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El Impuestómetro del Instituto Juan de Mariana ha generado mucho debate en las últimas semanas. Mientras, el Gobierno rechaza la transparencia fiscal.

¿Cuantos impuestos paga, de verdad, el trabajador medio en España?

El Impuestómetro del Instituto Juan de Mariana ha generado mucho debate en las últimas semanas. Mientras, el Gobierno rechaza la transparencia fiscal.

En las últimas semanas, el debate económico en España ha girado en torno a la cantidad de impuestos que paga el trabajador medio. La culpa es del Impuestómetro del Instituto Juan de Mariana, uno de los informes que más ruido ha generado en nuestro país este 2024. ¿Es cierto que pagamos menos impuestos que nuestros vecinos europeos? ¿Por qué nos cobran las cotizaciones en dos partes: una del trabajador y otra de la empresa? ¿Cuál es el coste real de un asalariado de nivel medio en España? ¿Podemos hablar de esfuerzo fiscal o sólo nos sirve la métrica de la presión fiscal?

Todas estas cuestiones, que parecían destinadas al ámbito académico, han pasado a primer plano de la opinión pública gracias a este documento. Y gracias también a que desde las organizaciones empresariales, especialmente la CEOE tras la propuesta de Antonio Garamendi, se ha puesto encima de la mesa una petición que aquí, en La Pizarra de Domingo Soriano, llevamos años haciendo (y sabemos que no somos los únicos; es un clásico del liberalismo hispano): cambiar la definición de sueldo bruto, para que el trabajador cobre el total de su salario, incluso con la posibilidad de una doble transferencia bancaria (primero en positivo, por el total del salario mensual) y luego una negativa, correspondiente al pago de impuestos y cotizaciones sociales.

Por eso, esta semana, Nuria Richart y Domingo Soriano se preguntan dos cosas: cuántos impuestos pagamos... de verdad. Y por qué, aquellos políticos tan preocupados porque el ciudadano tenga toda la información disponible (desde las calorías de cada paquete de galletas que nos comemos hasta si aceptamos la política de cookies de cada página que visitamos), justo en esto prefieren no contarnos toda la verdad. No sólo eso, es que incluso se enfadan cuando alguien plantea lo contrario. ¿Mala conciencia?

La respuesta a la segunda pregunta la tendrá cada político en su cabeza. Respecto a la primera, lo único que podemos decir es que el trabajador español cobra realmente (es decir, cuesta realmente a su empresa) mucho más de lo que piensa; y paga en impuestos, mucho más de lo que se imagina. Y esto no es un juicio de valor: entendemos que, desde una perspectiva socialdemócrata, haya quien crea que los impuestos deberían ser todavía más altos. Lo que se nos hace más complicado de aceptar es que aquellos que tan orgullosos se muestran de este sistema y defienden con tanta determinación sus ventajas... sean precisamente los menos dispuestos a explicarle al ciudadano las bases en las que se asienta el modelo.

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