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Manuel Fernández Ordóñez

No queremos eólica... ni nada

Cuando en tu pueblo no hay colegio ni médico, que vengan a convencerte de que la producción eólica es buena para el país suena un poco a chiste

Cuando en tu pueblo no hay colegio ni médico, que vengan a convencerte de que la producción eólica es buena para el país suena un poco a chiste
October 28, 2012 - Santa Isabel, PUR, PUR - 20121028_PR HOY_MOLINOS_SANTA ISABEL EL GOBERNADOR DE PR LUIS FORTUNO VISITA LA FINACA DE MOLINOS DE VIENTOS PATTERN ENERGY EN LOS CAMPOS AGRICOLA DEL PUEBLO DE SANTA ISABEL. EN LA FOTO VISUALES DE LA FINCA DE MOLINOS DE LA COMPANIA PATTERN. ENERGY EN SANTA SANTA ISABEL. TONY.ZAYAS@GFR MEDIA.COM (Credit Image: © Tony Zayas/El Nuevo Dias via ZUMA Press) | Cordon Press

En las vacaciones de verano siempre vuelvo a casa, a mi Asturias del alma. Es cada vez más difícil, pero todavía es posible encontrar lugares donde escapar del mundanal ruido, incluso en pleno agosto. A la masificación veraniega de la zona oriental, repleta de gentes deseosas de disfrutar de nuestra naturaleza y gastronomía, se contrapone la zona occidental interior. Lugares como Taramundi, los Oscos o Illano siguen manteniendo una bajísima densidad de población y una actividad turística testimonial. A pesar de que son un auténtico paraíso, con cientos de kilómetros cuadrados de frondosos bosques autóctonos de castaños, robles y pinos que resisten estoicos a la invasión del omnipresente y despreciable eucalipto.

Una Asturias serena y honesta, en la que no te cobran cinco euros por una clara con gaseosa, como sucede en otras zonas más bendecidas por el sacrosanto PIB turístico. Sobre estas y otras cosas reflexionaba estos días perdido por la zona de Taramundi cuando alguien me entregó un folleto de una asociación local que protestaba contra el desarrollo de proyectos eólicos en la región. Este tipo de comportamientos sociales contra el desarrollo de instalaciones energéticas revisten especial interés para mí, por su paralelismo con el rechazo a la energía nuclear.

Lo cierto es que hace unos años poca gente podría imaginar que las energías renovables fueran a tener una contestación social reseñable, pero el tiempo va pasando y la oposición a este tipo de proyectos va creciendo de manera significativa. El ejemplo de la pasada ceremonia de los Premios Goya fue la punta de un iceberg mucho más voluminoso de lo que observamos a simple vista. Las protestas del sector pesquero en Galicia y Asturias contra la eólica marina, en las que pidieron la dimisión de la ministra Teresa Ribera, son otros ejemplos del rechazo social a unas tecnologías que empiezan a levantar demasiadas ampollas.

La gente no quiere nada cerca de sus casas que les incomode. Todos quieren tener electricidad y disfrutar de esta preciado bien de las sociedades modernas, pero nadie quiere una central de carbón, de gas o nuclear al lado de su casa. El problema es que ahora tampoco quieren generadores eólicos o paneles solares. Todo nos molesta, estamos en contra de todo lo que suponga algún tipo de molestia y preferimos, sin disimulo alguno, que sean otros los que carguen con los aspectos negativos de la producción de un bien sin el que no podríamos vivir. Energía sí, pero no aquí, podríamos resumir.

Y luego hay factores de justicia social de difícil encaje. Estamos hablando de pequeñas localidades muy dispersas donde los servicios públicos brillan por su ausencia. Donde el estado de las carreteras es muy mejorable, el médico más cercano está muy lejos y en la escuela los niños de diferentes cursos y edades están todos mezclados en el mismo aula porque no llegan ni a la decena. ¿Deben estas personas soportar los innegables efectos negativos de unos generadores eólicos que producirán una electricidad que ellos apenas consumen? ¿A qué tipo de solidaridad se debe apelar para hablar con unas personas que han estado siempre "abandonadas" para la administración pública? Cuando en tu pueblo no hay colegio ni médico, que vengan a convencerte de que la producción eólica es buena para el país suena un poco a chiste.

La España vaciada tiene problemas reales, tal vez no entendibles por el urbanita contemporáneo. Ese que hace que les planten molinos eólicos en la puerta de casa para que él, desde la barra del bar, pueda presumir de lo rápido que carga la batería de su nuevo coche eléctrico. Y va a ser difícil que la España vaciada pase por el aro, porque en sus pueblos no hay ni bar.

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