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Domingo Soriano

Las ideas de Yolanda Díaz o cómo acabar con el fútbol profesional femenino en tres sencillos pasos

Las iniciativas de Yolanda Díaz en defensa de las jugadoras tienen muchas más posibilidades de dañar su posición que de mejorarla.

Las iniciativas de Yolanda Díaz en defensa de las jugadoras tienen muchas más posibilidades de dañar su posición que de mejorarla.
Cordon Press

Si a usted no le gusta el fútbol profesional femenino lo primero que debería hacer es replanteárselo: por ejemplo, ver jugar a Aitana Bonmatí es una auténtica delicia.

Pero si, incluso así, no está dispuesto a transigir, y quiere acabar con la naciente liga de fútbol femenina, lo tiene muy sencillo. En primer lugar, fiche a una política feminista para el Ministerio de Trabajo. Luego debe pedirle que abra un par de inspecciones a grandes clubes por no cumplir con las políticas de igualdad. Y, por último, impulse una norma para obligar a los clubes españoles a que paguen a sus jugadoras lo mismo que a Vinicius, Griezmann o Lewandowski. Ya lo tiene. Con estos tres sencillos pasos logrará su objetivo. Nunca más al Barcelona, Real Madrid o Atlético se le pasará por la cabeza tener una sección de fútbol femenino.

¿Quieren saber por qué Florentino tardó tanto tiempo en dar su aprobación para abrir una sección de fútbol femenino? Nunca lo dirán, pero es sencillo: porque temía (con razón) que terminase siendo otra rémora deficitaria. Digo "otra" porque esto ya le pasa, por ejemplo, a baloncesto. Y no sólo al del Real Madrid. La mayoría de los clubes con secciones en otros deportes (masculinos o femeninos, en esto sí hay igualdad) saben que es muy complicado cuadrar las cuentas. Sobre todo si quieres ser competitivo y pelear por la ACB o la Euroliga. Te costará (mucho) dinero. Esto quiere decir que los beneficios que genera el fútbol en parte se destinan a sufragar lo otro. Intuyo que a Pérez le preocupaba tener otro saldo negativo añadido. Ahora mismo, que la liga femenina profesional da sus primeros pasos reales (hasta hace 2-3 años no creo que ni se emitieran sus partidos por TV), sería injusto echar cuentas. Pero en unos años, una vez establecida, veremos si hay números negros. Viendo cómo les va al resto de deportes de equipo en España, tengo mis dudas.

Los sueldos

Dicho esto, vuelvo al tema de los sueldos, que es el más interesante como economista. Porque esta semana hemos conocido que la inspección de Trabajo (con el aplauso y el impulso de Yolanda Díaz) ha abierto varios expedientes a algunos clubes por no contar con planes de igualdad. Esto ya en sí mismo es molesto, aunque las multas de las que se habla (he leído que hasta 7.500 euros) son migajas en los presupuestos de los clubes. Pero es que estas cosas nunca se sabe cómo pueden terminar. En España existe una ley anti-discriminación que dice que no se puede pagar diferente a hombre y mujer en la misma empresa por hacer el mismo trabajo. ¿Se imaginan que una futbolista del Barça o el Madrid demanda a su club para cobrar lo mismo que los jugadores del primer equipo? Yo no descartaría que algún tribunal de lo Social no les diera la razón.

El problema es que jugadores y jugadoras no pueden cobrar lo mismo. No digo que sea injusto o deje de serlo (aquí nos iríamos a las declaraciones de Rafa Nadal sobre lo que genera cada uno; y cada uno tendrá una opinión al respecto). Ni me meto en si me gustaría que pasara o no. Lo que digo es que NO pueden. Es imposible. El mercado, también aquí, impone su disciplina.

De hecho, imaginemos qué pasaría si alguien lo intentara.

- Cojamos un club (Madrid, Barça... da igual) que ahora mismo destina 500 millones a los sueldos de los 25 jugadores de la primera plantilla del equipo masculino y 5 millones a los sueldos de las integrantes del femenino. Las cantidades son inventadas pero intuyo que no están muy lejos de las reales en algunos grandes clubes europeos.

