Menú
Manuel Fernández Ordóñez

Sólo el capitalismo puede salvarnos de los que contaminan y envenenan

Que la izquierda europea se presente a sí misma como la salvadora del planeta es, cuando menos, hilarante.

Que la izquierda europea se presente a sí misma como la salvadora del planeta es, cuando menos, hilarante.
El presidente de China, Xi Jinping | Europa Press

Dejarse influenciar por errores de diagnóstico nos lleva, irremediablemente, a aceptar soluciones falaces a problemas complejos. Cuando ignoramos el fondo de alguna disciplina, solemos adoptar la opinión de aquellos con una línea de pensamiento similar a la nuestra. Es decir, nos alineamos directamente con "los nuestros" en un ejercicio de sinrazón extraordinariamente generalizado. No podemos saber de todo, es evidente. Pero en este país no podemos admitir que no sabemos de algo. Inexorablemente, hemos de tener una opinión sobre cualquier particular. Y como no podemos formarnos una propia, simplemente adoptamos la de alguien que consideramos ideológicamente afín.

El problema es que hay muchas ideologías cuyas premisas son erróneas, son falsas, no se sustentan en la realidad. Y ahí es, precisamente, donde se origina el problema. Si no somos capaces de contrastar la veracidad de los datos, seremos víctimas de la carroña intelectual que pastorea a la masa borreguil según sus intereses particulares. El siguiente problema es que el borrego, viéndose incapaz de defender el por qué de su postura en un tema particular, únicamente puede jugar a insultar y desprestigiar a quien le interpela en un clima de creciente polarización social de difícil solución. Lo vemos todos los días en redes sociales, donde observamos atónitos cómo analfabetos funcionales se permiten el lujo de dar lecciones a catedráticos -e incluso premios Nobel- en su campo de especialización.

Una de las grandes mentiras sobre las que se asientan numerosas corrientes ideológicas contemporáneas es el odio al capitalismo porque se fundamenta, según ellos, en el atroz consumismo que está acabando con los recursos del planeta. Para empezar, el capitalismo no se basa en el consumismo, sino en el ahorro que nos permite invertir en capital. ¡En el ahorro, se basa en el ahorro! Para seguir, la lógica de la competencia de mercado incentiva que la producción industrial se lleve a cabo con menos materia prima, para aumentar los márgenes económicos. Es decir, el que consiga hacer lo mismo con menos recursos será el que más éxito tenga. Cuando cayó el Muro de Berlín nos dimos cuenta de que la industria comunista soviética utilizaba el doble de materia prima que Occidente para producir casi cualquier cosa. De hecho, la Unión Soviética consumía el triple de energía que Occidente para producir la misma cantidad de PIB y emitía mucho más CO2 por unidad de PIB producida. ¿Qué creen ustedes que es mejor para el medioambiente y para la escasez de recursos?

Lo fantástico del asunto es que esta realidad no es algo premeditado. Es decir, no es que un sistema económico comunista "busque" contaminar el medioambiente o dilapidar recursos naturales. Del mismo modo, tampoco es que un sistema económico capitalista "tenga como objetivo" el respeto por el medioambiente o el uso racional de recursos naturales. Simplemente son los incentivos que esos dos sistemas económicos producen. Los grandes teóricos del comunismo (como Lange) nos decían que la lógica capitalista de la búsqueda de beneficios conduce a un deterioro del medioambiente. Pero la realidad es que sucede, exactamente, lo contrario. La búsqueda de beneficios tiene como consecuencia la protección medioambiental y el ahorro de recursos naturales. No es un apriorismo, no es una voluntad del capitalista, simplemente es lo que sucede cuando quieres hacerlo mejor que la competencia.

En la Unión Soviética contaminaron hasta límites insospechados el lago Baikal y secaron el Mar de Aral. En ciertas zonas de Polonia los niños tenían cinco veces más metales pesados en sangre que los niños occidentales. En algunas zonas de la Alemania del Este el 60% de la población sufría enfermedades respiratorias y en alguna zona concreta (Espenhain) el 80% de los niños padecían bronquitis crónica o algún tipo de enfermedad cardiaca. Había zonas de Rumanía donde los caballos no sobrevivían más de dos años debido a la polución y, en lo que hoy es San Petersburgo, casi la mitad de los niños sufrían problemas gástricos debido a la contaminación del agua.

Nadie ha contaminado tanto el medioambiente ni ha envenenado tanto a su gente como el régimen comunista soviético (y el chino no se queda atrás). Insisto, no porque ese sea su objetivo, sino porque es la consecuencia inevitable de la falta de libertad personal y económica. Que en los tiempos que corren, la izquierda europea se presente a sí misma como la salvadora del planeta es, cuanto menos, hilarante. Que se vendan a sí mismos como los únicos preocupados por el medioambiente es algo que solamente pueden comprar los que no han ido a contrastar la realidad de los datos y la historia del siglo XX. Es decir, la gran mayoría. Por eso estamos como estamos. Es la época de la post-verdad.

En Libre Mercado

    0
    comentarios