Por mucho que el Gobierno social-comunista y las patronales de autónomos estén celebrando a bombo y platillo el acuerdo de las nuevas cotizaciones de los trabajadores por cuenta propia, la realidad es que buena parte de ellos van a sufrir una subida exponencial de impuestos.
El grupo de damnificados por estos aniquiladores de riqueza son todos aquellos autónomos que ganen más de 1.700 euros al mes, una cuantía de ingresos que está muy lejos de ser boyante. El Gobierno justifica este atraco en que los afectados no son tantos en número: el 24% de los 3,4 millones de autónomos de España pagará más cuota que ahora y el resto pagará menos o igual, aplaude —y calcula— el Ministerio de Seguridad Social. Por tanto, como al Gobierno le parece que son pocos los autónomos que más ganan ha decidido castigarlos... para que sean menos.
Tomemos como ejemplo al humilde autónomo que ingresa entre 1.700 y 1.850 euros netos al mes —entre 20.400 y unos 22.200 euros al año—. Bien, este tramo de trabajadores comenzará a pagar en 2023 unas cotizaciones mensuales de 310 euros —ahora abona 294 euros— hasta terminar sufragando al Estado 350 euros al mes, lo que supondría un sablazo de 672 euros más al año ya en 2025. Si tenemos en cuenta que el sueldo medio en España es de 24.249 euros anuales, ni siquiera se les puede llamar clase media a estos expoliados. Pero el tramo de ingresos del ejemplo solo es el primero de los nueve a los que se le van a subir las cuotas (hay quince tramos) y conforme aumenten las ganancias de los autónomos, el Gobierno irá ampliado el robo en una proporción mayor.
Así, con la obligación de cotizar por los ingresos reales que ha perpetrado Escrivá, el Ejecutivo va a prohibir a los autónomos elegir la base y les va a imponer algunas de estas disparatadas cuotas. Por tanto, el autónomo va a dejar de serlo para convertirse en una suerte de siervo de Sánchez y su banda de saqueadores.
El autónomo es tal por la libertad de que dispone para gestionar su dinero, sus horarios, su relación con el cliente. También son libres de decidir las cuotas que han de pagar a cambio de las coberturas que quieren recibir del Estado –y siempre dentro de una onerosa horquilla de precios–. Cómo serán de inútiles, ineficaces e inservibles esas coberturas, que el 85% de ellos decide cotizar por lo mínimo. Ahora, con la aberrante excusa de que lo hacen "por su bien" –porque así podrán disfrutar de todo tipo de prestaciones sociales–, los social-comunistas pretenden arrebatarles cualquier atisbo de independencia del Estado y poner a Hacienda a fiscalizar "la coherencia de la cotización y los rendimientos económicos" que van a tener que demostrar estos asfixiados contribuyentes.
Maestros de la mentira y la manipulación, en el Gobierno osan asegurar que su reforma será "neutral" en términos recaudatorios. Sin embargo, en el Plan de recuperación, transformación y resiliencia que el Ejecutivo envió a Bruselas a cambio del dinero europeo dicen lo contrario. ¿Miente ahora el Gobierno o mintió entonces a la Comisión Europea? Cuesta creer que el voraz ministro de Seguridad Social lleve más de un año trabajando en la reforma más importante del régimen de autónomos, generando todo tipo de titulares perjudiciales para su imagen y enfrentándose con buena parte de las asociaciones para dejar la recaudación como está.
Sin embargo, lo que es más probable que suceda es que este golpe a cualquier atisbo de riqueza que se atrevan a generar los autónomos les empuje sin remedio a la economía sumergida o, directamente, a la extinción de su actividad laboral. La factura de este gran error la pagarán todos los españoles en forma de menor crecimiento y creación de empleo. Y será entonces cuando el Gobierno pierda hasta dinero.