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La triste Navidad de un matrimonio con esclerosis múltiple y dos casas okupadas

Tienen dos niños pequeños y una minusvalía de grado máximo. Siguen sin recuperar su casa desde 2010 y les han okupado la de su madre en plena mudanza.

Tienen dos niños pequeños y una minusvalía de grado máximo. Siguen sin recuperar su casa desde 2010 y les han okupado la de su madre en plena mudanza.
Carlos y su mujer, junto a su hijo pequeño | LD

Las víctimas de la okupación tienen claro cuál es su deseo para 2023: que, de una vez por todas, puedan recuperar sus viviendas, algo que, desgraciadamente, para muchos se ha convertido en una cuestión de supervivencia. Ese es precisamente el caso de Carlos y Maricarmen, un matrimonio con esclerosis múltiple y dos hijos pequeños al que una familia colombiana le ha okupado la casa en plena mudanza. Cinco meses después —y a pesar de que el juez ya ha dictado su desalojo—, siguen sin poder recuperarla.

Lo más grave de esta historia es que no es la primera vez que a Carlos le ocurre algo parecido. Ya en el año 2010, aprovechando los largos tratamientos a los que tenía que someterse fuera de Madrid, otra familia de okupas se hizo con su primera vivienda, un chalet en Galapagar que, 12 años después, sigue okupado, ya que el juez alegó que la casa se encontraba "abandonada" en el momento en el que ocurrieron los hechos.

"Nos hemos tenido que venir a vivir a Calpe a un pequeño apartamento, que es lo único que nos queda. Tenemos dos camas en el salón porque no hay espacio", relata Carlos, sobrepasado no solo por el hecho de haber tenido que cambiar de ciudad y de vida, sino por cómo todo esto está afectando a sus hijos y muy particularmente a la mayor, una adolescente que ya no quiere ni salir de casa. "Me siento obligado a ocultar toda mi amargura con antidepresivos —relata a Libre Mercado—. Bastante mal rollo tenemos en casa como para robarles la felicidad a ellos".

Primera vivienda okupada

Su particular pesadilla empezó en el año 2010. Carlos, arquitecto de profesión —aunque hoy ya no pueda ejercer como tal por su enfermedad—, vivía en un maravilloso chalet de 400 metros cuadrados y 1.000 más de jardín en Galapagar, la localidad en la que residen Pablo Iglesias e Irene Montero. Tras ser diagnosticado de esclerosis múltiple, sin embargo, comenzó a viajar a menudo para visitar a neurólogos y someterse a tratamientos que pudieran frenar su avance. En uno de esos viajes, alguien le avisó de que le habían okupado su casa.

Tras interponer reiteradas denuncias a distancia —entre los tratamientos y los brotes no podía regresar a Madrid—, el Juzgado de Instrucción Número 6 de Collado Villalba decretó el sobreseimiento del caso al considerar que el inmueble estaba "en situación de abandono" y que no se había justificado debidamente la perpetración del delito. Las fotos que nos enseña de apenas unos meses antes demuestran que de abandonada tenía más bien poco. Carlos, que al igual que su mujer cuenta con una minusvalía reconocida en torno al 70%, asume hoy que tal vez no lo luchó judicialmente como debiera, pero ya tenían a su primera hija y su situación era tan delicada que no tenía ni tiempo ni fuerzas para hacerlo.

Segunda vivienda okupada

Se quedó a vivir de alquiler en Barcelona, donde recibían sus tratamientos, y no pensó en regresar hasta principios de este año. Su madre, que falleció en pandemia, le había dejado en herencia un piso, así que optaron por trasladarse de nuevo a Madrid y escolarizar aquí a los niños. Antes del verano, empezaron a llevar poco a poco sus pertenencias. "Entre los brotes y los dos niños —uno de ellos de apenas 6 años—, las cosas no son fáciles, así que íbamos haciendo la mudanza cuando podíamos", explica Carlos, quien se enteró de esta nueva okupación por un mensaje de su compañía eléctrica.

"Me llegó un mensaje diciendo que se había realizado con éxito el cambio de titularidad del contrato y, al investigar, me enteré de que una familia colombiana me había okupado el piso", recuerda entre la rabia y la desesperación. Rápidamente puso la primera denuncia. Cuatro meses después, el 13 de septiembre, el juez ordenó el desalojo inmediato de los okupas. Sin embargo, éstos han recurrido a la Audiencia Provincial, ya que alegan que la vivienda les fue alquilada por una tercera persona y que son una familia vulnerable. Tal y como resaltó el juez en la sentencia, la supuesta arrendadora no pudo ser localizada y tampoco se aportó "justificante alguno de la renta", por lo que sus argumentos fueron desmontados.

¿Quién es el vulnerable?

En cuanto a la famosa vulnerabilidad —el salvavidas al que se aferran todos los okupas para alargar el proceso durante años— el matrimonio que hoy vive en su casa alega que tiene "dos hijas y una nieta inexistente con una minusvalía ficticia sin definir", denuncia Carlos. Sin embargo, el cauce habitual que han de seguir los recursos le impide recuperar su hogar.

"Tanto mi mujer como yo tenemos esclerosis múltiple, los dos; una minusvalía reconocida en su grado máximo que hace que necesitemos a una tercera persona; movilidad severa reducida; dos hijos de 13 y 6 años que ya están sufriendo las consecuencias de todo esto y vivimos en un apartamento de playa que no está acondicionado para que estemos en él. ¿Quién es realmente el vulnerable? —se pregunta desesperado—. Al final, la ‘vulnerabilidad’ de esta ‘pobrecita familia colombiana de okupas’ va a destrozar mi vida, mi matrimonio y el futuro de mis hijos".

De su vida, lamenta haberlo perdido todo: "Ahora mismo, por ejemplo, ya no tengo ningún recuerdo familiar. Cuando me okuparon mi casa de Galapagar, perdí todas las fotos y todo lo que tenía dentro. Al haber okupado la casa de mi madre, ya no tengo nada de nada". Sin embargo, lo que más le preocupa es la situación a la que la lentitud de la Justicia y la permisividad hacia los okupas aboca a su mujer y a sus hijos. "Con dos niños pequeños, estás obligado a llorar a solas. Necesito que ellos no sufran y les miento mucho cuando me piden ir a Madrid. ¿Has visto La vida es bella? —pregunta—. Mis caras tristes las tengo a solas", se justifica mientras nos enseña multitud de fotos en las que aparece sonriente junto a sus pequeños.

La depresión y la rabia que tiene en su interior la canaliza a través de la Plataforma de Afectados por la Ocupación, a la que ha decidido sumar sus fuerzas para pedir al Gobierno una ley antiokupas que acabe de una vez por todas con esta dramática situación a la que se enfrentan tanto él como miles de españoles. Desde esta Plataforma ya han manifestado igualmente sus deseos para este 2023 que está a punto de comenzar: "Justicia y solidaridad", porque, tal y como recuerdan, mañana le puede tocar a cualquiera.

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