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Dan Mitchell: "Aplaudo a quienes se organizan para pagar menos impuestos"

Defiende el papel de los "paraísos fiscales", critica duramente el Impuesto sobre el Patrimonio y pone a Suiza como ejemplo a seguir.

Defiende el papel de los "paraísos fiscales", critica duramente el Impuesto sobre el Patrimonio y pone a Suiza como ejemplo a seguir.
Dan J. Mitchell, entrevistado por LD | Wikipedia

Dan J. Mitchell es uno de los expertos fiscales más destacados de Estados Unidos. Ha pasado por el Instituto Cato y la Fundación Heritage y colabora de forma frecuente con medios como Fox News o The Wall Street Journal. Esta semana, ha visitado España de la mano del Free Market Road Show, ocasión que ha aprovechado para charlar con Libre Mercado sobre cuestiones de máxima actualidad.

El gobierno español quiere evitar que las comunidades autónomas puedan bajar los impuestos. Vamos a la armonización, si nadie lo remedia.

La competencia tributaria es muy importante por dos motivos. Para empezar, deja que la gente elija entre diversos sistemas. La gente que prefiere el socialismo puede trasladarse de ese modo a lugares donde haya políticas de impuestos altos, mientras que aquellos que prefieren un modelo liberal también tienen esa opción a su alcance y pueden hacer las maletas en busca de un tratamiento fiscal más amable. Por lo tanto, esta es una cuestión relevante, que contribuye a aumentar la libertad personal de los ciudadanos. Y, en segundo lugar, los gobiernos tienen una tendencia a gastar más y subir continuamente los impuestos, pero los políticos no llevan este impulso tan lejos como les gustaría en aquellos casos en los que saben que las empresas o los trabajadores pueden hacer las maletas e irse. De modo que la competencia tributaria juega un papel fundamental a la hora de frenar la voracidad recaudatoria.

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A nivel global también se están dando pasos hacia un tipo mínimo común en el Impuesto de Sociedades. La UE ha estado a punto de aprobarlo esta semana, pero Polonia vetó el acuerdo.

A los políticos no les gusta que haya otros países con impuestos bajos. A veces ni siquiera se dan cuenta de que son territorios con niveles de alto similares, solo que con esquemas de recaudación mucho más eficientes. El caso es que, ahora que Joe Biden está en la Casa Blanca, Washington ha apoyado de forma entusiasta la campaña de la OCDE para crear un "impuesto mínimo global" del 15% en el Impuesto de Sociedades. Esto es muy peligroso, no solo por lo que supone para las empresas, sino porque lo que viene detrás son otras medidas similares: armonización del Impuesto sobre la Renta, de los gravámenes sobre el ahorro, etc. Y, evidentemente, el tipo del 15% sería solo el comienzo: luego llegaría el 20%, después el 25%, y así.

Vd. defiende a los llamados "paraísos fiscales". Lo hace, además, sin complejos y de forma abierta.

Europa y Estados Unidos se convirtieron en los países más ricos del mundo en una época en la que el gasto público era muy pequeño. Ahora, llamamos "paraísos fiscales" a quienes replican ese modelo y, por ejemplo, no tienen tributos tan dañinos como el Impuesto sobre la Renta. Y, peor aún, se persigue a estos países, arrasando su soberanía para imponerles un modelo de impuestos altos.

El gobierno nos quita el dinero del bolsillo izquierdo, despilfarra parte importante de esa tributación y luego nos devuelve la calderilla en forma de servicios o prestaciones que a menudo no están a la altura de lo que esperamos. Eso no es bueno, es malo. Por eso, yo aplaudo a todas las personas o empresas que organizan su actividad para pagar cuantos menos impuestos sea posible, porque eso no solo es bueno para ellos, sino que es bueno para todos los demás. Cada vez que leo que se critica a una multinacional por enviar su dinero a un paraíso fiscal como las Bermudas o las Islas Caimán, ¡yo aplaudo! Porque eso significa que habrá más recursos en manos del sector productivo y menos dinero en manos de los políticos.

España es el único país de la UE que aplica un Impuesto sobre el Patrimonio, con la salvedad de Madrid. Y el gobierno nacional quiere generalizar y subir este gravamen.

