Este martes el parlamento europeo aprobó el reglamento de la UE que establece la imposición del vehículo eléctrico en 2035 y la prohibición de los coches y furgonetas que funcionan con diésel y gasolina a partir de ese año. Un total de 340 eurodiputados votaron a favor mientras que 279 votaron en contra. Entre ellos, estuvo el eurodiputado de Ciudadanos José Ramón Bauzá, que se desmarcó de la postura de su delegación en torno a los vehículos "cero emisiones".
En la cámara, el eurodiputado y ex dirigente popular apostó por "considerar todas las tecnologías" en el camino hacia la "neutralidad climática" y la reducción de las emisiones. "La electrificación del parque móvil es una opción pero no la única", señaló Bauzá, que apuntó que mientras que en Europa "nos lanzamos a lo eléctrico", en el resto del mundo se seguirá optando por otras opciones como "motores de combustión más eficiente".
"Prohibiendo los motores de combustión habremos creado nuestra propia desventaja competitiva", advirtió Bauzá, que insistió en las redes sociales que el coche eléctrico "no es la única solución". "Lamento que no se haya defendido un principio básico, la neutralidad tecnológica", apuntó.
❌ Acabo de votar en contra de prohibir la venta de coches de gasolina y diésel en Europa a partir de 2035
✅ Sólo lograremos una Europa sostenible si trabajamos junto a la industria y ciudadanía, considerando todas las tecnologías. El coche eléctrico no es la única solución pic.twitter.com/F6qHTTn3dC
— José Ramón Bauzá (@JRBauza) February 14, 2023
La postura oficial de Cs fue defendida en la cámara por la eurodiputada Susana Solís, que respaldó el reglamento aunque pidió que se cumplan "varias premisas imprescindibles". Entre ellas, dar "seguridad jurídica al sector, sin cambiar reglas del juego cada cinco años"; garantizar los puntos de recarga suficientes y tener la opción de "revisar los objetivos que hoy aprobamos en 2027", garantizando "junto al sector que todo esto es factible".
Solís también reclamó incentivos fiscales y ayudas directas a la compra de vehículos eléctricos "al menos en el despliegue inicial "para terminar con la vida media del parque automovilístico español de catorce años". También se refirió a las consecuencias de la prohibición en "los pequeños productores" y pidió medidas para que esta transformación "no pille por sorpresa" en regiones como Castilla y León, Navarra, Aragón o Galicia en las que miles y miles de familias viven de lo que históricamente ha sido una industria motivo de orgullo para Europa".
Mientras izquierda y Verdes celebraron la prohibición, desde Cs defienden que consiguieron evitar en la tramitación "un adelanto irracional de los objetivos finales".
La "muerte" de la industria del automóvil
El grupo popular europeo al completo sí votó en contra: el eurodiputado Jens Gieseke se mostró muy crítico con el reglamento al afirmar que "Europa está conduciendo a su industria automovilística a la muerte" en unas palabras que suscribe el grupo popular español. La decisión de prohibir los motores de combustión, señaló, hará que los coches "sean más caros, costará miles de puestos de trabajo y llevará al declive de una industria esencial europea".
Ante el pleno, Gieseke acusó a la izquierda y a los liberales de impulsar una postura peligrosa y contraria a la innovación: "La eurocámara está forzando a la gente hacia una única tecnología en lugar de emplear la innovación y la ciencia en buscar el modo más eficiente de reducir emisiones".
El eurodiputado, en nombre de la derecha, puso en duda que la electrificación vaya a crear más puestos de trabajo, señalando que EEUU y Canadá llevan la delantera en la fabricación de baterías. También denunció que la Comisión esté ignorando otras soluciones como el uso de combustibles sintéticos y lamentó la "negligencia" europea y la cultura de la "prohibición" que conlleva la iniciativa.