Un mes más, Sánchez continúa con su desenfrenado incremento de deuda pública, pero en esta ocasión el ritmo de endeudamiento es tal que lo ha hecho por una cifra similar a toda la recaudación adicional del año pasado obtenida como consecuencia de la inflación en su mayor parte. De esta manera, en febrero, la deuda aumenta en 30.208 millones, de forma que la tendencia alcista de déficit y deuda continúa, pese al exceso de recaudación derivada de la inflación.
Así, la deuda supera ampliamente los 1,5 billones de euros y se sitúa en febrero en 1,520 billones de euros de endeudamiento, con 362.000 millones de euros de incremento desde que gobierna Sánchez (362.668 millones), según las notas iniciales de deuda de las AAPP emitidas por el Banco de España con carácter mensual.
De esta forma, la deuda sigue incrementándose en alrededor de 200 millones de euros al día (209,15 millones) -casi 1.500 millones a la semana, 6.000 millones al mes- desde que gobierna Sánchez. O dicho de otra manera, Sánchez incrementa la deuda cada minuto en 145.244 euros. Es decir, mientras un ciudadano hace una pausa de quince minutos para tomarse un café por la mañana, Sánchez habría incrementado la deuda en más de 2 millones de euros. Y durante una jornada laboral completa, en la que un ciudadano habrá estado trabajando duramente ocho horas, generando actividad económica, empleo y pagando sus impuestos, Sánchez habrá aumentado la deuda en casi 70 millones de euros.
Este grave problema puede poner en peligro a la economía española, tanto por su capacidad para financiarla si el BCE deja de comprar deuda, como por la repercusión de sus intereses en el presupuesto, que mermará recursos para servicios esenciales y que, a su vez, incrementará el gasto.
Esto hay que tenerlo especialmente en cuenta ante las turbulencias financieras ocurridas hace algunas semanas: si se reprodujesen, que esperemos que no suceda, podría haber un cambio en la política del BCE que dejase más frágil el respaldo de deuda española por parte del BCE o que encareciese su financiación.
El incremento del gasto es un problema importante, con el déficit estructural, construido sobre un gasto desmedido, que se ha ido consolidando en el tiempo, como principal problema. Así, sobre la base de unos ingresos coyunturales, se ha ido asumiendo un incremento del gasto anual en el sector público, especialmente en el Gobierno de la nación, que nos lleva a una situación de insostenibilidad: con una recaudación adicional de más de 30.000 millones en 2022, el déficit sólo se redujo 2 décimas sobre el objetivo, que denota el importante incremento del gasto que se está produciendo. Este endeudamiento se agravará a lo largo del año, pues los PGE para 2023 vuelven a sustentarse sobre unos ingresos coyunturales, derivados de la inflación, con mayor crecimiento de gasto, que incrementará el gasto estructural y el déficit estructural.
De esa manera, el déficit estructural español se situará en 2023 cerca de cinco puntos porcentuales sobre el PIB, elemento que señala un grave desequilibrio de la economía española. Déficit estructural que es la gran preocupación de la Comisión Europea. Sánchez no rectifica, pues la disminución de la deuda que algún mes se produce no es real, sino por efecto estadístico del distinto decalaje entre amortizaciones y nueva financiación.
La tendencia, así, sigue siendo alcista -y así seguirá mientras siga habiendo déficit, pues la deuda no es más que el sumatorio de los distintos saldos presupuestarios de cada ejercicio- con la aportación de inestabilidad a la economía que ello supone, como también ha sucedido en el pasado 2022 y sucederá en 2023, pese al incremento extraordinario de recaudación motivado por la inflación.
La deuda con esos más de 1,5 billones de euros, supone el 109,41% del PIB español sobre la estimación de crecimiento de PIB nominal del plan presupuestario 2023 que el Gobierno envió a la UE: 1,3892 billones de euros).
Aunque es obvio que el efecto del denominador derivado del crecimiento del PIB mitiga el cociente, como vemos, seguirá siendo muy elevado porcentualmente y, lo que es más preocupante, creciente en valores absolutos. La cifra de cierre prevista para 2023 por el propio Gobierno es de 112,14%.
Todo ello, nos lleva a que desde que gobierna Sánchez la deuda se ha incrementado en 362.668 millones de euros. Durante el primer año, aumentó en 38.688 millones, y al cabo cuatro años de mandato el incremento es de más de 360.000 millones de euros, según las notas mensuales iniciales publicadas por el Banco de España sobre la deuda de las AAPP.
Así, si durante el primer año creció la deuda por persona en 828,03 euros, en los más de cuatro años de mandato de Sánchez la deuda por persona ha aumentado en más de 7.000 euros (7.643 euros, casi nueve veces el incremento del primer año).
O visto de otra manera: en el primer año, la deuda se incrementaba a un ritmo de 105,99 millones de euros al día. Ahora, tras casi cinco años de Gobierno de Sánchez, la deuda crece 209,15 millones de euros cada día.
De esa forma, seguimos con un incremento exponencial del gasto sin haber recuperado el nivel de actividad económica previo a la pandemia (tal y como corrobora Eurostat, ya que España está casi 1 punto por debajo de su nivel anterior a la pandemia), en un entorno económico complicado, de elevada inflación, siendo muy preocupante la subyacente -la mayor desde hace más de treinta años-, fuertes costes energéticos -que están propagando ese incremento de precios por toda la cadena de valor-, y marco macroeconómico de los PGE irreal. De hecho, todas las instituciones que realizan predicción rebajan de manera clara las previsiones de crecimiento español y elevan las previsiones de inflación en España respecto de las contenidas en el cuadro macroeconómico con el que el Gobierno ha elaborado los PGE (más allá de la mejora sobre la estimación anterior de dichas instituciones, mejora que todo indica que puede ser temporal de materializarse los innumerables riesgos que existen sobre la economía). Todo terminará presionando, de nuevo, la prima de riesgo española, sólo mitigada por la herramienta antifragmentación anunciada por el BCE, que estará condicionada a reformas.
Los ciudadanos necesitan que el Gobierno le aligere de cargas, como, por ejemplo, la deflactación del IRPF y la bajada de impuestos, especialmente el IVA de todos los productos básicos -también la carne, el pescado y las conservas-, no que los endeuden más.
Insistimos un mes más en que es imprescindible, por tanto, reducir el gasto ineficiente, porque es el origen del problema y vuelve insostenible el mantenimiento de la estructura económica con semejante endeudamiento, y devolver a los ciudadanos la recaudación extra que el Gobierno está consiguiendo gracias a la inflación, que asfixia a los españoles, les hace perder poder adquisitivo y les impide llegar a fin de mes y poder competir, en el caso de las empresas, en los mercados.