El peronismo dio la sorpresa en la primera vuelta de las elecciones presidenciales, con la victoria del ministro de Economía, el peronista Sergio Massa, que logró el 36,6% de los apoyos y superó al candidato libertario, Javier Milei, que cosechó el 30% de los sufragios. El desempate entre ambos aspirantes tendrá lugar el próximo 19 de noviembre.
La tercera candidata con más apoyos, Patricia Bullrich, emerge ahora como la figura clave para dirimir los comicios. Vinculada al ex presidente y empresario Mauricio Macri, logró la confianza del 23,8% del electorado, de modo que su capacidad para influir en el cara a cara definitivo no puede pasar desapercibida. De momento, su primera comparecencia tras los comicios ha estado centrada en analizar su desempeño en la primera vuelta de las presidenciales.
Así, Bullrich declaró a la prensa que no había logrado los resultados esperados y, a renglón seguido, denunció que "desde hace años, Argentina se hunde en la decadencia", añadiendo que "el populismo ha empobrecido al país". Sin embargo, Bullrich ya ha afirmado que "no será ella quien ayudará a que vuelva al poder quien ha sido parte del peor gobierno de la historia", una clara referencia crítica al peronista Massa.
¿Significa eso que sus votos fluirán sin más a la lista de Milei? Sobre el papel, Milei es un firme defensor de la economía de mercado que defiende un modelo de máximos. En cambio, Bullrich se enmarca en la corriente "gradualista" que caracterizó la presidencia de Macri. De igual manera, el estilo extravagante e incluso populista de Milei se aleja del tono gris y serio de Bullrich. Ambos candidatos representan, pues, formas muy diferentes de hacer política. Sin embargo, Bullrich ha defendido ideas liberales en la campaña.
"Desregularemos la economía derogando más leyes de las que vamos a aprobar", "mi gobierno tendrá déficit cero desde el primer presupuesto", "bajaremos los impuestos que soportan las empresas y las familias", "queremos un capitalismo de todos, no de amiguetes", "modernizaremos las leyes laborales", "acabaremos con las emisiones del Banco Central", "el político no debe ser un privilegiado"… Todos estos compromisos fueron suscritos por la candidata vinculada a Macri a lo largo de la campaña que ahora llega a su fin y, si bien no van tan lejos como los de Milei, lo cierto es que ahondan en la dirección de reducir el peso del Estado y fomentar un modelo de mercado.
Los dos candidatos han chocado en cuestiones como la forma de acometer la reducción del gasto público (Bullrich defendió que ella no sacaría una "motosierra", en referencia al discurso más radical de Milei) o la manera de embridar la inflación (la dirigente de Juntos por el Cambio abogó por un sistema dual peso-dólar, mientras que el libertario apuesta por introducir directamente la divisa estadounidense como hizo en su día Ecuador).
En cualquier caso, si se trata de la necesidad de liberalizar Argentina, el Índice de Libertad Económica le da la razón a ambos. En 1996, el país lograba una puntuación de 74,7 puntos sobre 100. Hoy su nota es de apenas 51 puntos. En categorías como la referida a la estabilidad monetaria, el control del endeudamiento o la protección de los derechos de propiedad, el país del Cono Sur no llega siquiera al umbral de los 40 puntos. Señalar esta circunstancia es vital para entender el auge de Milei y, probablemente, sugiere que muchos votantes de Bullrich acabarán confiando en el candidato libertario.
Sin embargo, no es menos cierto que Milei no ha logrado mejorar de forma sustancial los resultados que cosechó en las elecciones primarias del pasado verano, cuando 7,3 millones de argentinos votaron por el líder de La Libertad Avanza, que entró en política en 2021 tras ser elegido Diputado Nacional por la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Así, lograr 7,9 millones de votos en la primera vuelta de las presidenciales solamente puede ser considerado un resultado decepcionante e, incluso, apunta a un posible "techo" electoral que ahora debe ser elevado para lograr una victoria que, sin duda, sería histórica.
El peronismo sabe perfectamente que el resultado de su candidato es mejor de lo esperado, pero igualmente preocupante. El 36,7% que logró Massa el pasado 22 de octubre se compara muy negativamente con el 48,2% que logró Alberto Fernández en las presidenciales de 2019. Además, la situación macroeconómica es desastrosa, con la inflación alcanzando una tasa anual del 200%. Sin embargo, toda la maquinaria propagandística del Estado argentino se ha puesto al servicio de la candidatura de Massa, que además se apoya en la red clientelar tejida por el peronismo desde hace décadas.
De modo que Milei lo tiene más complicado de lo que parecía y su eventual victoria en la segunda vuelta de las presidenciales pasa por seducir a los votantes de Bullrich y disipar de esta forma los miedos o recelos que sigue despertando la rompedora candidatura del aspirante libertario.