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Domingo Soriano

La noticia del siglo, cada vez más cerca: ¿en qué momento dejará de crecer la población mundial?

Si la población no va a seguir creciendo de forma inexorable, ¿sigue siendo necesario que cambiemos ahora todo nuestro modelo productivo?

Si la población no va a seguir creciendo de forma inexorable, ¿sigue siendo necesario que cambiemos ahora todo nuestro modelo productivo?
Estudiantes juegan cerca de su colegio, en Guinea-Conakri: el África subsahariana se mantiene como la región con mayor tasa de fertilidad del planeta. | Cordon Press

La noticia más importante del siglo probablemente pasará desapercibida. Y no será porque no se haya anunciado con antelación. Es verdad que a los políticos no les gusta hablar del tema, pero numerosos expertos y medios de comunicación lo anticipan desde hace años. Aquí también, en Libre Mercado, hemos hablado en numerosas ocasiones de esta cuestión, tanto a nivel mundial como en lo que hace referencia a España. De hecho, estamos ante uno de los grandes temas de debate a nivel global: por ejemplo, esta semana The Economist le dedica su portada y uno de sus editoriales.

Sin embargo, a pesar de esta expectación, hasta unos cuantos meses después de que se produzca nadie nos dirá que ha ocurrido. Quizás nunca sepamos en qué momento exacto sucedió. Lo que sí sabemos es que sucederá, salvo sorpresa mayúscula. Y lo que intuimos es que lo hará mucho antes de lo que pronosticábamos hasta ahora: la tasa de fertilidad (número de hijos por mujer) está cayendo más rápido de lo que apostaban los especialistas.

Por supuesto, que se desplome la tasa de fertilidad no es LA noticia. Lo que debería ocupar nuestra atención es el hecho de que por primera vez en la historia de la humanidad, tiene toda la pinta de que la población mundial caerá sin que haya guerras, pandemias o catástrofes naturales de por medio [Nota: No podemos adivinar el futuro, así que lo primero es admitir que también podrían ocurrir cualquiera de estas desgracias. Por ejemplo, que se desate una Tercera Guerra Mundial y, sí, entonces ésta sería la noticia del siglo; pero en este artículos seremos optimistas y miraremos con preocupación sólo el elemento demográfico sin catástrofes externas].

¿Cuándo ocurrirá? Eso no lo sabremos y, como apuntábamos, probablemente no lleguemos a saber en qué momento exacto se produce. Cuál es el día (¿25 de agosto de 2057?) en el que la curva de la población mundial llega a su pico y comienza a descender. Aquí, los expertos de Our World in Data, una de las mejores webs de recogida de datos y estadísticas que conocemos, pronostican, usando las proyecciones de la ONU, que ocurrirá alrededor de 2080 y tras haber alcanzado los 10.400 millones de habitantes.

En este punto, habrá quien piense que con la de preocupaciones que tenemos en nuestro día a día, tampoco merece mucho la pena ponerse a mirar lo que pueda o no ocurrir dentro de 60 años. Pero:

  • (1) Cada vez que los expertos actualizan las cifras con las que trabajan ahora, adelantan su previsión para el futuro. Es decir, lo que antes se preveía para 2100, ya está en 2080... y bajando. La realidad es que las tasas de fertilidad están cayendo a plomo en todo el mundo, especialmente en los países que hasta hace unos años parecían más reacios a sumarse a este fenómeno. Por lo que si la tendencia (y no hablamos de tendencia bajista, sino de tendencia a que se acelere esa caída) se mantiene, quizás en 2050-60 estemos ya rozando el pico de población global.
  • (2) Lo que ocurra en estas décadas estará muy afectado por este hecho. No veremos un mundo y una economía que cambian de un día para otro porque se haya llegado a ese pico de población. Ni habrá que esperar a 2050. El día que eso ocurra, los problema (y oportunidades) derivados del mismo ya estarán con nosotros. De hecho, algunos ya están aquí.

The Economist cita algunos de estos problemas, clásicos entre los expertos que tratan sobre estos temas. La mayoría de ellos serán retos globales: menos dinamismo; menos creatividad, riesgo y espíritu empresarial; captura del poder político por colectivos de rentistas... En resumen: sociedades más estáticas y más reticentes al cambio, lo que suele traducirse en menos crecimiento e innovación. Además, como explicábamos el pasado fin de semana en Libre Mercado para España, nuestro país tiene particularidades que hacen que desde aquí debamos estar todavía más atentos a lo que ocurre: población más envejecida, menos crecimiento económico desde hace un par de décadas, problemas enormes de productividad, gasto asociado al envejecimiento más elevado que en otros países...

Y hay tres aspectos especialmente relevantes que no siempre se plantean de forma directa, entre otras cosas porque rozan debates políticamente complejos, de los que nos hacen removernos en el asiento:

  1. Competencia por el talento: si la población mundial seguirá creciendo hasta mediados de siglo (y lo normal es que lo haga) no será porque se recupere la tasa de fertilidad, sino porque sigue subiendo la esperanza de vida. La medicina mantiene su ritmo de buenas noticias y mejores tratamientos. Pero no nos equivoquemos: jóvenes habrá menos (o, como mucho, su número será estable). Y jóvenes muy formados, procedentes de los países más ricos, pues todavía menos. Estamos todo el día hablando de la IA y de cómo sólo los países con más capacitación podrán prosperar en las próximas décadas, pero la materia prima para ese nuevo mundo digital escasea. ¿Qué van a ofrecer esos países ricos al nuevo petróleo del siglo XXI -un joven bien formado y productivo- para que acuda a sus costas? En el caso español, ¿con qué podemos atraerles?
  2. El reparto: en el año 1950, la población europea representaba algo más del 20% del total mundial (550 millones para unos 2.500 millones en todo el planeta). En 2050 (y esto es pasado mañana) estará alrededor del 7%. Por supuesto, un 7% que, además, será más viejo y cada vez más pobre en términos relativos. Desde hace tres siglos Europa y lo que podríamos considerar como civilización occidental ha estado imponiendo sus reglas. Porque hablamos de "valores globales o compartidos", pero eso no es cierto. Para bien o para mal, muchas de las creencias que en Europa reputamos como universales son nuestras y en otras regiones chirrían. Hasta ahora, ya sea por el poder de EEUU, por la hegemonía cultural occidental, porque les hemos ido convenciendo... por lo que sea, pero se han ido expandiendo. ¿Sucederá lo mismo en un mundo sin europeos/occidentales?
  3. Una política actual que mira mucho al futuro, ¿con realismo? Nunca en la historia se ha legislado más mirando al futuro. Especialmente, aunque no sólo, por culpa del cambio climático. Con razón o sin ella (y en Libre Mercado somos muy críticos, y minoritarios, con algunas iniciativas), lo cierto es que las proyecciones de emisiones en el futuro y las consecuencias que las mismas puedan tener en el calentamiento global están determinando muchas decisiones aquí y ahora. Pero si la población no va a seguir creciendo de forma inexorable, ¿sigue siendo necesario que cambiemos ahora todo nuestro modelo productivo? ¿Están incluyendo los estudios oficiales un escenario de caída de la población en 2060-70? La lucha contra el cambio climático tiene un inequívoco aroma malthusiano, y también ha jugado idea que tanto éxito tuvo a mediados del pasado siglo de la bomba poblacional: si se generaliza la percepción de que no sólo no hay bomba... sino que el peligro puede ser más bien el contrario (decrecimiento demográfico, estancamiento económico, lucha por atraer talento humano y no por excluirlo), también esos planes que miran a 2100, y que tan polémicos han sido en las últimas décadas, tendrán que revisarse.

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