Pedro Sánchez alardea de unos datos de paro de por sí malos. Son el doble de la UE, pero el presidente asegura que prueban la robustez del crecimiento europeo. Y, encima, el último dato de desempleo de julio ha sido el primero de toda la serie histórica que ha registrado un aumento del paro. Pero la cosa va a más. Como ya ha publicado Libertad Digital, el dato oficial de paro registrado (2.883.812) no cuenta a medio millón de personas inmersas en colectivos expulsado de esa contabilidad oficial pese a no tener trabajo.
La cifra real llega a 3.379.769 e incluso más si se añaden los más de 21.000 parados inmersos en distintos ERTE. Pero, para colmo, la nueva contabilidad creativa de Sánchez se basa en una trampa nominativa: se ha bautizado a los fijos discontinuos como trabajadores indefinidos cuando la propia estadística revela su falsedad: 30.000 personas ya encadenan contratos de ese estilo demostrando que no son indefinidos sino un mero escondite para los temporales de toda la vida. Y es que en los registros de Sánchez figuran 685.992 contratos teóricamente indefinidos para un total de 656.086 personas: 29.906 personas menos que el número de contratos.
El número total de contratos registrados durante el mes de julio ha sido de 1.655.515. La cifra supone, ya por sí misma, una bajada de 113.473 (del -6,41%) sobre el dato del mismo mes del año 2021.
Pero hay más trampas. Los contratos bautizados oficialmente como indefinidos del mes de julio se dividen, en cuanto a la duración de su jornada, en 285.252 a tiempo completo, 159.150 a tiempo parcial y 241.590 fijos discontinuos. De este modo, los contratos a tiempo completo sólo suponen un 40% de los denominados oficialmente como indefinidos. Y la evolución es reveladora de la trampa nominativa que incluye la norma laboral de Yolanda Díaz: respecto a julio de 2021, los verdaderamente fijos y sin limitaciones —a tiempo completo— han subido 184.074 (181,93%), los segundos —a tiempo parcial— se han incrementado en 119.773 (304,17%), pero son los últimos los que disparan la estadística y suben en 216.645 (868, 49%).
Los datos cuentan con un factor de subida obvio: el año pasado fue un ejercicio aún marcado por las restricciones del covid. Pero es que, encima, todas las subidas en los tres epígrafes de contratos teóricamente indefinidos están inflados por el encadenamiento de los supuestos empleos fijos. Se han realizado más contratos indefinidos que personas los han suscrito, esto implica que algunos de ellos, cerca de 30.000, han sido objeto de más de un contrato supuestamente indefinido.
Y es que son contratos que están escondiendo un creciente pluriempleo por la precariedad de cada trabajo, o que multiplican y complementan contratos a tiempo parcial, o, directamente, reflejan rescisiones de contratos a personas a las que se les vuelve a hacer un contrato fijo discontinuo, exactamente igual que antes ocurría con los temporales. Porque, en el fondo, son los temporales de toda la vida llamados de otra manera.
Para colmo, si se analiza un seguimiento de la afiliación diaria, el último día del mes hubo un saldo negativo de afiliación de 76.381. Traducido: al acabar el mes, los supuestos puestos fijos desparecen de una forma notable. De hecho, el 42% de los días computables a efectos de afiliación en julio se resolvieron con saldo negativo. Y los viernes siguen arrojando saldos negativos en afiliación, así como, aquellas actividades, como la enseñanza en que se produce tradicionalmente una caída de la afiliación. Y todo ello, con la inspección laboral de Yolanda Díaz mirando hacia otro lado.
Por si fuera poco, si se analizan las causas de las bajas en la afiliación por tipo de contrato, resulta que la primera causa de baja en los contratos indefinidos es el pase a la inactividad de los trabajadores fijos discontinuos. Dicho de otro modo, un despido puro y duro, pero aceptado por la ley de Yolanda Díaz con total normalidad.
Y, como colofón, otra de las grandes causas de finalización de los contratos supuestamente indefinidos es la baja por no superar el período de prueba, una situación que ha crecido notablemente desde diciembre de 2021. Traducido: un despido a la vieja usanza, por mucho que la ley de Yolanda Díaz no quiera admitirlo.