Un mes más, recogemos la tendencia creciente del endeudamiento generado por la gestión del presidente Sánchez, que no tiene límites. El Gobierno, ahora en funciones, cree que puede endeudarnos hasta el infinito, que no habrá problema para colocarla en los mercados y que siempre nos financiarán, además sin incremento de coste.
Todo lo contrario: con cada incremento de deuda, peor calificación tendremos, que dificultará más la colocación de la misma y que la encarecerá. Dicho encarecimiento vendrá también por el hecho de que ante el incremento de los tipos de interés, el dinero cuesta más, con lo que financiar a cualquier agente económico también se encarece. Eso, aunque no quiera verlo la izquierda –no estaba en esas lecciones de "matemáticas para progres" que solía mencionar en el Congreso Iván Espinosa de los Monteros– es así, y cada mes añaden más peso a la losa de deuda que tenemos que soportar todos los españoles.
Así, el endeudamiento público sigue incrementándose de manera desmedida, como muestran los datos de junio, últimos publicados:
En junio, la deuda aumentó en 26.930 millones de euros. La tendencia alcista de déficit y deuda continúa, pese al exceso de recaudación derivada de la inflación, que, además, ya se va ralentizando (crecimiento de ingresos fiscales de un 18,3% en el primer semestre de 2022 frente al incremento del 3,8% en el primer semestre de 2023, que con la deriva del gasto presionará más sobre el déficit y la deuda).
La deuda supera ampliamente los 1,5 billones de euros y se sitúa en junio en 1,568 billones de euros de endeudamiento, con más de 400.000 millones de euros de incremento desde que gobierna Sánchez (411.454 millones), según las notas iniciales de deuda de las AAPP emitidas por el Banco de España con carácter mensual.
De esta forma, la deuda sigue incrementándose en alrededor de 200 millones de euros al día (221,69 millones) –casi 1.500 millones a la semana, 6.000 millones al mes, más de 9,2 millones cada hora– desde que gobierna Sánchez.
O dicho de otra manera, Sánchez incrementa la deuda cada minuto en 153.950 euros.
Es decir, mientras un ciudadano hace una pausa de quince minutos para tomarse un café por la mañana, Sánchez habría incrementado la deuda en más de 2 millones de euros.
Y durante una jornada laboral completa, en la que un ciudadano habrá estado trabajando duramente ocho horas, generando actividad económica, empleo y pagando sus impuestos, Sánchez habrá aumentado la deuda en casi 85 millones de euros.
Este grave problema puede poner en peligro a la economía española, tanto por su capacidad para financiarla si el BCE deja de comprar deuda, como por la repercusión de sus intereses en el presupuesto, que mermará recursos para servicios esenciales y que, a su vez, incrementará el gasto.
De esa manera, el déficit estructural español se situará en 2023 cerca de cinco puntos porcentuales sobre el PIB, elemento que señala un grave desequilibrio de la economía española. Déficit estructural que es la gran preocupación de la Comisión Europea. El déficit final en 2023 se prevé del 3,9% del PIB.
De hecho, la Comisión Europea, pese a revisar ligeramente al alza la previsión de crecimiento, considera que España no cumplirá con el objetivo de estabilidad del 3% en 2024, al situarlo en el 3,3% del PIB. Eso se debe a que el gasto se está acelerando, de manera que se están desperdiciando los ingresos adicionales derivados de la inflación para reducir el déficit y la deuda. Así, el Gobierno ni deflacta para no subir los impuestos a los ciudadanos como consecuencia de la inflación, ni lo aprovecha para cuadrar las cuentas, ni reduce la deuda, que es una losa que se traducirá en más impuestos futuros para pagarla.
Sánchez no rectifica, pues la disminución de la deuda que algún mes se produce no es real, sino por efecto estadístico del distinto decalaje entre amortizaciones y nueva financiación.
La tendencia, así, sigue siendo alcista –y así seguirá mientras siga habiendo déficit, pues la deuda no es más que el sumatorio de los distintos saldos presupuestarios de cada ejercicio– con la aportación de inestabilidad a la economía que ello supone, como también ha sucedido en el pasado 2022 y sucederá en 2023, pese al incremento extraordinario de recaudación motivado por la inflación, que ya se desacelera a pasos agigantados.
La deuda con esos más de 1,5 billones de euros, supone el 113,87% del PIB español sobre la estimación de crecimiento de PIB nominal del plan presupuestario 2023 que el Gobierno envió a la UE), que es del 113,1% si se emplea el PIB agregado de los últimos cuatro trimestres publicado por el INE.
Aunque es obvio que el efecto del denominador derivado del crecimiento del PIB mitiga el cociente, como vemos, seguirá siendo muy elevado porcentualmente y, lo que es más preocupante, creciente en valores absolutos. La cifra de cierre prevista para 2023 por el propio Gobierno es la mencionada del 113,87%.
Todo ello, nos lleva a que desde que gobierna Sánchez la deuda se ha incrementado en 411.454 millones de euros. Durante el primer año, aumentó en 38.688 millones, y al cabo cinco años de mandato el incremento es de más de 400.000 millones de euros, según las notas mensuales iniciales publicadas por el Banco de España sobre la deuda de las AAPP.
Así, si durante el primer año creció la deuda por persona en 828,03 euros, en los más de cuatro años de mandato de Sánchez la deuda por persona ha aumentado en más de 8.000 euros (8.537 euros, más de diez veces el incremento del primer año).
O visto de otra manera: en el primer año, la deuda se incrementaba a un ritmo de 105,99 millones de euros al día. Ahora, tras casi cinco años de Gobierno de Sánchez, la deuda crece 221,69 millones de euros cada día.
De esa forma, seguimos con un incremento exponencial del gasto, siendo los últimos en haber recuperado el nivel de actividad económica previo a la pandemia (tal y como corrobora Eurostat), en un entorno económico complicado, de elevada inflación, siendo muy preocupante la subyacente –la mayor desde hace más de treinta años–, fuertes costes energéticos –que están propagando ese incremento de precios por toda la cadena de valor–, y un optimismo imprudente por parte del Gobierno. Sánchez mira hacia otro lado mientras la deuda bate cualquier registro imaginable y nos pone en una situación preocupante, como señalamos mensualmente.