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Las cifras reales del decrecimiento: cómo la locura de la izquierda más radical se ha convertido en la última moda

¿De verdad Ursula von der Leyen cree que hay que replantearse los límites de nuestra economía? ¿Y a qué renunciará ella para conseguirlo?

¿De verdad Ursula von der Leyen cree que hay que replantearse los límites de nuestra economía? ¿Y a qué renunciará ella para conseguirlo?
Takeo Camboya, decrépito país subdesarrollado del Tercer Mundo Sudeste asiático | Alamy

"Beyond Growth" (Más Allá del Crecimiento). Como contábamos hace unos días en Libre Mercado, el pasado mes de mayo tuvo lugar en el Parlamento Europeo un encuentro multitudinario (cientos de asistentes y decenas de oradores). Fueron tres días de debates, ponencias y propuestas. ¿Objetivo? "Debatir y plantear políticas para la prosperidad sostenible en Europa, basadas en un enfoque sistémico y transformador de la sostenibilidad económica, social y medioambiental y su marco de gobernanza global".

Es evidente que los organizadores no se esconden. Desde el título, ese "más allá del crecimiento", el planteamiento está claro: abogar por el decrecimiento como meta en el medio y largo plazo. Tampoco sorprende. Estamos ante el último lema de moda de la izquierda: la lucha contra el cambio climático, nos dicen, obliga a que cambiemos nuestros patrones de conducta. Según esta teoría, tenemos que crecer-consumir menos, incluso aunque haya que hacer renuncias muy dolorosas en nuestros hábitos de vida. Y esto no es una caricatura: lean (aquí y aquí, por ejemplo) columnas de los defensores de esta postura y verán que, si acaso, nos quedamos cortos en la descripción sobre lo que proponen.

A partir de aquí, surgen las preguntas, no siempre fáciles de responder sin caer en la parodia:

- ¿Es esto lo que proponen los líderes europeos? No en la práctica, pero sí en la teoría.

No hay más que ver la nómina de organizaciones convocantes, que incluía todos los grandes grupos políticos del Parlamento Europeo, incluyendo al Partido Popular Europeo (que integra al PP) o Renew Europe (en el que está Ciudadanos). De hecho, en el listado de oradores había integrantes de todos estos grupos y en el panel inaugural figuraba Ursula von der Leyen.

Como vemos no es un encuentro en el que sólo esté la izquierda; aunque todos los grupos de izquierda, como es lógico, se sumaron de forma entusiasta a la causa. El principio general (que hay que replantearse los límites del crecimiento) lo defienden los grandes grupos políticos. Sólo los Reformadores y Conservadores Europeos (VOX es su representante español) y el grupo Identidad y Democracia (sin representante español) se mantuvieron al margen del evento.

- ¿Por qué decimos, entonces, que no es exactamente lo que proponen en la práctica? Porque es cierto que luego, a la hora de apoyar o no políticas concretas, esos mismos partidos comienzan a recular.

En un encuentro de este tipo pueden plantearse todo tipo de propuestas, algunas muy radicales, por ejemplo en el uso de la energía. Y ahí no es fácil que populares o los que se llaman "liberales" se muestren favorables. Sería muy impopular. De hecho, ni siquiera los socialistas estarían dispuestos a votar muchas de ellas. Esto es lo que los militantes de las organizaciones ecologistas les echan en cara: que sólo quieren la foto (para ponerse la etiqueta verde) pero no avanzan en las medidas.

Lo que ocurre es que también puede verse el problema desde el otro punto de vista. Porque al organizar este tipo de eventos, se está dando por bueno el principio general (que hemos crecido demasiado, que consumimos mucho y que hay que decrecer). Cómo se quejaba amargamente en Twitter Luis Garicano, "es una locura que Von der Leyen le otorgue credibilidad con su presencia". Porque el gran triunfo de estas jornadas es que unas ideas y propuestas que hasta hace poco eran exclusivas de la izquierda más radical ahora son el mainstream. En muchos ámbitos, "decrecimiento" suena bien, a sostenible, inclusivo, progresistas... Y el PP europeo y los que se llaman "liberales" participan encantados en una reunión para impulsarlo.

- ¿Entonces, decrecer es bueno? La conclusión que sacaría un observador externo viendo la web del evento y los discursos de los ponentes es que hay que luchar por esa meta. En realidad, sólo el cortoplacismo de los políticos (con miedo a perder votos) estaría retrasando una transición ineludible. Y esto deja en muy mal lugar a esos grupos mayoritarios de la Eurocámara: si das tu aprobación a ese principio general (la Tierra y la humanidad están en peligro a no ser que impulsemos el decrecimiento), ¿cómo puedes ser luego tan miope y egoísta como para negarte a tomar medidas por un puñado de votos?

En Libre Mercado negamos la mayor. No creemos que ni el planeta ni el ser humano estén en peligro ni que el crecimiento económico sea malo. Pero si uno está convencido de todo esto (y los líderes europeos nos alertan día sí y día también), lo extraño no son las medidas ya aprobadas, sino que no sean todavía más radicales.

- ¿Qué significa decrecer? El término es muy claro. Implica no sólo crecer más lento (esto Europa Occidental lo está logrando desde hace al menos tres décadas) o estancarse, sino retroceder en términos de PIB. La clave es consumir-producir menos, sobre todo en lo que hace referencia a la energía. Los defensores aseguran que hay que comenzar a olvidarse del crecimiento del PIB y pensar más en términos de bienestar social.

Las cifras

- ¿Y en términos prácticos, qué implicaría? Vamos a hacer la cuenta con dos indicadores muy básicos, pero que sirven para situarnos, el PIB per cápita y el consumo de energía por habitante.

