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Carmelo Jordá

"Si los ricos pagan menos..." y otras grandes mentiras de Hacienda

La voracidad sin límite de la máquina fiscal no se puede compensar con nada: quieren extraer lo posible y lo imposible a todos y cada uno de nosotros.

La voracidad sin límite de la máquina fiscal no se puede compensar con nada: quieren extraer lo posible y lo imposible a todos y cada uno de nosotros.
La ministra de Hacienda y vicesecretaria general del PSOE, María Jesús Montero, en una imagen reciente. | EFE

Después de haber saqueado 33.000 millones más al pueblo español durante el año 2022, Hacienda prepara una "masiva" campaña de publicidad para convencernos de que está bien ser expoliados. Una campaña que se desarrollará en pleno año electoral y que, por supuesto, se va a sufragar con nuestro dinero, así que no sólo tenemos que pagar –¡carísima!– la cama, sino también el luminoso de la entrada, perdónenme ustedes el símil.

Sólo hay una cosa que me resulte más insoportable que la voracidad impositiva de esta izquierda insaciable: que intenten convencernos de que es por nuestro bien; elevar un mal necesario a la categoría de un bien moral y hacerlo, por supuesto, desde la hipocresía más absoluta: si pagar impuestos es tan maravilloso cómo es que no os veo día sí y día también en la cola de donaciones de la delegación de Hacienda, mentirosos hijos de...

Por si la coacción legal y el chantaje moral no son suficientes, la carroñera maquinaria de extracción estatal utiliza otros recursos que suelen rozar lo jurídicamente inadmisible y entrar de lleno en lo éticamente intolerable. Así, cualquier contribuyente se puede ver perseguido por auténticas hienas fiscales en un sistema que está explícitamente creado para dejarte indefenso, en el sentido literal de la expresión: litigar contra el fisco es una carrera de obstáculos y una sesión de tortura sólo comparable a la subida del Calvario, que por cierto guardaba más similitudes de las que parece con una inspección fiscal, pues los condenados a la crucifixión también tenían que pagar la cruz y el salario de los inspector… digo los verdugos.

Este es el contexto en el que Hacienda se lanza a la yugular de personajes famosos, por ejemplo Shakira, con la esperanza no sólo de sacarles unos cuantos millones sino, sobre todo, para extender el terror fiscal entre todos los demás y, también, para honrar el principal motor de este sistema de brutal extracción: la envidia, el "que le quiten a los ricos". Es más, ya ni siquiera tenemos la esperanza de que nos lo den a nosotros, porque la sociedad se ha vuelto tan miserable que ni demanda el bien propio: le basta con el mal ajeno.

Si ellos pagan menos…

Pero como pregonar la envidia sin más queda un poco feo, Hacienda y los falsos partidarios de los impuestos han inventado una mentira que tratan de repetirnos siempre que surge el caso de un famoso que tiene problemas con el fisco, es decir, que está siendo saqueado con especial ahínco.

Una invención que, junto con aquello de "Hacienda somos todos", sin duda pasará a la historia de las grandes falsedades de la humanidad: "Si ellos pagan menos, nosotros pagamos más". Mentira vil para empezar porque la voracidad de los apandadores fiscales no tiene límites y no se puede compensar con nada: quieren extraer lo posible y lo imposible a todos y cada uno de nosotros, al que pueda pagar diez le sacarán once y del que esté en disposición de aportar un millón intentarán sacar dos, ningún inspector se va a compadecer de un pobre autónomo porque el mes anterior le haya metido un buen sablazo a un acomodado empresario, va a sacarles el hígado a los dos, está en su naturaleza.

Y mentira gorda porque es justamente al revés: sólo la resistencia de aquellos que siguen encontrando espacios legales y huecos en el aparentemente infranqueable muro fiscal que nos asfixia evita que la bota de Hacienda nos aplaste por completo; únicamente los que derrotan a las hienas en los juzgados o los que logran huir a Andorra, Suiza o donde sea impiden que la carroña fiscal tenga todo el poder sobre nosotros.

Esas pequeñas puertas, esos minúsculos respiraderos son lo que nos salva y por eso es tan importante que personalidades como Jorge Lorenzo o Xabi Alonso, por poner sólo los dos ejemplos que me vienen a la cabeza, tengan la valentía de luchar por sus derechos –que son los nuestros– arriesgarse al tremendo descrédito que eso supone en esta sociedad borreguil, no dejarse doblegar pese al altísimo coste y, finalmente, vencer a la implacable maquinaria del fisco.

Sus triunfos son nuestras victorias contra la absoluta arbitrariedad y, frente a las críticas y las envidias, yo sólo tengo una cosa que decirles: gracias Xabi, gracias Jorge.

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