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El escándalo de los residuos eólicos: "Si una pala se rompe, se entierra; si un buitre muere, a la basura"

Mientras presume de ser ecológica, la energía eólica produce unos efectos secundarios que cada día son más evidentes, uno de ellos son sus residuos.

Mientras presume de ser ecológica, la energía eólica produce unos efectos secundarios que cada día son más evidentes, uno de ellos son sus residuos.
Una turbina destrozada tras caer al suelo en un parque eólico de Estados Unidos. | Lyroky / Alamy Stock Photo

En España hay más de 1.600 parques eólicos a punto de terminar su vida útil y no hay una opción real de reciclado. Ya se dan los primeros casos de abandono de parques, mientras surge un mercado de reventa paralelo con el que las eólicas siguen lucrándose cuando acaba la explotación del terreno.

Pero, sin embargo, de lo que nadie se hace cargo es de los problemas: "Una pala se rompió y hubo que sustituirla. La rota se dejó justo debajo del molino. Cuando dejé la empresa en 2019, aquella pala seguía allí". Y probablemente, aún siga. Como siguen los cinco aerogeneradores del parque eólico de Montaña Mina, en Lanzarote. Creado en 1992 y abandonado por la empresa explotadora desde hace años.

El testimonio de este técnico de mantenimiento, que prefiere mantenerse en el anonimato, no es aislado. Juan José Asensio, desde la Asociación Defensa de las Merindades, denuncia que "en el parque de Ayoluengo, en Sargentes de la Lora, en Burgos, uno de los molinos cayó al suelo con una fuerte ráfaga de viento dejando todos los residuos allí mismo". Ese aerogenerador de 94m de altura, todavía puede verse a día de hoy.

Hace 7 años, la borrasca Ana, abatió otro molino en Manzanedo y dejó sin aspas a otros tantos. Y hace sólo un año, una avería en otro molino prendió fuego a una turbina en un parque eólico muy cercano a la ciudad de Burgos.

Esto nos da también la medida de la peligrosidad de situar estos parques cerca de los núcleos urbanos. "Cuando algo falla, afecta directamente a las palas. Los molinos, aunque les vemos que giran despacio, llegan a coger velocidades de 300km/h. Si a ese molino le falta un freno o falla alguno de sus componentes, puede llegar a los 600 km/h o 700 km/h y saltan por los aires", explica Juan José.

Malas praxis: buitres en bolsas y vertidos en los acuíferos

Las malas praxis afectan también al impacto en la fauna y flora de la zona: "Cuando un molino mata a un buitre, se debe notificar. Sin embargo, te decían que lo metieras en una bolsa de basura y de vuelta del parque lo metieras en el primer contenedor", relata el técnico de mantenimiento. Así, el resumen es demoledor: "Si una pala se rompe, se entierra; si un buitre muere, a la basura".

Además de la contaminación directa que sufre el terreno: "Con ciertas averías que pueden producir derrames incontrolados de aceite hay que retirar la tierra contaminada. Pero no se actuaba siempre así. Si nadie se enteraba, no había que actuar". Vertidos que se filtran a la tierra y de ahí, a los acuíferos que abastecen los núcleos de población cercanos.

¿Quién es el responsable?

Desde la Asociación Empresarial Eólica confirman que la responsabilidad del mantenimiento de los parques, así como de su posterior desmantelamiento, es "siempre de la empresa explotadora". Sin embargo, también reconocen que "no hay en estos momentos sanciones contempladas por Ley" en caso de que ese compromiso no se lleve a cabo.

El material del que está construido el cuerpo del molino se puede reciclar. El problema está en las palas; compuestas de fibra de vidrio y de unas dimensiones tales que hacen muy difícil su manipulación. Estamos hablando de 40 metros y unas 12 toneladas.

En estos momentos, se trabaja en la construcción de una planta de reciclaje. Una opción que todavía no es real y que, con 1.600 parques cerca del fin de su vida útil en España, abre la puerta a los llamados cementerios de palas: un recurso que es legal pero, que preocupa mucho dadas las imágenes que llegan de EEUU de vertederos gigantes imposibles de revertir.

Mercado paralelo: otra fuente de ingresos

El sector está enfocado en otra opción: la reventa de piezas. Existen empresas en España pioneras en desarrollar este tipo de mercados y en poner en contacto a los propietarios de parques eólicos a desmantelar con posibles compradores en el extranjero mediante sistemas de subastas.

Un sistema desde luego, muy rentable ya que cada aspa, nos cuentan, puede costar "entre 600.000 y un millón de euros". Para los que trabajan y han trabajado sobre el terreno la duda está en que "ese aspa que no funciona no puede hacerlo en otro molino. Un aspa rota – asegura el técnico – es un aspa rota".

El ritmo de adjudicaciones es frenético y en proporción, el volumen de residuos será a medio plazo inasumible. La solución, para quienes están a punto de sufrirlo pasa por un camino similar al de los residuos nucleares: "Una empresa pública que acabaremos pagando todos para poder gestionar esos residuos de los que las empresas explotadoras no se hacen responsables".

Sin embargo, seguirán lucrándose con ellos, una vez que la chatarra que dejan sobre el terreno ya no les sea rentable.

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