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Johan Norberg vuelve a la carga: "Necesitamos más capitalismo y más globalización. No menos"

El célebre intelectual sueco publica El manifiesto capitalista, una defensa sin complejos del mercado y la globalización.

El célebre intelectual sueco publica El manifiesto capitalista, una defensa sin complejos del mercado y la globalización.
Johan Norberg presenta | Fundación Rafael del Pino
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Johan Norberg vuelve a la carga con El manifiesto capitalista (Deusto, 2024). Su nuevo libro recupera el enfoque que exploró a finales de los años 90 con su clásico ensayo En defensa del capitalismo global, pero con la certeza de quien sabe que buena parte de las tesis que planteaba entonces han quedado validadas con el paso del tiempo.

El autor escandinavo, con el que Libre Mercado mantuvo un encuentro antes de su charla en la Fundación Rafael del Pino de Madrid, recalca en su nueva obra que "la pobreza extrema bajó del 38 al 29 por ciento en los años 90, cuando yo escribí aquella obra, pero lo mejor de todo es que esa cifra siguió bajando y ahora se sitúa en el 8,4 por ciento. A pesar de que la población mundial aumentó en más de 1.500 millones de personas durante ese periodo, el número de pobres disminuyó en más de 1.100 millones. Y si se elimina a China del conjunto de datos de 1990- 2019, la evolución sigue siendo muy favorable, puesto que la pobreza baja en dos tercios y pasa del 28,5 al 10 por ciento".

El autor de superventas como Progreso (Deusto, 2017) o Abierto (Deusto, 2021) ha construido un gráfico multidimensional que refleja la evolución registrada en rúbricas como la pobreza, el analfabetismo, la mortalidad infantil o el hambre. El desempeño observado de 1990 a 2020 es abrumadoramente positivo y confirma la mejora de las condiciones de vida que ha propiciado una era marcada por el avance de la globalización y del capitalismo en distintas regiones del mundo que, hasta la última década del siglo XX, habían estado cerradas al mercado y, en muchos casos, capturadas por el comunismo y sus vertientes.

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El economista y Premio Nobel, Angus Deaton, ha escrito a este respecto que "hay quienes sostienen que la globalización es una conspiración neoliberal diseñada para enriquecer a unos pocos a expensas de la mayoría. En ese caso, esa conspiración fue un fracaso desastroso; o ayudó a más de mil millones de personas como consecuencia imprevista. Ojalá las consecuencias imprevistas funcionaran tan favorablemente".

Para los críticos de la globalización, la pandemia del coronavirus debió haber servido como advertencia. Norberg recuerda que "el mundo se confinó y se bloquearon el comercio, la migración, los mercados, la educación… Pues bien, parece que la esperanza de vida retrocedió hasta los 71 años y que el número de personas en situación de pobreza extrema probablemente aumentó en casi 70 millones durante el primer año de la crisis sanitaria. Es difícil imaginar una prueba más contundente y trágica de que el progreso depende de sociedades y economías abiertas. El desastre provocado por un bloqueo mundial debe servirnos como aviso. De hecho, a partir de 2021, cuando el mundo empezó a abrirse, la pobreza extrema comenzó a reducirse de nuevo y, en apenas un año, se redujo en 30 millones de personas".

La miseria del comunismo y la lacra del populismo

"Si analizamos los veintiséis países que han evolucionado del comunismo al capitalismo, encontramos que cada aumento del 10 por ciento en sus niveles de libertad económica llevó asociado un aumento del crecimiento de casi el 3 por ciento", apunta el pensador nórdico. Eso sí: consciente de que los avances han sido menores en otras áreas del mundo, Norberg entra a fondo en los motivos de ese rezago.

"En África, el PIB per cápita creció un 35 por ciento entre 2000 y 2019, más rápido que el de todo el mundo. La pobreza extrema se redujo de casi el 60 por ciento a poco más del 40 por ciento. Sin embargo, dentro del continente hay resultados muy dispares. Por ejemplo, desde 1960 vemos que Botsuana ha crecido a una tasa media de casi el 6,5 por ciento anual gracias a un modelo económico liberal. Mientras otros países africanos nacionalizaban la gestión de sus recursos naturales e intervenían sus mercados, Botsuana hacía lo contrario y salía ganando como resultado. También en Mauricio se observa un desempeño parecido, de nuevo al calor de un sistema económico más abierto", señala.

En cambio, "si vamos a Sudáfrica, nos topamos con una situación muy diferente. En la segunda mitad de los años 90, tras el fin del apartheid, la política se movió a un clima de reconciliación que vino acompañad de una mayor libertad económica. Con Nelson Mandela y su sucesor, Thabo Mbeki, la inflación se mantuvo bajo control, la deuda pública se redujo a la mitad y la tasa de crecimiento alcanzó el 5 por ciento. El mundo pensó que Sudáfrica podía ser el próximo milagro económico. Sin embargo, el líder del ala izquierda del Congreso Nacional Africano, Jacob Zuma, hizo campaña contra este modelo "neoliberal" y se hizo con el poder. Entre 2009 y 2018 puso en marcha un programa basado en el control estatal de la economía, en la redistribución radical… Cambiaron las cosas, sí, pero muy a peor. Zuma disparó el gasto público, las empresas estatales fueron saqueadas, las infraestructuras colapsaron, los precios volvieron a crecer, la deuda pública se duplicó y la pobreza volvió a aumentar".

Por todo esto, y por muchas otras razones expuestas con brillantez en un libro que ya se ha convertido en superventas, Norberg insiste en que "la globalización no es excesiva, sino insuficiente. Necesitamos más globalización y capitalismo, no menos". Es de la misma opinión el fundador de Tesla, Elon Musk, quien considera que la obra del autor sueco "no es solamente una excelente explicación de por qué el capitalismo es beneficioso, sino también de por qué es moralmente justo".

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