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Domingo Soriano

El tuit más ilógico de Mónica García: o cómo la izquierda reniega de uno de sus grandes éxitos

Más allá de la situación económica, los europeos del siglo XXI hemos escogido esperar, retrasar o, directamente, evitar la opción niños.

Más allá de la situación económica, los europeos del siglo XXI hemos escogido esperar, retrasar o, directamente, evitar la opción niños.
Mónica García, ministra de Sanidad, hace unas semanas, en el Senado. | Cordon Press

La familia ya no es importante. O lo es, pero mucho menos que antes. Casarse, tener hijos, formar un hogar: lo que para nuestros abuelos era el objetivo fundamental de sus vidas, ahora es algo secundario. Una meta que puede aplazarse si el trabajo o el ocio lo requieren. O incluso no buscarse.

Por supuesto, solterones y solteronas ha habido toda la vida. Nunca fue un problema ni nadie los miró mal. La diferencia en 2024 reside en su número. Lo que antes era relativamente excepcional, ahora es casi la norma (ya hablemos de no casarse nunca, hacerlo muy tarde, matrimonios sin hijos, diferentes parejas, etc...)

Y la izquierda, encantada, ¿no? Es lo que siempre buscaron. Liberarnos de esa carga que ellos suponían que era la familia ha sido uno de sus grandes objetivos en el último medio siglo.

Pues debería ser que sí, pero es que no. O les gusta la idea (la familia orillada frente a un Estado cada vez más fuerte) pero no algunas de las consecuencias. Como, por ejemplo, la falta de niños. En este punto, vuelve la izquierda clásica, la materialista, la del valor-trabajo: sin niños no hay trabajadores, ni consumidores, ni empresas, ni impuestos... Y a ver quién paga todos esos derechos que todos tenemos garantizados.

La ministra de Sanidad, Mónica García, lo denunciaba en Twitter este jueves:

La vivienda como excusa

Vuelve el mantra de las guarderías (aquí, nuestro artículo al respecto). Bueno, en este caso no son las guarderías, ahora la excusa es la vivienda. Que suena muy bien. Y es igualmente falso.

No voy a entrar en si España tiene un problema de acceso a la vivienda (no lo tiene en general, aunque sí en las grandes ciudades). Ni en si las políticas que impulsan los aliados de García han agravado ese problema (creo que también).

Aquí la clave es la causalidad. ¿Tenemos menos hijos porque no podemos acceder a una vivienda?

La idea no es disparatada del todo. La vivienda es importante. No sólo tener una, sino de qué tipo. Por ejemplo, algún artículo he leído sobre cómo a igualdad de otros factores (ingresos, edad...), el tamaño de la vivienda ayuda a tener con más hijos. Lo del sueño americano y la casita con jardín y porche. Pues un poco sí: en ese tipo de viviendas, que escasean en España, se tienen más hijos. Y por supuesto, para casarse y tener hijos el primer paso suele ser emanciparse, algo que en España hacemos tarde y mal.

Pero incluso si tenemos todo esto en cuenta, el tuit de la ministra no se sostiene por ningún lado. Si fuera cierto que el principal problema de los jóvenes para tener hijos es el acceso a la vivienda (o, más en general, una situación económica desahogada), las ciudades-provincias-regiones-países más ricos y con mercados laborales más dinámicos tendrían tasas de fertilidad más elevadas. Incluso podríamos pensar que en los años de crisis se hundiría este indicador y mejoraría en los de crecimiento. No a todo.

Pobreza y riqueza

  • En España, con menos población que en la actualidad, nacían casi 700.000 niños a mediados de los 60. Ahora mismo nacen menos de 232.000 de madres nacidas en España y menos de 330.000 en total. La renta per cápita en 1964 era muy inferior a la actual (según datos del Banco Mundial, en dólares constantes, hablamos de entre 10-12 veces menos). Pero no parece que el dinero o las estrecheces de espacio importasen especialmente a nuestros padres a la hora de tener más hijos.
  • La tasa de fertilidad ha pasado de los 2,8 hijos por mujer a mediados de los 70 a 1,16 en 2022 (datos de Eurostat). De nuevo, ningún indicador económico puede explicar este resultado. Ni el gasto público, ni el consumo privado, ni la renta per cápita... Nada indica que estemos peor que a mediados de los 70. Pero tenemos muchos menos hijos que entonces (y sin contar inmigrantes, todavía menos)
  • Tampoco las crisis económicas parecen explicar demasiado. Sí, es cierto que España vivió una cierta recuperación demográfica a finales de los 90 y comienzos de los 2000, coincidente con la burbuja del ladrillo, pero también con la llegada de inmigrantes. Con el estallido de esa burbuja, partir de 2008, las cifras vuelven a hundirse. Pero cuando llega la recuperación, a partir de 2015-16... la natalidad sigue en caída libre. En la última década, ni las cifras de empleo ni los salarios anticipan nada en este punto. De hecho, si así fuera, sería un argumento que García debería tener cuidado en plantear: tras seis años de Gobierno progresista, si fuera cierto que los jóvenes no tienen hijos por dificultades económicas, serían sus compañeros de gabinete los primeros responsables.

