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La izquierda comienza la cruzada por cambiar los horarios españoles: "Estamos en restaurantes hasta horas impensables"

La izquierda política y mediática apunta a los horarios de los bares mientras ignoran los verdaderos profundos problemas del mercado laboral español.

La izquierda política y mediática apunta a los horarios de los bares mientras ignoran los verdaderos profundos problemas del mercado laboral español.
La líder de Sumar, Yolanda Díaz, este martes 27 de junio. | EFE

Yolanda Díaz continúa adelante con su agenda para modular los horarios de los españoles. Y sabiendo que el éxito de su estrategia depende de los resultados que obtenga en las próximas elecciones generales, está volcando buena parte de sus esfuerzos electorales en promocionar, precisamente, esta cuestión.

En esta línea, Libre Mercado ya analizó recientemente las conclusiones del comité de expertos nombrado por Yolanda Díaz de cara a la formulación de una futura "Ley de usos del tiempo", entre las que destaca la modificación de los horarios televisivos y la imposición de nuevos horarios comerciales o jornadas escolares. Medidas que estarían, además, acompañadas por una reducción obligatoria de la jornada laboral hasta llegar a las 32 horas semanales en 2032.

La propuesta de los expertos contemplaba una reducción de la jornada laboral hasta las 37,5 horas semanales en 2026 y hasta las 32 horas en 2032, llegando así en dicho año a la prometida jornada de 4 días. Sin embargo, la líder de Sumar no ha tardado en corregir a sus propios expertos, y pretende acelerar el proceso para que ya desde el próximo año 2024 la jornada máxima quede establecida en 37,5 horas semanales.

Los objetivos de Yolanda Díaz con la ley que pretende sacar adelante en la próxima legislatura han quedado claros en una entrevista que la ministra concedió esta semana en La Sexta. Y en ella se confirmaba que la hostelería está en su punto de mira: "Tenemos que cambiar los horarios sociales, por ejemplo, en hostelería. Estamos en restaurantes hasta unas horas que no son pensables en ningún país europeo", aseguraba.

Aunque en el camino a un drástico e impuesto cambio en los horarios de los españoles no está únicamente la líder de Sumar, sino que la izquierda mediática está aprovechando la ocasión para abonar el terreno en este sentido. Así, por ejemplo, el diario El País lanzaba también esta semana un extenso reportaje en el que se abordaba la cuestión de los "horarios locos que roban la vida" a los trabajadores, y en el que diversos empleados y expertos se pronunciaban al respecto.

Algunas conclusiones parten del sentido común, como la idea de acabar con la tradicional pausa de dos horas para comer que alarga innecesariamente la jornada laboral, pero ignoran que estas prácticas son cada vez menos comunes en el día a día de las empresas. Y lo que es más peligroso: se utilizan estos argumentos como excusa para imponer un cambio uniforme en todo el tejido laboral del país, pasando por alto nuestras tendencias culturales, las peculiaridades climáticas o el fuerte peso de la industria turística.

Así, por ejemplo, el artículo cuenta con la opinión de la Comisión Nacional para la Racionalización de los Horarios Españoles (ARHOE), un lobby cuyo propósito es impulsar un cambio en la organización del día a día de los ciudadanos. Su presidente, César Martín, cree que la hostelería debería cerrar antes, recortando las horas a las que podemos ir a cenar a un restaurante o a tomar algo en un bar. "¿De verdad es necesario que bares y restaurantes abran hasta las 00.00 incluso entre semana? Esto afecta de forma decisiva en la vida de esos millones de trabajadores", asegura.

El gran problema de este tipo de debates es que tienden a centrar el foco en la regulación, a gran escala, y de abajo hacia arriba. Es decir, se plantean soluciones que, en última instancia, pretenden, por ejemplo, coartar la libertad de los negocios para abrir a la hora que consideren oportuno o de las televisiones a emitir sus programas en el momento que crean conveniente. Al fin y al cabo, se trata de una cortina de humo para no hablar de los verdaderos problemas de nuestra economía y de nuestro mercado laboral: lideramos los rankings de desempleo europeos e internacionales, con una dualidad y temporalidad preocupantes o un frágil tejido productivo que no es capaz de proporcionar crecimiento sólido a la economía ni acercarnos a los estándares de riqueza comunitarios.

Si realmente queremos mejorar las dinámicas horarias de nuestra sociedad, debemos empezar por garantizar un entorno normativo y fiscal favorable con la economía y el empleo, que priorice el incremento de la productividad. Este marco, es su caso, podrá estar complementado por medidas concretas que apoyen un cambio de paradigma en la idiosincrasia horaria española –si es que así la sociedad lo quiere– siempre y cuando estas no atenten directamente contra la libertad comercial y empresarial, como pudiera ser el cambio del huso horario nacional.

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