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El nuevo absurdo climático de la UE: penalizará a los países que mejor protegen sus bosques

La nueva normativa de deforestación trata a los países que mejoran sustancialmente sus resultados igual que a los que van cada vez peor.

La nueva normativa de deforestación trata a los países que mejoran sustancialmente sus resultados igual que a los que van cada vez peor.
La presidenta de la Comisión Europea, Ursula Von der Leyen | Europa Press

La Unión Europea ha incurrido en un nuevo absurdo a la hora de diseñar su política climática. Bruselas ha diseñado una regulación que, sobre el papel, pretende "combatir la deforestación". Sin embargo, cuando se consideran sus efectos prácticos, lo cierto es que esta nueva normativa golpea específicamente a los países que mejores resultados han venido cosechando en materia de protección y cuidado de los bosques. El resultado último es un encarecimiento en la importación de productos clave, con lo que ello conlleva en términos de inflación.

En el corazón de la normativa está la exigencia de que los productos que llegan a Europa no provengan bajo ningún concepto de terrenos donde se haya producido un proceso reciente de deforestación. Este planteamiento "micro" introduce todo tipo de comprobaciones burocráticas y, lo que es peor, ignora la necesidad de entender la gestión de los bosques con una perspectiva "macro", es decir, evaluando el desempeño general de los países en dicho frente.

En la práctica, las normas que ha diseñado la UE van a encarecer sobremanera la importación de productos estrechamente regulados como el aceite de palma. Esta circunstancia explica el malestar de Indonesia y Malasia, que generan casi el 90% de la producción mundial y llevan años en el punto de mira de asociaciones ecologistas que pretenden limitar este tipo de cultivos.

A lo largo del último lustro se han venido trenzando distintas alianzas público-privadas que, en la práctica, han arrojado resultados notables. Según el informe Global Forest Review que elabora el World Resources Institute han puesto de manifiesto que la tasa de deforestación ha bajado un 64% en Indonesia y un 57% en Malasia. La caída también ha sido acentuada en Costa Rica (-63%), China (-60%), Costa de Marfil (-47%) o Vietnam (-45%).

Si repasamos más detalladamente las cifras de Indonesia, encontramos que la deforestación provocada por la actividad humana tocó techo en 2012 y se ha reducido desde entonces. Si se consideran también las pérdidas de superficie de bosque provocadas por incendios, el pico se alcanzó en 2016. De modo que la evolución es claramente a mejor, como vemos en el siguiente gráfico.

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Arief Wijaya, director de programas del World Resources Institute, sostiene que, en el caso de Indonesia, "la clave para esta mejora radica en la combinación de distintas reformas que reducen la huella medioambiental de los cultivos de aceite de palma con avances como una mayor seguridad jurídica y cumplimiento de la ley, mejor cuidado de las turberas y otros humedales, esfuerzos eficaces en materia de control de incendios, limitaciones de la actividad agrícola en las zonas más sensibles, penas más duras para desincentivar por completo los cultivos ilegales…Todo eso es lo que ha contribuido a la deforestación".

Los números de Malasia también reflejan una mejora progresiva, hasta el punto de que la superficie de bosque alcanza el 55% del país, por encima incluso del histórico compromiso del 50% que adquirió el país hace décadas, en la Cumbre de Río de 1992. En la actualidad, la tasa de deforestación malaya ya es negativa en términos netos, de modo que cabe hablar de un fenómeno de "reforestación" que ya está en marcha. Asimismo, el país ha creado un nuevo sistema de certificación conocido como MSPO que está facilitando enormemente la colaboración público-privada en este campo.

Marcado contraste con Brasil y Bolivia

Las cifras de Indonesia o Malasia muestran un cambio a mejor que contrasta con los números que exhiben Brasil o Bolivia, donde los datos de 2022 apuntan a una aceleración de la deforestación. He ahí el agravio que denuncian los países asiáticos, que se consideran perjudicados por la nueva normativa europea, al comprobar que sus mejoras no han sido tomadas en cuenta y que sus productores van a quedar sujetos al mismo tratamiento que el ofrecido a aquellas naciones cuyo desempeño en este campo sí evoluciona a peor.

¿Qué impacto tendrá la medida? El más evidente será el encarecimiento de las importaciones provenientes de Indonesia y Malasia, con la consecuente subida de precios en el sinfín de productos de uso común generados con aceite de palma (alimentos, cosméticos, químicos…). Tal escenario contribuirá a agravar la crisis inflacionista... y todo con la falsa excusa de una agenda climática como la de las instituciones europeas, que, lejos de tomar en cuenta la evidencia disponible, insiste en penalizar a los países que mejores resultados están consiguiendo en el ámbito de la deforestación.

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