Puede que el resultado histórico haga a algunos arquear las cejas. Porque la sociedad actual es muy diferente a la de mediados del siglo XX. Podríamos pensar que es lógico que tengamos menos hijos que entonces, pero que la bajísima cifra que vemos en la actualidad sí debe tener algo que ver con el pésimo desempeño económico de las últimas dos décadas.

Pero tampoco hay nada que nos señale en esa dirección:

  • Si fuera un problema de vivienda, las provincias con más casas vacías (normalmente, las que tienen viviendas más baratas, grandes y accesibles) deberían ser las que tuvieran cifras de fertilidad más altas. Pues no. Según los últimos datos del INE (antiguos, es cierto, porque vienen de 2011), las provincias con un mayor porcentaje de viviendas vacías son Murcia, La Rioja y las cuatro gallegas. ¿Tienen estas provincias tasas de natalidad por encima de la media nacional? Pues algunas sí. Murcia, por ejemplo, en tasa de fecundidad (nacimientos por cada mil mujeres) está en el segundo puesto del ranking tras Almería. Pero las otras no: ni en Galicia (cifras muy por debajo de la media nacional en las cuatro provincias) ni en La Rioja (ligeramente por encima de la media) puede observarse esa tendencia. De hecho, en lo que se conoce como "España vaciada" lo que tenemos, por lo general, es una combinación que a García debe parecerle incomprensible: mucha vivienda vacía y muy pocos nacimientos.
  • ¿Y en las ciudades? Pues tampoco las cifras acompañan el discurso de la ministra de Sanidad. Madrid, Barcelona, Vizcaya o Guipúzcoa son las provincias más caras de España para adquirir vivienda. ¿Y sus cifras de natalidad? No son espectaculares, pero tampoco horribles. En Tasa Global de Fecundidad, están más o menos en la media (Vizcaya un poco peor, Madrid un poco mejor... pero nada muy destacable).
  • Quizás sean los jóvenes que ganan más los que antes se deciden a tener hijos. De nuevo, tampoco lo parece: en realidad, si hay un colectivo que destaca en España por tener familias más extensas es el de los inmigrantes, especialmente asiáticos y norteafricanos. No parece que sean los que disfrutan de mejores condiciones laborales.
  • Podemos compararnos con Europa. Ahí sí, España destaca para mal. Con una tasa de fertilidad de 1,19 hijos por mujer en 2021 (último año con datos de Eurostat para todos), somos el segundo país de la UE con peores cifras. Sólo nos gana Malta. Enfrente, lideran la tabla Francia (1,84 hijos por mujer), República Checa (1,83), Rumanía (1,81), Irlanda (1,78) y Dinamarca (1,72). En los puestos de cola, junto a Malta y España, aparecen Italia, Polonia, Portugal, Lituania, Luxemburgo, Grecia, Finlandia o Austria. ¿Correlación economía-natalidad? Pues también aquí parece complicado sacar conclusiones como las de la ministra.
  • Por último, me pasa Alejandro Macarrón, coordinador del Observatorio Demográfico del CEU y director de la Fundación Renacimiento Demográfico, la tabla que pueden ver debajo. Muestra a los grandes municipios españoles con más y menos paro (los que aparecen en la lista también suelen estar entre los más ricos y pobres de nuestro país). ¿Alguna relación bienestar económico y fertilidad? Ninguna
renacimiento-demografico-municipios-paro.jpg

Así explica todas estas cifras Macarrón, que también piensa que todo esto de los problemas económicos no son más que excusas para no afrontar el verdadero problema: "No todo el mundo tiene problemas para acceder a una vivienda. Sólo con que los que tienen casa y empleo tuvieran tasas de fecundidad más elevadas, la cifra en España ya no estaría por debajo del 1,2 como ahora. Lo mismo pasa cuando se habla de conciliación [para culpar a los horarios de las grandes empresas de las malas cifras de natalidad]. Si fuera así, deberíamos tener a las provincias con más porcentaje de funcionarios (por ejemplo, Extremadura) con cifras de natalidad mucho mejores que el resto de España. Y no es así".

¿Series o hijos?

Decía García en su tuit que estos datos "no son una nueva moda entre los jóvenes que prefieren ver series y hacer viajes". Y sí, así sin más, suena como muy contundente. Cómo vamos a pensar que alguien va a dejar de tener hijos por no perderse lo último de Netflix.

Pero lo cierto es que algo de eso hay. Las alternativas laborales y de ocio a nuestra disposición se han multiplicado. A los 20-30-40 años, enfrentados a la disyuntiva de tener hijos o aprovechar al máximo esas opciones, los europeos del siglo XXI hemos escogido esperar, retrasar o, directamente, evitar la opción niños. Los que tienen alguno tienen menos que sus padres. Y el porcentaje de los que no tienen ninguno cada día es más alto. Da igual países ricos o pobres; tasas de paro más elevadas o pleno empleo. Las cifras son las que son. Por lo menos, no nos engañemos. O no tratemos de engañar. Ni la vivienda ni las guarderías. Es que no queremos. Aceptémoslo (usted también, ministra).

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