- PIB: es verdad que los defensores del decrecimiento dicen que no es una buena ratio para medir el bienestar. De hecho, su planteamiento es que podemos vivir mejor y más felices con menos PIB. En este sentido, su postura es que hemos crecido incluso demasiado y que la humanidad no se puede permitir seguir en esa dirección, porque ya consume demasiados recursos y hace un uso excesivo de la energía.

Pero, precisamente por eso, una mirada a los países que tienen un PIB inferior al nuestro nos puede dar pistas. ¿Es verdad que se vive mejor allí? ¿A qué tendríamos que renunciar para que todo el planeta viviese según el estándar medio actual?

Como presuponemos que los que organizaron estas jornadas no pretenden que los europeos vivamos de forma más desahogada que africanos o asiáticos, la idea sería que todos los países tengan más o menos el mismo ingreso-consumo. ¿Cuál? Cómo dicen que ya hemos llegado al límite, la lógica nos lleva a pensar que, como mucho, el PIB per cápita medio en la actualidad.

Tomamos datos de Our World in Data, con cifras de PIB per cápita en paridad de poder adquisitivo y en dólares internacionales (para homogeneizar entre países):

  • El PIB per cápita medio a nivel mundial ascendía en 2020 a 16.185 dólares
  • Ejemplos de países que están, aproximadamente, en ese nivel: Brasil (14.064), Bosnia (14.509), China (16.316), República Dominicana (17.003), Tailandia (17.285).

Algunos un poco por debajo, otros por encima, pero más o menos todos ellos rondando la media mundial. Dejaremos a un lado a China, que es un caso muy particular (en su costa este hay ciudades con nivel de vida e ingresos europeo, mientras que en el interior hay provincias que apenas superarían los ingresos per cápita de muchos países africanos). Lo que nos dicen estas cifras es que si no queremos crecer más, todos los habitantes del planeta tendríamos que tener unos ingresos similares a los que actualmente tienen los bosnios, brasileños o dominicanos. Quien haya estado en estos países de viaje ya sabe más o menos el nivel económico del que hablamos.

- ¿Y España - Europa? Según esta misma base de datos, el PIB per cápita en nuestro entorno más cercano era:

  • España (36.211 dólares); Unión Europea (41.714); Dinamarca (55.820)
  • Es decir, los partidarios del decrecimiento y los que piensan que nuestra economía ya ha superado su límite de sostenibilidad creen que el español medio debería renunciar al 55% de sus ingresos anuales (ya que 16.185 dólares, el PIB per cápita medio a nivel mundial, supone un 45% del PIB per cápita español).
  • En el caso del ciudadano medio de la UE, esta renuncia debería ser del 61%. Para los daneses (y no son los europeos más ricos, una posición que ocupan luxemburgueses e irlandeses) la renuncia debería ser del 71% de sus ingresos.

Decrecer es esto. Y no hablamos del danés o el español más rico, sino del ciudadano con ingresos medios. Si la humanidad no puede crecer más, ya hemos llegado a nuestro límite de PIB y asumiendo que todos los países vayan convergiendo poco a poco a la media, lo que tenemos que hacer españoles o daneses es (1) aprender a vivir con los ingresos-consumo de un bosnio; (2) renunciar a más de la mitad de nuestros ingresos-consumo anual.

- Consumo de energía. También podemos ver este tema del decrecimiento desde la perspectiva del uso que hacemos de la energía. Volvemos a Our World in Data, pero en este caso a la estadística de consumo de energía per cápita.

  • El consumo medio a nivel mundial ascendió en 2021 a 20.902 kWh por persona
  • Países con un consumo cercano a esa cifra: Bosnia (20.694 kWh), Rumanía (20.168 kWh), Venezuela (20.011 kWh), Paraguay (19.847 kWh)
  • En España, el consumo per cápita ascendió a 32.709 kWh. Y en la Unión Europea a 37.519 kWh

El PIB per cápita no es el único indicador que anticipa el consumo de energía. Puede haber otros factores (clima, peso de la industria en la economía de un país, acceso a materias primas, etc...) que también influyan. Pero sí hay una cierta relación: los países más ricos, en general, consumimos más energía. Es verdad que lo hacemos de forma más eficiente (necesitamos menos energía por unidad de PIB), pero en términos absolutos los habitantes de Europa y EEUU consumimos más en términos pér cápita que los de países más pobres. Por lo tanto, si hay que decrecer, tendremos que comenzar nosotros. Haciendo la misma cuenta que hacíamos con el PIB, lo que implicaría el decrecimiento es que cada español renuncia a entre el 35-40% de la energía que consume. Aquí cada uno que piense lo que podría desenchufar, los viajes que dejaría de realizar o las industrias que tendríamos que cerrar. No pensemos que esto lo conseguiríamos reciclando un poco más o con unos cuantos carriles bicis: el decrecimiento, si es coherente, implica un cambio radical en las vidas de los europeos. Un consumo de un 40% menos de energía no se logra con campañas de concienciación ni con anuncios sobre el consumo de kilómetro cero.

A partir de aquí, en Libre Mercado discutiríamos los presupuestos iniciales. Entre otras cosas, porque si te los crees, las demás medidas son casi inevitables. Pero como decíamos antes, nosotros: (1) No pensamos que el cambio climático sea una amenaza existencial para la especie humana; (2) No creemos que los recursos sean finitos; el planeta sí lo es, pero la capacidad del ser humano y su imaginación no lo son; (3) No creemos que el actual nivel de crecimiento económico sea un peligro y nuestro objetivo es que los países que ahora están por debajo de la media se acerquen al nivel económico de Europa o EEUU, no al revés. La pregunta es ¿qué piensan de todo esto los líderes europeos? ¿De verdad Von der Leyen cree que hay que replantearse los límites del crecimiento? ¿Y a qué renunciará ella?

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