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El sorprendente giro capitalista de Vietnam

El autor alemán observa de primera mano en Hanoi el auge del libre mercado en el país asiático.

El autor alemán observa de primera mano en Hanoi el auge del libre mercado en el país asiático.
Metro de Hanói, en Vietnam. | Europa Press

Un podría imaginar que los vietnamitas son profundamente antiestadounidenses. Sería comprensible tener esa intuición, a raíz de todo lo que supuso la guerra. Sin embargo, el pueblo vietnamita tiene una imagen muy positiva de Estados Unidos. No solo eso: también admiran a los ricos, no exhiben envidia social y se muestran claramente a favor del capitalismo.

Las consecuencias de la Guerra de Vietnam fueron devastadoras para el país asiático. Las armas químicas, incluido el Agente Naranja, golpearon al ejército de liberación comunista, pero también a la población civil. Las bombas de napalm también causaron numerosas bajas. Al sur del país se perdió la vida de 1,5 millones de personas, de los cuales 300.000 eran civiles. Las bajas estadounidenses ascendieron a 58.000 soldados, amén de otros 300.000 que resultaron heridos. Dos tercios de las aldeas sureñas acabaron arrasadas, igual destino que el que corrieron los bosques, donde cinco millones de hectáreas quedaron destrozadas. Se estima que 20 millones de agricultores perdieron sus hogares.

En Vietnam del Norte los datos de bajas mortales fueron menos abultados que en el Sur, pero igualmente lamentables. Además, las bajas de soldados fueron más elevadas. Enclave económica, los principales polos industriales del Norte fueron destruidos, al igual que ocurrió con infraestructuras de vital importancia. Las plantas de fabricación salieron muy diezmadas. Tres de las seis ciudades más grandes acabaron en ruina, al igual que 12 de las 29 capitales de provincia y dos tercios de los pueblos. Además, las centrales eléctricas, las estaciones de ferrocarril, los puertos, los puentes, las carreteras y toda la red ferroviaria acabaron completamente arrasadas.

Tanta destrucción y sufrimiento pasan factura, de modo que no sería sorprendente que Vietnam fuese hoy un semillero de sentimientos antiestadounidenses. Pero el antiamericanismo observado en la actualidad en el país asiático es, de hecho, mucho menos acusado que en otras partes del mundo. Así, el antiamericanismo es claramente más fuerte en los países árabes o en Rusia, pero también tiene mucho más calado social en países europeos como Alemania o Francia.

El ejemplo del embajador americano

En 1998, el embajador de Estados Unidos en Hanoi se casó con una mujer vietnamita. Durante la guerra llegó a realizar sesenta bombardeos en Vietnam del Norte, antes de ser capturado en 1966. Pasó siete años en cautiverio, como prisionero de guerra. Su boda con una mujer local llamó la atención de muchas personas, dado todo lo que había ocurrido.

Yo mismo tuve una relación con una mujer de ascendencia vietnamita. Fue mi pareja durante años y lo cierto es que nunca escuché a sus padres hablando mal de Estados Unidos. Por tanto, la situación actual del país no me sorprende por completo. Dinh Tuan Minh, un académico a quien conocí recientemente durante mi viaje a Hanoi, me dijo al respecto que "los vietnamitas no miramos al pasado, sino al futuro. A diferencia de China, no tenemos disputas territoriales con los Estados Unidos. Muchos vietnamitas aprecian el hecho de que las condiciones de trabajo de las empresas estadounidenses que invierten en el país son, por lo general, mucho mejores que las que ofrecen las empresas de otros países asiáticos que invierten en Vietnam. Además, los vietnamitas saben que Estados Unidos se ha convertido en nuestro mercado de exportación más importante". No le falta razón. En 2020, Vietnam exportó tanto al país norteamericano como a China y Japón juntos.

También aproveché mi paso por Vietnam para hablar con el empresario Xuan Ngyuen, que nació en la ciudad de Ho Chi Minh (Saigón). "Nací en 1987. La guerra ya había terminado doce años antes. Mis padres y abuelos me hablaron sobre lo terrible que fue la guerra, pero nunca tuvieron una mala palabra que decir sobre los estadounidenses. Al contrario, me dijeron que, para tener éxito, uno debía aprender a hablar inglés, a vestirse como los americanos, a comer su misma comida y a pensar como ellos", fueron las sorprendentes palabras que me transmitió Xuan Ngyuen durante nuestra charla.

