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Los Presupuestos de Sánchez borran las alertas energéticas: cuelan una previsión de gas un 10% inferior a la real

Los Presupuestos no parecen diseñados para un ejercicio de continuidad, sino, más bien, de aprovechar mientras dure el Gobierno.

Los Presupuestos no parecen diseñados para un ejercicio de continuidad, sino, más bien, de aprovechar mientras dure el Gobierno.
Pedro Sánchez a su llegada a la cumbre hispano-alemana en A Coruña, a 5 de octubre. | EFE

Este mismo miércoles, los contratos de compra de gas para 2023 se cerraban en el mercado ibérico a 131,88 €/MWh. Pero Pedro Sánchez ha recogido en sus Presupuestos para ese mismo año el precio del gas natural en 118,8 €/MWh. La diferencia es de casi un 10% —concretamente, de un 9,9%—. Se trata de una diferencia que, multiplicada por todos los contratos de gas natural, puede convertirse en un enorme boquete económico adicional para las empresas y hogares. Pero, también es verdad, que Sánchez cuenta con que, más que probablemente, ese agujero lo herede el siguiente Gobierno.

De los 97 euros firmados para noviembre de este año, hasta los 131,88 euros de los contratos cerrados en el Mercado Ibérico del gas para 2023. La tendencia actual del mercado recoge una bajada del precio del gas natural desde octubre hasta noviembre, pasando de los actuales 107,24 €/MWh hasta los 97 €/MWh. Pero los mercados no dan por terminada este año las tensiones del gas, ni mucho menos. Tanto es así que vuelven a recoger una subida fuerte de casi un 40% desde noviembre hasta el próximo año.

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Esa es la previsión plasmada por los operadores del MIBGAS, el Mercado Ibérico del Gas, de cara a 2023. La previsión de operadores que ponen un especial cuidado a la hora de realizar sus estimaciones porque se juegan su dinero en esos cálculos, no el dinero ajeno. Y esa es la enorme diferencia con la actitud del Gobierno: Sánchez juega con un boquete que, con toda probabilidad, no tendrá que solucionar. Y que siempre será ajeno. Y por eso puede disparar con una pólvora gratuita para él y muy cara para las familias y empresas: la de los contribuyentes.

La previsión del precio del gas natural se ha convertido en estos Presupuestos en un factor de altísima sensibilidad y totalmente clave. Y la diferencia entre la estimación recogida en los Presupuestos por parte del Gobierno y el mercado se eleva hasta un 10%.

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El mercado muestra una evolución alcista y cargada de tensión para el gas. Y, mientras, el Gobierno de España recoge un precio prácticamente estable con respecto al de 2022: 114,5 €/MWh este año y 118,8 €/MWh el siguiente.

Y, por si fuera poco, Sánchez prepara unos presupuestos con subidas de impuestos, mientras la UE prepara castigos a las energéticas y mientras todo el Gobierno dispara el gasto en las cuentas para 2023. Es decir, justo lo contrario de lo que necesitan todos los operadores, empresas y hogares para adaptarse mejor a esa nueva subida de los precios.

Ese precio del gas será clave para evaluar y anticipar la actividad empresarial y el poder adquisitivo de las familias. De hecho, el primer aviso del hundimiento del consumo de gas por la industria y las grandes empresas españolas quedó plasmado ya el pasado mes de junio, tal y como adelantó Libertad Digital. En medio de todos los anuncios hiperoptimistas del Gobierno de Pedro Sánchez hablando de una supuesta recuperación "robusta", los grandes consumidores de gas certificaron que la economía se sumergía en un parón y mostraron caídas medias en las compras de gas de entre el 10% y el 20%, con sectores que llegaron a reflejar parones del consumo en medición interanual de casi un 40%. Y el mes de julio ha agravado notablemente la situación y ha llevado los desplomes hasta un nivel medio del 31,8%, con tres sectores totalmente frenados: el textil, el de generación de electricidad con gas natural y el de refino. Sus caídas quedan entre el 44% y el 58% y confirman que los mensajes de Sánchez eran pura propaganda.

Esa previsión del precio del gas, por lo tanto, es determinante para saber si la industria destruirá más o menos empleo en 2023. Y, de igual modo, para entender cómo evolucionarán los ingresos públicos y si el Gobierno recurrirá a nuevas subidas de impuestos para elevar la recaudación fiscal si ve que se debilita. Lo mismo que para anticiparse a las necesidades de deuda pública o al volumen de déficit que quedará al terminar el ejercicio.

Pero los Presupuestos no parecen diseñados para un ejercicio de continuidad, sino, más bien, de aprovechar mientras dure el Gobierno.

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