En el libro explica que la mediocridad económica llega, a menudo, por la acumulación de desequilibrios: menos productividad, menos creación de empleo, etc. De ahí surgen las enfermedades que tanto daño nos hacen, como la del endeudamiento crónico.

El potencial de crecimiento económico de España se está reduciendo precisamente porque el aumento del gasto y del déficit genera una ralentización de la actividad y la producción. El peso del gasto público que tenemos ahora mismo en España es tremendo y, aún así, estamos en déficit. Hay que hacer un esfuerzo para equilibrar la situación, máxime ahora que el crecimiento está tan renqueante y seguimos muy lejos de los niveles de actividad previos a la pandemia.

Hábleme de la inflación. Alguno creía que eso era cosa del ayer y que las advertencias sobre la política del BCE eran demasiado alarmistas. Ahora ya vemos que la cosa es grave.

Se dice que es que la inflación "es de costes", "viene de fuera", "se explica por la guerra"… pero ante todo es un problema monetario. ¡Ya están tardando en subir los tipos de interés y en retirar la compra de activos! No podemos llegar al 15% de inflación, como ha hecho Turquía, porque eso te obliga a llevar los tipos de interés al 20%. Hay que frenar la escalada en el tamaño del balance del Banco Central Europeo, ya en Estados Unidos vemos que se están tomando medidas, de modo que no podemos quedarnos al margen de ese proceso.

¿Qué necesita España para volver a ser una economía que crece y genera riqueza?

Creo que es importante que se construyan consensos. Por ejemplo, no me gusta que la nueva reforma laboral restrinja algunos de los avances de la anterior, pero sí es bueno que se hayan mantenido los elementos centrales de lo aprobado en 2012. Eso es precisamente lo que hace falta en España: grandes acuerdos que permitan atajar los problemas pendientes y que ayuden a relanzar la situación económica. Esos pactos tienen que favorecer un ajuste hoy por hoy inaplazable, que es el del déficit público.

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