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Sánchez deja a España fuera del eje estratégico de energía: Noruega también reforzará sus gasoductos con Alemania

Alemania podrá contar con gas argelino enviado desde Italia, gas Noruego y electricidad francesa en unos meses.

Alemania podrá contar con gas argelino enviado desde Italia, gas Noruego y electricidad francesa en unos meses.
EFE

Pedro Sánchez acaba de dejar sin apoyo al gasoducto Midcat. La decisión se suma a su voladura de las relaciones con Argelia y su impacto en la compra de gas para terminar de debilitar el papel de España en el mercado energético europeo, pese a ser toda una potencia regasificadora. Y los pasos erráticos de Sánchez han sido aprovechados, no sólo por Italia, que ya se ha colado en los contratos de gas con Argelia. El nuevo operador que está aprovechando la falta de apoyo de Sánchez al mercado español del gas ha sido Noruega, que ya planea incrementar sus infraestructuras para exportar gas a Alemania sin necesidad de contar con España. Sánchez ha conseguido dejar a España fuera del eje estratégico de la energía en la UE en plena crisis energética.

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, ha reconocido abiertamente que no peleará por construir el gasoducto Midcat: el nuevo gaseoducto español que debería haber reforzado la unión con el norte de Europa. Es más, su ministra Teresa Ribera hace ya un año que dijo que vender gas al norte de Europa por el Midcat era un proyecto "ruinoso".

Francia, que mantiene un predominio claro en el mercado europeo eléctrico con sus centrales nucleares, tampoco quiere el Midcat: tiene ahora cerca de la mitad de su parque de nucleares en parada técnica, pero sabe que con todo su potencial en funcionamiento, le alberga un gran negocio vendiendo al norte de Europa electricidad ya generada.

Y Marruecos no quiere ni oír hablar a la UE de que avale un renacimiento de la rota alianza entre Argelia y España porque Argel no tardaría en reclamar el Sáhara, recién regalado a Marruecos por Pedro Sánchez. Y el tiempo perdido por Sánchez en el desarrollo del Midcat parece haber sido decisivo. Porque también Noruega negocia ya el aumento de sus gasoductos para nutrir a Alemania. Traducido: Alemania podrá contar con gas argelino enviado desde Italia, gas Noruego y electricidad francesa en unos meses. Y Sánchez, que nunca quiso el gas por su ecologismo ultra, deja, por lo tanto, a España fuera de juego en el nuevo mapa europeo.

Hay que recordar que el primero en aprovechar el desastre energético español fue Italia: ya tiene un acuerdo con Argelia para importar su gas directamente y no necesita la intermediación española, después de que Sánchez dinamitase las relaciones con Argelia al ceder el Sáhara a Marruecos.

El colofón a esta pérdida de oportunidades de España llegó la semana pasada, cuando, en la rueda de prensa que ofreció en Bogotá el presidente español junto al presidente de Colombia, Sánchez anunció una alternativa al Midcat porque renunciaba a defender este gasoducto. La alternativa, para colmo, no lo era: se trataba de un gasoducto submarino hasta Italia. Un proyecto inmensamente más caro que otras opciones y que podría tardar una década en estar operativo.

Pero nada extraña ya en la política energética española. Se supone que todos los Estados miembros estaban empeñándose en reducir la dependencia del gas ruso. Pues bien, dicho esto, España está comprando en estos momentos 5.317 GWh, según los datos oficiales y cerrados del último mes de julio. Esa cifra supone multiplicar por 2,4 las compras del mismo mes del año anterior. Pero, es más, se supone igualmente que España debía enviar gas al norte de Europa para paliar la escasez provocada por las represalias de Rusia, pero la realidad es que los 20 primeros días de agosto han sido utilizados para dejar de enviar gas hacia el norte de Europa por el gasoducto pirenaico, y, justo al revés de lo reclamado, recibirlo vía Francia.

Y es que Sánchez ha convertido España, literalmente, en un dependiente energético de un gas muy caro -el de EEUU-, de uno de nula legitimidad -el ruso- y de otro necesitado por el norte de Europa -el adquirido vía Francia-. Y eso, lógicamente, no es visto como una solución para Europa.

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