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Autoridades y reguladores buscan activos financieros tóxicos que amenazan con el desastre

Huele a chamusquina, pero nadie sabe de donde emana el hedor

Huele a chamusquina, pero nadie sabe de donde emana el hedor
La prima de riesgo se ha disparado mientras el euro se desploma | EFE

Estos días son varios los portavoces de autoridades y reguladores financieros los que han manifestado su preocupación por la evolución de la situación macroeconómica y el desarrollo del mercado financiero.

Uno de los primeros en lanzar mensajes de alerta fue José Manuel Campa, presidente de la Autoridad Bancaria Europea (EBA), quien señaló en un encuentro la semana pasada que "existe una bolsa de activos potencialmente defectuosos que pueden resurgir como morosidad" e impactar de lleno en la estabilidad financiera.

En aquel foro, Campa entonó el mea culpa y dijo que la EBA llevaba equivocándose un tiempo de manera sistemática en sus predicciones sobre el índice de morosidad, que se ha mantenido "con una tendencia baja durante todo el periodo del covid, hasta llegar a mínimos del 1,8%".

En concreto, esos activos peligrosos se encontrarían en "el estadio 2" porque es "donde observamos que la ratio (de morosidad) ha subido al 9,5% en Europa", señaló. Se trata de los "créditos en stage 2", es decir, aquellos que están sometidos a una vigilancia especial, porque son los de más fácil incumplimiento.

En cuanto a sus previsiones para el año que viene, Campa dijo que la EBA preveía un "cóctel de inflación, aumento de tipos y recesión económica" que podría "ser perjudicial para la calidad de los activos de hogares y empresas", aunque señaló que espera "equivocarme", "el 2023 se perfila como un año complicado en el aspecto macro".

Preguntado por la Unión Bancaria, Campa dijo que sigue sin estar completa: "el mandato político ha avanzado muy poco. Tenemos que crear ese verdadero mercado único", dijo.

Desde la vicepresidencia del BCE, Luis de Guindos ha advertido de que la situación macroeconómica seguirá siendo complicada durante 2023 y estará marcada por una alta inflación que ni la recesión que pronostica para el arranque del nuevo año ni las políticas del BCE van a lograr aminorar hasta la segunda mitad del año y, en ese caso, seguirá siendo alta. "La señal a seguir es la inflación subyacente", dice De Guindos, porque será "la que indique la persistencia de las presiones inflacionistas".

Por otro lado, señaló al sector financiero, advertía sobre los posibles problemas de solvencia que se deriven de las dificultades que atraviesen familias y empresas para satisfacer sus obligaciones financieras cuando la crisis golpee el empleo. Y todo, con aumentos del coste de los pasivos.

En cuanto a las amenazas del sistema financiero, Guindos ve dos grandes frentes: el deterioro del entorno económico y el endurecimiento de las condiciones de financiación. La combinación de estos dos factores puede aflorar problemas en el sistema financiero derivado de la solvencia de las entidades que, antes o después, se verán afectadas.

Blackstone levanta la alarma

En este entorno, con advertencias veladas sobre la situación macro y la estabilidad del sistema financiero, con un problema de deuda pública de primer orden en los países desarrollados, uno de los bancos de inversión más grandes del mundo Blackstone Real Estate Income Trust veía como se disparaban las solicitudes de reembolso de su fondo (de 125.000 millones de dólares) y decidía limitarlas. No han faltado los titulares que hablan del "corralito de Blackstone". Esto provocaba un desplome en bolsa del 8% (una caída valorada en 10.000 millones de dólares).

Alrededor del 70% de las solicitudes de reembolso han procedido de Asia, "según personas familiarizadas con el asunto", indican en The Financial Times, diario que levantó la liebre sobre Blackstone.

El problema de la deuda pública

No faltan los gurús como Nouriel Roubini o Michael Burry, conocidos por predecir la crisis de 2008, hablan abiertamente de un desastre financiero internacional de colosales dimensiones. No en vano, en 2008 el enduedamiento público no alcanzaba los niveles que hoy presentan los balances públicos de los países desarrollados. Por poner un ejemplo, España presentaba una deuda pública inferior al 40% en 2008. Hoy roza el 120% del PIB y los 1,5 billones de euros.

Libre Mercado ya publicó hace unos días el preocupante escenario que deja la deuda pública soberana y su penetración en todos los productos de mercado, merced al cambio normativo que convirtió la deuda de los estados miembros en el comodín de la banca para poder utilizar fondos casi ilimitados sin necesidad de provisionar.

El atípico inversor Michael Burry, el que predijo el estallido de la crisis subprime y que inspiró la película La Gran Apuesta, ha asustado a los mercados con mensajes muy negativos sobre lo que nos espera: "¿Qué estrategia nos sacará de esta recesión real?", escribió en un tuit el pasado martes. Mensaje que, como siempre, terminó borrando en su cuenta. "¿Qué fuerzas podrían sacarnos de esa manera? No hay ninguna. Así que realmente estamos viendo una recesión prolongada de varios años", subrayó Michael Burry.

Por su parte, Roubini ha dicho que "se acerca el inevitable desplome", la madre de todas las crisis. En un artículo reciente el profesor emérito de Economía en la Escuela de Negocios Stern de la Universidad de Nueva York, es famoso por sus predicciones pesimistas sobre el estado de la economía mundial y los mercados financieros. No obstante, esta vez ha ido más lejos. En un artículo de opinión publicado en Project Syndacate titulado "El desplome inevitable" pronostica el inevitable colapso al que se enfrenta el mundo globalizado dentro de unos meses y que "ni siquiera los bancos centrales" van a poder frenar.

"Tras años de políticas fiscales, monetarias y crediticias ultrarrelajadas y la aparición de importantes perturbaciones negativas de la oferta, las tensiones de la estanflación están ejerciendo presión sobre una enorme montaña de deuda pública y privada". Según sus cálculos, la deuda pública y privada ha pasado de ser el 200% del PIB mundial en 1999 al 350% del PIB mundial en 2021. Ahora, en las economías avanzadas es del 420% del PIB, un porcentaje mucho mayor al que se registró en la Gran Depresión o tras la Segunda Guerra Mundial.

En definitiva, esos activos tóxicos son los mismos que amenazan con el desastre son los mismos: deuda. Sólo que esta vez la deuda es infinitamente mayor que la que puso en marcha la crisis de 2008 e inunda todos los mercados. En aquella ocasión, era deuda particular sobre un producto particular, las hipotecas. Ahora, la deuda es exponencialmente mayor, es pública, y no se sabe hasta cuándo se sostendrá.

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