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Más de 300.000 rentas medias y altas huyen de Nueva York y agujerean sus cuentas públicas

El empleo en el sector financiero bajó un 5%, mientras que en Florida se disparó un 6%.

El empleo en el sector financiero bajó un 5%, mientras que en Florida se disparó un 6%.
Una calle de Manhattan, en Nueva York. | EFE

Por mucho que Estados Unidos sea una de las economías más abiertas del mundo y Wall Street se haya ganado la fama de ser el corazón del sistema financiero internacional, lo cierto es que el estado y la ciudad de Nueva York son, desde hace décadas, un feudo casi inexpugnable del sector más izquierda y radical del Partido Demócrata.

Al igual que ocurre en California, la clase política neoyorquina se ha asegurado de implementar un sinfín de impuestos, regulaciones y restricciones que, con el paso del tiempo, han demostrado ser un auténtico lastre para el crecimiento y el progreso de ambos territorios. Frente a dicho paradigma, otros estados como Florida y Texas han abrazado el liberalismo económico y han obtenido excelentes resultados.

Este diario ya alertó hace ahora dos años de las implicaciones que tendría la pandemia para Nueva York. Si el desempeño de su economía ya llevaba años mostrando signos de fatiga, la propagación del coronavirus solo contribuyó a acelerar el declive. Tampoco ayudaron las estridentes y radicales restricciones sanitarias introducidas en Nueva York, que primero sufrió uno de los confinamientos más largos y duros del país norteamericano y después mantuvo en pie todo tipo de limitaciones a pesar de que lo peor de la pandemia había pasado ya.

A comienzos de año, Libre Mercado volvió a tocar esta cuestión y, con los datos en la mano, expuso el éxodo de población que viene sufriendo Nueva York. Puesto que en las urnas no se vislumbra un cambio político, miles de personas han optado por votar con los pies, hacer las maletas y trasladarse a otras latitudes donde es más fácil trabajar, hacer negocios y vivir en paz.

Pues bien, llegado el verano de 2022, ha sido The New York Times, uno de los medios de cabecera de la izquierda estadounidense, el que ha reconocido al fin el problema. Según el rotativo progresista, la ciudad de Nueva York ha perdido ya 300.000 vecinos y residentes que se han llevado consigo alrededor de 21.000 millones de dólares de ingresos anuales.

Se estima que el neoyorquino promedio que cambió Nueva York por Florida tenía unos ingresos de 730.000 dólares anuales. Para poner en perspectiva el impacto fiscal de estos traslados, basta con señalar que el 40% de la recaudación municipal conseguida por el Ayuntamiento de la Gran Manzana proviene del 1% que más gana, que son precisamente personas con un nivel de renta similar al de quienes han hecho las maletas.

En la industria financiera, pulmón económico de Nueva York a lo largo de las últimas décadas, se observa una incipiente deslocalización. De 2020 a 2021, el empleo en Wall Street bajó un 5%, mientras que el número de asalariados dedicados a las finanzas en Florida experimentó un crecimiento del 6%. Ocurre algo parecido en el ámbito del ocio, la restauración y la cultura, donde la crisis de Broadway es solo la joya de la corona.

A nivel municipal, el izquierdista Bill de Blasio ha dejado la alcaldía de Nueva York después de que saliesen a la luz once episodios de presunto acoso sexual. A lo largo de su mandato, infló la plantilla de empleados públicos hasta los 325.000 efectivos y elevó en 25.000 millones de dólares el presupuesto de la ciudad. El principal legado de su nefasta gestión fue un abultado déficit que su sucesor, Eric Adams, está intentando ajustar apoyándose en transferencias del gobierno federal de su aliado Joe Biden.

Eso sí. Sea cual sea el resultado de las medidas del sucesor de Bill de Blasio, hay algo de lo que no cabe duda: al final del día, mientras en Nueva York se ocupan de evitar la ruina, en Florida o Texas se encargan de gestionar el crecimiento y el éxito. Estamos, pues, ante la enésima muestra de que el liberalismo económico funciona y el socialismo y el intervencionismo solo sirven para generar ruina y atraso.

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