La gente cree que un Impuesto sobre el Patrimonio del 2% no es mucho, porque por ejemplo los tipos del IVA o de Sociedades suelen ser mayores que el 20% y los del Impuesto sobre la Renta superan el 40% o 50%. Pero, ¿qué rentabilidad genera un patrimonio? Imaginemos que alguien obtiene unas ganancias del 6% con una inflación del 2%, eso significa que ha ganado un 4% en términos reales y, a continuación, deberá tributar un 2%, es decir, el 50%. ¡Y eso tras haber pagado anteriormente el Impuesto sobre la Renta, las cotizaciones sociales, el IVA y todo tipo de gravámenes! Esto golpea el dinamismo de la economía, porque ¿quién va a ahorrar, a invertir y, en definitiva, a arriesgarse en busca del éxito económico si lo que van a hacer es castigarles de esa forma?

¿Qué país lo hace bien en materia fiscal?

Hay casi doscientos países en todo el mundo y, si tengo que elegir uno para hablar de política fiscal y económica, sin duda me quedo con Suiza. Tienen un modelo muy descentralizado de gestión, hay una intensa competencia fiscal entre los cantones, los mercados están desregulados y poco intervenidos, etc. Como contribuyente, creo que ese es un modelo a seguir. En España hay cierta descentralización y eso es bueno cuando regiones como Madrid aprovechan esa circunstancia para desarrollar un modelo más liberal. ¿Otros casos de éxito? Me gusta el sistema de los países bálticos: Estonia, Letonia, Lituania… Van por buen camino. Pero, en cualquier caso, yo lo que admiro, por encima de todo, es la capacidad que ha demostrado Suiza a la hora no solo de diseñar un modelo inteligente, sino sobre todo de mantenerlo. Me parece digno de celebrar que su sistema sea tan duradero, que permanezca en el tiempo y que brinde un marco de estabilidad liberal a sus empresas y trabajadores. Es una lección que tenemos que aprender. Y, por cierto, es un país muy plural, en el que se hablan diversas lenguas y conviven diversas culturas.

¿Desregular es más difícil que bajar impuestos?

Con los impuestos, los puedes subir o bajar de manera más evidente, pero con las regulaciones es mucho más complejo actuar. En la práctica, la acumulación de normativa hace que el emprendedor lidie con todo tipo de obstáculos, algunos de los cuales son específicos de su sector, mientras que otros son aplicables a toda la economía. El coste de todas esas restricciones tan complejas lo pagan, en última instancia, los ciudadanos, que como consecuencia de semejante maraña regulatoria terminan viendo cómo las empresas innovan menos, invierten menos, contratan menos…

Es una gran ficción que los impuestos o regulaciones aplicados a las empresas son, en efecto, pagados por las empresas. Los pagan las personas, que son las que soportan el golpe de una u otra forma.

Claro. Las empresas los pagan, pero repercutiendo esos costes. Por tanto, quienes realmente sufren las consecuencias son los trabajadores (menos sueldos y menos empleos), los consumidores (precios más altos y productos o servicios menos sofisticados) o los accionistas (menos rentabilidad y menos atractivo para seguir invirtiendo). El consenso existente, además, destaca que al menos el 50% del coste fiscal o regulatorio se traslada a los trabajadores, de modo que son los asalariados quienes más sufren el efecto de estas medidas.

¿Cómo frenamos la deriva de tantos países de Occidente donde hay cada vez más deuda pública?

Me gustaría que los gobiernos reduzcan el tamaño del Estado de forma sistemática, pero sé que muchos políticos nunca están por la labor de hacer algo así. Por eso creo que es interesante fijarse en el "freno a la deuda" suizo, que lo que hace es limitar el aumento del gasto al 2%, lo que básicamente supone que el gasto crece menos que la recaudación o el PIB. En la práctica, esto permite reducir la deuda, generar superávits presupuestarios, financiar rebajas de impuestos, etc. Es un ejemplo de liberalismo pragmático, porque se puede fantasear con un Estado que apenas consuma el 5% del PIB, pero en el mundo real tenemos Estados que son hasta diez veces mayores, de modo que tenemos que concentrarnos en fórmulas que nos permitan reducir el peso del mercado de forma sostenida y efectiva.

Juguemos a definir con pocas palabras a algunos personajes públicos.

Adelante.

Trump.

Payaso…

Biden.

Está "dormido". ¡Trump tenía razón en eso!

Friedman.

Héroe.

Hayek.

Otro héroe.

Laffer.

Un valiente, un guerrero.

¿Y Dan Mitchell?

¡Don Quijote! Siempre estoy luchando con molinos, soñando con un mañana en el que haya menos gasto y menos impuestos… Espero que no haya sido en vano, porque me temo que tenemos pocas victorias y muchas derrotas.

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