Admiro a las personas que son capaces de mirar más al futuro que al pasado. Creo que suelen tener mucho más éxito en la vida que aquellas que se enfocan constantemente en el ayer en vez del mañana. Y esto aplica no solo a los individuos, sino también a las naciones y a sus sociedades al completo.

Recelo ante China

A lo largo de la historia, China ha sido un enemigo frecuente de Vietnam. Además, en la actualidad sigue habiendo disputas territoriales entre ambos países. De ahí que la mirada que tienen los vietnamitas del país gobernado por Xi Jinping sea mucho más crítica que su percepción de Estados Unidos. Un sondeo de Pew Research Center muestra que el 76 por ciento de los vietnamitas tienen una visión positiva de Estados Unidos, porcentaje que llega al 89 por ciento entre las personas con más preparación académica y entre los ciudadanos de 18 a 29 años de edad. Incluso entre los mayores de 50 años, que habían vivido la guerra, más de un 60 por ciento veía de forma favorable al país norteamericano.

En cambio, las opiniones que tienen en Vietnam de China son mucho más críticas. En otra encuesta realizada por Pew Research Center, el 64 por ciento de los vietnamitas se mostró de acuerdo con la idea de que "la expansión económica de China es algo malo para nuestro país". Por comparación, solo el 49 por ciento de los surcoreanos, el 36 por ciento de japoneses y el 23 por ciento de los australianos dijeron estar de acuerdo con esta afirmación. De igual modo, el 80 por ciento de los vietnamitas creen que "el poder y la influencia de China son una amenaza para nuestro país".

En 1975, los vietnamitas derrotaron a los estadounidenses. Aquello fue motivo de orgullo: un pequeño país había derrotado a la superpotencia militar más grande de la historia. Sin embargo, el triunfo duró poco. La introducción de una economía planificada de corte socialista tuvo un efecto devastador en el Sur del país. Vietnam se convirtió en el país más pobre de la región. Mientras otros países asiáticos seguían el camino capitalista, caso de Corea del Sur, Hong Kong y Singapur, en Vietnam imperaba el enfoque comunista. Esto provocó una brecha: mientras en las naciones de la región que se abrían al mercado se alcanzaban increíbles datos de crecimiento y reducciones muy significativas de la pobreza, en Vietnam y otras economías que insistían en el modelo socialista se enquistaba la miseria. Diez años después de la guerra, Vietnam seguía en la ruina por causa del comunismo.

La colectivización forzosa de la agricultura corrió idéntica suerte en el país que en China o Rusia. En 1980, Vietnam produjo 14 millones de toneladas de arroz, frente a los 16 millones de toneladas que hacían falta para satisfacer las necesidades básicas de la población. Durante el segundo plan quinquenal, de 1976 a 1980, Vietnam pasó a importar 9 millones de toneladas de arroz y otros productos alimenticios, frente a los 8 millones que venía comprando al extranjero. La producción se estancó y la industria nacionalizada vio cómo su actividad caía un 10 por ciento entre 1976 y 1980. En 1988 solo había pequeñas empresas: el resto de la actividad productiva estaba enteramente en manos del Estado.

Los vietnamitas se dieron cuenta de que habían entrado en un callejón sin salida. En diciembre de 1986, durante el VI Congreso del Partido (partido que, todo sea dicho, todavía se autodenomina "comunista"), los líderes del país adoptaron un paquete integral de reformas conocido como "Doi Moi" o "renovación". Al igual que ocurrió en China bajo Deng Xiaoping, se reconoció la propiedad privada y el gobierno se centró cada vez más en permitir el desarrollo de una economía de mercado.

Hoy, Vietnam parece haberse quitado de encima su pasado comunista. De hecho, el país se ha reinventado a sí mismo. Medido en moneda constante, su PIB per cápita se ha sextuplicado desde la aprobación de las reformas pro-mercado, pasando de $577 a $3.373 dólares. Vietnam ya es uno de los mayores exportadores de arroz del mundo, después de India y a escasa distancia de Tailandia. Además, su economía se ha diversificado y ya no solo exporta productos agrícolas y textiles. De hecho, Vietnam se ha convertido en un importante mercado productor de bienes electrónicos, de los cuales exportó $111.000 millones de dólares durante el año 2020.

