Nacido en Venezuela, Emmanuel Rincón es escritor, abogado, periodista y comentarista político, ha publicado ocho libros y cientos de artículos sobre asuntos de política y economía. Rincón suma más de medio millón de seguidores en redes sociales, su cuenta de X se encuentra entre las más influyentes del mundo. Recientemente publicó "El hombre jugando a ser Dios" (Gaveta Ediciones), ensayo sobre el que hablamos en la siguiente entrevista.
En su libro denuncia el autoritarismo burocrático en el que han caído los Estados modernos. ¿A qué se refiere?
Los Estados de hoy en día, incluyendo aquí a los regímenes democráticos, han incrementado su presencia de forma significativa en todos los ámbitos y campos del desarrollo humano. Los políticos quieren justificar sus sueldos y parece que a menudo lo hacen cediendo ante el impulso de adoptar nuevas legislaciones y regulaciones que se van acumulando y terminan teniendo el efecto de restringir, controlar, limitar y deformar las acciones humanas. Parece que pocos políticos son conscientes de que parte importante de su trabajo debería consistir en dedicarse a desmontar legislaciones absurdas. El resultado de esto es que cada vez tenemos economías más intervenidas, impuestos más altos, legislaciones y normas que entorpecen el desarrollo social y económico...
Hace algo más de una década, Vd. vivió esta situación en carne propia.
En 2013, cuando aún vivía en Venezuela, recuerdo que estuve trabajando para abrir un restaurante. Reuní muebles con ayuda de amigos y familiares, usé los pocos ahorros que tenía para comprar equipamientos, encontré una ubicación apropiada… pero nunca pude abrir mi local. ¿Por qué? Necesitaba la autorización de la Junta Comunal, unos cuerpos locales creados por el chavismo. También debía contar con permisos otorgados por la alcaldía, los bomberos, la policía… Además, tenía que rellenar algunos formularios del gobierno regional. Y, cuando intentaba cumplir con todos esos requisitos, a menudo me encontré con peticiones de soborno y otras reclamaciones irregulares a las que por supuesto me negué. Finalmente terminé por rendirme, mi proyecto de emprendimiento murió antes de nacer y seis personas que iban a formar parte de la iniciativa se quedaron sin trabajo, todo porque el Estado y sus regulaciones te estaban impidiendo trabajar.
Si bien es cierto que esto ocurrió en un país dictatorial como Venezuela, este tipo de situaciones son cada vez más comunes en las economías desarrolladas, donde los burócratas se han ungido en una especie de semidioses a los que hay que adorar para que te brinden el sello de aprobación que solo ellos pueden brindarte, pues de lo contrario no puedes trabajar, no puedes viajar, no puedes estudiar o no puedes hacer aquello que solo ellos están facultados para permitirte.
Y todo eso sin contar que, además de las trabas, en la mayoría de los Estados modernos los seres humanos deben pagar todo tipo de impuestos al Estado. ¿Vas al supermercado a comprar comida? Pagas impuestos. ¿Vas al cine a ver una película? Pagas impuestos. ¿Adquieres una vivienda? Pagas impuestos. ¿Usas tu coche? Pagas impuestos. La fiscalidad está en todas partes.
Según afirma, las críticas al mercado vienen con frecuencia de grupos que viven del dinero público. ¿Se puede cortar ese grifo y acabar con el círculo vicioso?
Lamentablemente, hoy los gobiernos de prácticamente todo el mundo se dedican a financiar la difusión del pensamiento marxista postmoderno a través de todo tipo de asociaciones, instituciones e incluso universidades de titularidad pública. La narrativa común en todos estos vehículos es la de la "lucha de clases", la de las "víctimas y verdugos", etc. Y todo ello son excusas para la intervención continua del Estado en nombre de la "justicia social".
Quizás el ejemplo más claro de todo esto es lo que ha sucedido recientemente en Argentina con el nuevo gobierno de Javier Milei. Ha cerrado ministerios innecesarios, ha iniciado la clausura de empresas públicas inútiles, ha ajustado los subsidios insostenibles otorgados a ciertos sectores de la cultura… ¿Quiénes fueron los más críticos? No se quejó la gente de la calle, se quejaron aquellos que viven del Estado, los que estaban colocados en los ministerios, los que que hacían películas subsidiadas que nadie veía…
Según afirma, las críticas al mercado vienen con frecuencia de grupos que viven del dinero público. ¿Se puede cortar ese grifo y acabar con el círculo vicioso?
No creo que cerrar el grifo corte el círculo vicioso, al menos no a corto plazo, pues para ello haría falta ante todo una reforma aún más integral, que por ejemplo abarque el sistema educativo, donde hace falta poner el énfasis en el estudio de economía y finanzas. Solamente así podemos acabar con la ignorancia de segmentos amplios de la población que caen fácilmente ante los mensajes que abogan por hacer que el Estado intervenga continuamente.
¿Qué es una "sociedad parasitaria" y en qué punto se encuentra España en relación con dicho estado?
Una sociedad parasitaria es aquella en la que un grupo mayoritario se dedica a chuparle la sangre a ese grupo minoritario que trabaja incansablemente y, en la práctica, es el que logra mantener a todo el país. Hace algunos años se estimaba que en Cuba trabajan aproximadamente 4 millones de personas, mientras que otras 7 millones viven del Estado. Asimismo, la propia isla lleva décadas viviendo de los subsidios del petróleo venezolano… Al final, este tipo de situaciones son un círculo vicioso que no tiene fin, donde todos los incentivos juegan a favor de la clase parasitaria y todas las trabas se imponen a la clase que crea riqueza. Es fácil pensar que es un poco estúpido seguir insistiendo en trabajar y no en vivir del Estado, porque en modelos así uno termina siendo igual de miserable y de dependiente de lo que habría sido si nunca lo intentase.
