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Rainer Zitelmann

Así ha cambiado Suecia: el viaje del socialismo al capitalismo

Muchas personas siguen mirando a la nación escandinava como si no hubiese cambiado.

Muchas personas siguen mirando a la nación escandinava como si no hubiese cambiado.
palacio real, suecia, estocolmo | Pixabay/CC/Giraffew

Mi último libro En defensa del libre mercado (Unión Editorial, 2023) incluye un sondeo que encargué a Ipsos Mori y que aborda las percepciones populares del capitalismo. De acuerdo con dicha encuesta, Suecia fue uno de los países del mundo donde más personas se manifiestan a favor del mercado. ¡Solamente 6 de los 34 países que analicé registraron mayores niveles de apoyo social al capitalismo! En las preguntas que aluden explícitamente al término capitalismo, el grado de aprobación cae pero incluso así hay apenas 9 países con mayores niveles de respaldo al mercado que Suecia, frente a 24 naciones donde predomina un sentir más negativo o directamente hostil. .

Otra encuesta anterior que incluí en mi libro Los ricos ante la opinión pública y que también elaboró Ipsos MORI encuntra que la envidia social hacia los millonarios es mucho menos intensa en Suecia que en Alemania o Francia y se sitúa al mismo nivel que Estados Unidos, donde estas posturas tienen una menor aceptación.

Si Suecia fue alguna vez un país socialista, lo fue hace décadas. Sin embargo, muchas personas siguen mirando a la nación escandinava como si no hubiese cambiado. A menudo nos cuesta difícil cambiar nuestra impresión de terceras personas que han dejado de ser como eran y, probablemente, con los países nos pasa lo mismo.

En el Índice de Libertad Económica de la Fundación Heritage, Suecia figura ya entre las diez economías más orientadas al mercado. Esto supone situarse muy por encima de España, que recala en el escalón 51 del ranking, o Estados Unidos, que recala en el número 25 de la tabla. Pero lo más notable de todo es la evolución que ha tenido su puntuación: Suecia ha mejorado su nota 16 puntos en los últimos 28 años, pasando de 61,4 puntos en 1995 a 77,5 puntos en 2023. Solo un puñado de países, como Vietnam y Polonia, han experimentado un aumento mayor en su libertad económica. Por comparación, Estados Unidos perdió 6 puntos durante el mismo periodo y, con una puntuación de 70,6 puntos, su resultado actual es mucho peor que el de Suecia.

Si uno quiere buscas elementos propios del socialismo en Suecia, los encontrará. El gasto del gobierno sigue siendo alto y se situó en torno al 49,6 por ciento del PIB en los años 2020, 2021 y 2022. De igual modo, aunque la carga fiscal en Suecia no es tan alta como antes, el tramo superior del IRPF alcanza el 55 por ciento. Más baja es la tributación de las empresas, con un 20,6 por ciento. Por otro lado, y a diferencia de muchos otros países, Suecia ya no tiene impuestos de sucesiones, donaciones o patrimonio, gravámenes todos ellos abolidos hace muchos años.

Por lo tanto, aunque todavía quedan algunos vestigios del socialismo en la Suecia actual, de las reformas capitalistas han conseguido ser predominantes. De hecho, la imagen "socialista" que tenemos de Suecia y otros países escandinavos viene de los años 70 y 80. En 1960, por cada 100 suecos que percibían la mayor parte de sus ingresos en el sector privado, había 38 que recibían su dinero del estado. Treinta años después, en 1990, esa ratio había aumentado a 151/38. Durante el mismo periodo, la cantidad de personas que trabajaban en el sector privado bajó de 3 a 2,6 millones, mientras que la cifra de personas que estaban a sueldo de las Administraciones o percibían el grueso de su salario del erario público saltó de 1,1 millones a 3,9 millones.

Estas políticas socialistas tan radicales alienaron incluso a aquellos que simpatizaban con el proyecto del Partido Socialdemócrata Sueco. Astrid Lindgren, autora mundialmente famosa por Pippi Calzaslargas, es un buen ejemplo de ello. Ya en la década de 1930, la escritora se había significado como partidaria de las políticas socialdemócratas. Sin embargo, Lindgren se vio afectada por las altísimas tasas impositivas que se acabaron imponiendo y descargó su indignación cuando publicó un "cuento de hadas fiscal" de corte satírico en un importante diario sueco. En el mismo, calculó que sus ganancias de 1976 habían quedado sujetas a una tasa marginal del 102 por ciento.

El rechazo a las ideas socialistas ganó cada vez más impulso y en la década de 1990 hubo una contrarreforma integral que, sin cuestionar fundamentalmente el modelo sueco de altos impuestos y beneficios sociales integrales, eliminó muchos de sus excesos. La nueva tributación aprobada en 1990-1991 redujo drásticamente los impuestos en todas las áreas. Posteriormente, Suecia abolió los impuestos que se aplicaban a las sucesiones, las donaciones y el patrimonio. El número de multimillonarios en Suecia ha aumentado considerablemente desde entonces.

En su libro It's Okay To Be Angry About Capitalism, Bernie Sanders identifica erróneamente a Suecia como modelo a seguir. Sostiene que uno de sus méritos ha sido acabar con los millonarios. Lo que no sabe el veterano legislador estadounidense y refernte de la extrema izquierda es que, en relación con el tamaño de la población, la cifra de multimillonarios que tiene Suecia es hoy un 60 por ciento más alta que la de Estados Unidos.

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