- La disparidad es enorme, de 100 a 1. Tan grande que a cualquier ministra de Trabajo comprometida con la igualdad debería hervirle la sangre al verla. ¿Solución? Obligar a los clubes a igualar los salarios. A partir de ahora, deberán destinar unos 250 millones a cada sección. Si hacemos la media, vemos que siguen siendo 10 millones por jugador: no es que Bellingham o De Jong vayan a sufrir para llegar a fin de mes.

- El problema es que Madrid o Barça no están solos. Hay otros clubes llamados City, Bayern, Juventus o PSG que siguen pudiendo dedicar sus 500 millones a pagar a sus jugadores: es decir, en estos equipos, en vez de 10 por cabeza, les tocarían 20. E intuyo que esa pequeña diferencia sí iba a importar a los Vini JR, Jude, Robert o Frank (o Kylian). Que sí, que ya lo sé, que tras cada gol se besan el escudo de su camiseta y aseguran que su compromiso con el club es total. Pero si les dices que van a cobrar la mitad que en Manchester o Turín... quizás se comprometan menos.

- Mi tesis es que una medida como ésta en pro de la igualdad retributiva tendría el efecto esperado por cualquiera: los clubes españoles tendrían menos posibilidades de fichar grandes estrellas de fútbol masculino (a cambio, coparían el femenino).

- Y esto último generaría un segundo efecto: serían menos competitivos, ganarían menos títulos, los patrocinadores les pagarían menos, venderían menos entradas, los derechos televisivos de La Liga serían más baratos... Y el presupuesto para sueldos quizás se redujese de 500 a 400. De los que sólo 200 pueden ir a los chicos. Ahora el sueldo medio de la primera plantilla sería ocho millones (y vuelta al primer epígrafe).

Nota al margen: esto no se solucionaría tampoco obligando al City, PSG o Juventus a hacer lo mismo. Incluso si todos los clubes europeos se pusieran de acuerdo (y no lo harían), tenemos a saudíes, chinos o incluso norteamericanos con el cuchillo entre los dientes para hacerle una OPA hostil al fútbol europeo. Como les den la oportunidad, no la dejarán escapar.

Las secciones

Todo esto es evidente. De hecho, es tan evidente que ni siquiera Díaz ha planteado seriamente la posibilidad de obligar a los clubes a pagar lo mismo a unos y otras. Pero... (i) como decía antes, la Ley dice lo que dice y un juez muy comprometido con la igualdad podría un día decretar que no puede haber excepciones, por muy famosos que sean los clubes de fútbol; y (ii) noticias como las que hemos conocido esta semana, con inspecciones abiertas a clubes, no creo que ayuden demasiado a que los presidentes de estos clubes miren con simpatía a una sección que estoy convencido de que ahora mismo les cuesta dinero a la mayoría.

Siempre me ha generado curiosidad este hecho: los grandes clubes españoles de fútbol en esto son una rareza en comparación con sus rivales europeos, la mayoría de los cuales no tienen que soportar un déficit por la sección de basket, balonmano o hockey. Mi intuición es que el aficionado medio no lo sabe. Al madridista de a pie le encanta ver un par de veces al año al equipo de baloncesto, como cuando hace unos días le ganó al Barça la final de la Copa del Rey. Otra cuestión es si sabe que con el déficit de la sección podría pagar un fichaje como el de Bellingham cada tres años.

Ahora imaginen que las yolandas díaz de nuestras vidas ponen su mirilla dirigida al fútbol femenino. Y que lo que ahora mismo es un déficit manejable y una oportunidad para dar una imagen del club más amable (ya saben, comprometidos con la inclusión y la diversidad), se convierte en un problema de verdad o en un coste de 25-30 millones al año (ni siquiera nos vamos a ir al supuesto de los 250 millones que planteábamos en el ejemplo). ¿Cargarse el fútbol profesional femenino de raíz? No se me ocurriría una forma más efectiva de lograrlo.

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