La economía de Argentina presenta un panorama muy similar actualmente y terminar con todo esto no es tarea sencilla para Milei. En cuanto a España… Siempre he pensado que Argentina iba cinco años detrás de Venezuela y que España iba cinco años detrás de Argentina, por el mismo camino que hundió al país del Cono Sur, aunque últimamente parece que todo se ha acelerado con Sánchez y esa convergencia a peor es aún mayor.
Las ayudas del Estado se han multiplicado, las normativas del mercado de trabajo generan miseria, los niveles de tributación son de chiste… En España es más fácil dedicarse a cobrar ayudas públicas que ser autónomo. El mensaje que envía el gobierno de Sánchez es claro: ¿para qué esforzarse?
No soy muy favorable a la Unión Europea, pero solamente la pertenencia a dicho bloque ha hecho que la economía española siga a flote, pero para mí es evidente que, en este momento, España ya es una sociedad parasitaria. No al nivel de Cuba o Venezuela, claro está, pero que sin duda evolucionando muy a peor conforme pasan los años.
En en su libro afirma que tal esfera tiene mucho más que ver con Maquiavelo o Frank Underwood. ¿Puede desarrollar?
Bueno, los incentivos de los políticos no son siempre los mismos incentivos de la población. Los ciudadanos buscan mejorar sus condiciones de vida, pero los políticos, por regla general, buscan sencillamente sacar el máximo beneficio político y electoral, es decir, preservar el poder.
Por ejemplo, un político puede tomar la decisión de subir impuestos a los ricos y de aumentar la impresión monetaria para regalar dinero y, a menudo, esto se traducirá en más votos a su favor. A corto plazo, tales medidas pueden parecer un aparente alivio pero a largo plazo destrozan la salud de la economía, arruinan empresas y dejan a millones de personas sin trabajo. Sin embargo, por el camino vemos que el político podrá avanzar en su agenda y sumar apoyos, porque lamentablemente no todo el mundo entiende de economía. Hasta que las consecuencias sean evidentes, no pagará el daño causado.
Es muy extraño ver a políticos hacer lo que hoy por ejemplo hace Milei: cortar subsidios, eliminar burocracia y dejar de repartir subsidios. Más extraño aún es que la gente apoye entusiasmada estas medidas. Generalmente, cuando se ejecutan este tipo de políticas, ocurre todo lo contrario. Ojalá eso siga siendo así.
Defiende un "flat tax", pero ¿cómo implementaría?
La idea de un impuesto plano es una de las más sencillas de implementar, pero es precisamente la enorme burocracia la que crea gigantescas estructuras tributarias que se aseguran de evitar el cambio de paradigma para seguir manejando recursos. Si el Estado controlase sus gastos, redujese su burocracia y simplificase el código tributario, la economía crecería y, de hecho, la recaudación terminaría siendo mayor por efecto de ese crecimiento. Sin embargo, parecería que los políticos solamente quieren aprobar más y más impuestos con los que arruinar a aquel que produce y genera riqueza. Demasiados países se han convertido en auténticos infiernos fiscales donde se castiga al trabajador, al empresario y al inversor… y se beneficia a aquel que no solo no genera recursos, sino que los detrae.
¿Qué momento político vive América Latina? Está llena de gobiernos de izquierdas, pero solamente se habla de Javier Milei.
América Latina ha venido atravesando procesos políticos sumamente difíciles desde inicios de siglo. La irrupción de Chávez y la forma en que utilizó el dinero proveniente del petróleo para financiar la toma de poder de sus aliados en toda la región cambió por completo las dinámicas políticas latinoamericanas. En el pasado solíamos tener gobiernos predominantemente socialdemócratas en el plano económico. En cambio, hoy tenemos solamente franquicias del socialismo fallido de Cuba y Venezuela que han seguido evolucionando en toda la región, caso de Brasil, Bolivia, Colombia, Chile, México y hasta hace no mucho, el lamentable caso de Argentina. De Milei se habla tanto porque supone un cortocircuito en el sistema establecido.
Su libro habla de la nueva psicología del izquierdismo, basada en luchas minoritarias con las que cargar incesantemente contra el sistema.
Históricamente la izquierda ha explotado ese discurso de "buenos" y "malos", los de "arriba" contra los de "abajo"… Sin embargo, hoy ese marco se ha diversificado enormemente y la izquierda ha multiplicado la lista de "opresores". De hecho, hoy prácticamente cualquiera puede ser presentado como una víctima y, en el imaginario popular de la narrativa progresista, siempre se requiere la intervención del Estado para curar tales "desiguladades". Se instrumentaliza la raza, la sexualidad, la feminidad… e incluso hay "activistas contra la gordofobia", "activistas contra la islamofobia" y demás. En definitiva, la izquierda ha logrado conquistar a todo tipo de grupos marginados para hacerles creer que sus problemas han sido creados debido a ese sistema de "explotación" llamado capitalismo. La izquierda es ese padre que aplaude cada capricho de sus hijos, que jamás les corrige, y que en lugar de inculcarle valores, educación y trabajo, les inculca que deben envidiar a quienes tienen más, arrebatándoles todo lo que tengan… Una sociedad que piensa de esta manera está condenada al fracaso más rotundo.