Rusia intensifica la matanza de civiles en Ucrania. La UE no deja de exigir que los Estados miembros acaben con las compras de combustible ruso. Y Pedro Sánchez responde con un aumento de la compra de gas de un 19% por parte de España; multiplicando los contratos con Putin hasta el punto de comprarle ya casi lo mismo que a EEUU; y, por lo tanto, financiando los ataque de Rusia a la población ucraniana.
Pedro Sánchez no sólo no ha dado la orden de que se paralicen de inmediato la compras de gas ruso desde España. Todo lo contrario. Si en agosto la adquisición de este combustible a Putin fue de 4.505 GWh, en septiembre se ha elevado un 19% (18,86%) hasta alcanzar los 5.355 GWh.
La cifra es especialmente llamativa por muchos motivos: el primero, el moral. El aumento de las compras coincide con el incremento de la matanza de civiles del pueblo ucraniano a manos del ejército de Putin.
El segundo, el europeo. La UE ha exigido por todas las vías posibles que se paralice la financiación a Rusia por medio de la compra de gas natural procedente de los yacimientos de Siberia.
Y el tercero, hasta el puramente numérico y de mercado. España cuenta en estos momentos con un nutriente habitual de gas procedente de muchos otros países con lo que, hasta hace meses, las relaciones comerciales en materia de gas eran o escasas o esporádicas. Es el caso de Angola, Camerún, Nigeria, Trinidad o Indonesia. Pero, esos países, este pasado mes de septiembre, han incrementado notablemente sus envíos de gas a España, con lo que las opciones de compra eran amplias. Todo ello sin contar con el aumento ya estable de compras de gas a EEUU, capaz de incrementar el envío. Y, pese a ese aumento del número de proveedores, lo cierto es que España, bajo la presidencia de Sánchez, sigue disparando las compras de gas a Putin.
El peso de Rusia es ya de tal calado que sus 5.355 GWh del pasado mes de septiembre prácticamente se equiparan ya con los 6.012 que ha enviado en el mismo periodo EEUU. De hecho, Rusia es ya el tercer proveedor de gas de España, por encima de Nigeria.
Para colmo, septiembre es un mes especialmente significativo: el pasado año fue un periodo en el que la compra a Putin fue literalmente de cero GWh. No hubo compras, pese a tener menos proveedores habituales opcionales. Y este año, con la guerra en fase decisiva, se dispara la compra a Putin favoreciendo la llegada de dinero a Rusia.
Lo cierto es que Sánchez se niega a prohibir esas compras. Y se niega porque, por mucho que insista el Gobierno, tras provocar la voladura de las relaciones con Argelia, España sólo cuenta con proveedores más caros. Y Rusia vende gas más barato.
Y es que la principal causa de esta locura hay que buscarla en la voladura de los acuerdos de amistad que siempre había tenido España en materia de gas con Argelia. Unos acuerdos establecidos, en el fondo, para que España no entregara el Sáhara a Marruecos y que, tras regalar ese terreno Sánchez a Rabat, han saltado por los aires. Argelia ha respondido reduciendo drásticamente el envío de gas a buen precio a España y Sánchez ha dado orden de comprar masivamente al mejor postor con tal de garantizar el suministro y un pecio medianamente asumible. Y si ese postor bombardea Ucrania, pues, como decía Pablo Iglesias, pues se "cabalgan contradicciones".