Bajo la economía planificada socialista, la mayoría de las personas en Vietnam vivían en la pobreza extrema. En 1993, el 80 por ciento de la población estaba bajo el umbral de la miseria. Y, durante la década pasada, la pobreza ha caído notablemente. De hecho, la tasa de pobreza estimada por el Banco Mundial ($3,20 dólares al día en dólares de 2011 ajustados al poder de compra de cada país) se redujo del 16,8 al 5 por ciento. Más de 10 millones de personas han salido de la pobreza en los diez últimos años.

La pobreza en Vietnam no ha sido eliminada mediante la redistribución, sino merced a una expansión de la economía de mercado. La redistribución nunca ha sido una herramienta exitosa en la lucha contra la pobreza. No ha funcionado en ninguna parte del mundo. En cambio, el capitalismo sí ha demostrado su éxito.

El nuevo Vietnam

Las tasas impositivas aplicadas en la actualidad en Vietnam a las personas con rentas más altas son mucho más ventajosas que en España, Alemania o Estados Unidos, puesto que el tramo superior del IRPF es del 35%. Además, para pagar dicha retención uno debe ganar aproximadamente 14 veces más que una persona con una renta promedio.

Resulta indicativo que la envidia social dirigida a los ricos sea un concepto difícil de observar en Vietnam. En el país asiático admiran y celebran la creación y acumulación de riqueza. De los once países en los que Ipsos MORI realizó una encuesta que encargué sobre las actitudes sociales hacia los ricos, Japón fue el único otro mercado en el que las opiniones fueron tan positivas como en Vietnam.

En un artículo publicado por los investigadores Nguyen Trong Chuan, Nguyen Minh Luan y Le Huu Tang e incluido en el libro Socioeconomic Renovation in Vietnam, los autores apuntan lo siguiente sobre la evolución de la desigualdad en la población rural: "aquellos hogares que busquen más oportunidades, amasen más experiencia, cultiven el talento para el trabajo y el comercio y busquen un trabajo adecuado serán más ricos. Por lo tanto, la polarización en materia de renta no es sinónimo de inequidad sino, de hecho, una forma equidad: los que trabajan duro y bien ganarán más, mientras que los que son más flojos o trabajan de forma ineficiente o ineficaz ganarán menos". Estos académicos se oponen también a las estrategias de redistribución: "en comparación con el sistema de subsidios, donde el reparto era igualitario, la actual polarización entre ricos y pobres muestra la recuperación de la equidad social". Así, consideran que la desigualdad no sería motivo de crítica y defienden que se debe alentar la búsqueda de la riqueza. Según explican, "la desigualdad, en sí misma, se ha convertido en una importante fuerza motivadora que ha impulsado el considerable crecimiento económico del periodo reciente". Sería un error abandonar la búsqueda de reformas de libre mercado simplemente porque la desigualdad entre ricos y pobres esté aumentando, según concluyen estos sociólogos y filósofos vietnamitas. No es fácil encontrar comentarios similares entre los sociólogos de Estados Unidos y Europa…

Los vietnamitas no envidian a los ricos. De hecho, quieren ser ricos. Una de las preguntas incluidas en el sondeo que encargué pretendía medir la importancia que dan los ciudadanos al hecho de llegar a ser ricos. La encuesta determinó que, en Europa y Estados Unidos, el promedio de personas que consideran relevante esa acumulación de riqueza es de apenas un 28 por ciento. En cambio, en los cuatro países asiáticos en los que desplegué el cuestionario, el porcentaje promedio fue del 58 por ciento. De hecho, el resultado más alto fue el 76 por ciento de Vietnam.

Así las cosas, aunque Vietnam se describe a sí mismo un país formalmente socialista, la forma de pensar de la gente aquí está claramente en sintonía con la defensa y la promoción del capitalismo de lo que vemos en Europa. Ocurre lo mismo con su política económica, que avanza en dicha dirección.

Por cierto, la relación entre el gasto público y el PIB alcanzó en Estados Unidos el 41,2 por ciento durante 2021, mientras que el tamaño del Estado en Vietnam fue del 21,2 por ciento. Muy revelador...

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Rainer Zitelmann es empresario, además de doctor en Historia y en Sociología. Considerado uno de los liberales más influyentes de Alemania, ha publicado más de una veintena de libros, entre los que destacan "El capitalismo no es el problema, es la solución" (2021) y "Los ricos ante la opinión pública" (2022), en Unión Editorial.

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