Nacido en Buenos Aires, en 1948, Carlos Rodríguez Braun es catedrático de Historia del Pensamiento Económico, miembro del Colegio Libre de Eméritos de España y correspondiente de la Academia Nacional de Ciencias Económicas de la Argentina. Ampliamente reconocido como uno de los liberales más influyentes de nuestro país, Braun es autor de numerosos libros y se entrevista con Libre Mercado para presentar un interesante volumen de reciente publicación titulado El pensamiento de Milei (LID Editorial, 2024).
¿Cómo ha sido el proceso de estudiar el pensamiento del presidente argentino?
Para hacer un libro así, que se abstrae de consideraciones políticas o de imagen y se centra en la mente del presidente argentino, lo único que uno puede hacer es sumergirse en toda su producción intelectual. He leído buena parte de sus libros, artículos, discursos, ensayos… Ha sido un proceso exhaustivo, pero muy interesante.
Pero no es oro todo lo que reduce.
Sí, de sus escritos lo que me llamó la atención para mal es que, como ya habían apuntado algunos, Milei no ha sido riguroso a la hora de citar a otros autores. Esos copia-pega revelan que ha sido descuidado a la hora de poner por escrito sus ideas. Lo vemos tanto en pasajes tomados de textos filosóficos a fragmentos que vienen de escritos burocráticos de instituciones como el Fondo Monetario Internacional. Ese reproche hay que hacerlo, claro.
Los medios han presentado al presidente liberal como un extravagante, pero sus ideas tienen más arraigo del que muchos creen.
Sin duda alguna, Milei no es un marciano, no surge de la nada. Había un liberalismo argentino muy notable que le preexiste y que sembró el campo para que él pudiese recoger los frutos. De hecho, aunque no ha habido nada de liberalismo en la política argentina desde hace décadas, siempre ha habido un liberalismo intelectual y cultural muy notable y activo. Una figura esencial para entender el auge de alguien como Milei es la de Alberto Benegas Lynch hijo. Esto es como si en España un día aparece un Milei y alguien se da por sorprendido. ¡Pero oigan! ¡Que ya hay medios como Libertad Digital, centros como el Instituto Juan de Mariana o figuras como Pedro Schwartz, Jesús Huerta de Soto o Juan Ramón Rallo!
Milei habla mucho de economía, pero siempre lo hace entroncando con la moral. ¿Es esta una asignatura pendiente de los liberales?
Siempre he insistido en que el liberalismo trasciende la economía y, en el caso de Javier Milei, ha sucedido eso mismo, puesto que ya no es solamente un economista, sino que también hablamos del presidente de Argentina. Si esto es así es porque lo que Milei piensa y lo que Milei dice conecta con el nervio de millones de argentinos. Eso es importante tenerlo en cuenta y sospecho que, sin ese sustrato moral en su discurso, Milei no habría seducido a tanta gente.
En sus escritos, presenta una mirada moral a la economía que considero muy valiosa. La comparto totalmente y creo que es fundamental insistir en este punto. A veces olvidamos que la libertad es multi dimensional y que, si bien es fascinante analizar la dimensión técnica de los mercados, en base a la cual podemos medir y apreciar su funcionamiento y eficiencia, es vital no ser tan fríos y hablar también de la moral que subyace a todo ese sistema de producción y organización.
Lejos de dejarlo en un segundo plano, Milei hace eso mismo en todo momento, sin perder ocasión. Siempre insiste en que no hay separación alguna entre el mercado y la ética, de hecho considera que, en la medida en que el mercado sirve como espacio para la acción libre del ser humano, se separa claramente del socialismo, coactivo por naturaleza, y genera un proceso para que las relaciones humanas se basen en el acuerdo y el entendimiento mutuo.
La clave de la parábola del buen samaritano es que ayudó libremente y por su propia voluntad al judío apaleado, no lo hizo obligado por un centurión romano. Si le hubiesen forzado a actuar así, quizá el resultado material hubiese sido el mismo, pero a nivel moral nadie habría aprendido nada. La solidaridad no es coactiva.
Algunos liberales han pasado de refilón por la cuestión del feminismo radical y algunas de sus derivadas como el lenguaje inclusivo, quizá porque el feminismo original sí tenía componentes liberales. Sin embargo, Milei se ha lanzado en tromba contra todo ese discurso y, aparentemente, ha valido la pena dar esa batalla.
Me parece de gran valentía e inteligencia el haber ido contra la ridiculez del lenguaje inclusivo. Valiente, porque va contra un dogma muy asumido por élites que han sucumbido a la corrección política, hasta el punto de que se ha llegado a normalizar el destrozo del castellano como algo bueno. E inteligente porque no hubo repercusión alguna. Más allá de algunos activistas o tertulianos, nadie se quejó. La dignidad de la mujer no depende de inventar nuevas terminaciones ni de darle un ministerio a alguien como Irene Montero. Pues este hombre se ha cargado el Ministerio de Igualdad, se ha cargado el lenguaje inclusivo y, en efecto, no pasa nada. Eso demuestra que el liderazgo en el ámbito de la libertad pasa a menudo por poner encima de la mesa conceptos y mensajes que, lejos de ser minoritarios, sintonizan con parte importante de la ciudadanía.
Hay muchos escritos en los que Milei desprecia el proceso político pero, casi de repente, él mismo decidió dar el paso de optar a la presidencia.
El salto de Milei a la política es ciertamente una sorpresa. Hasta poco antes de dar el paso, insistió en que el sistema político argentino acabaría con cualquier liberal de bien, defendió que en Argentina no había margen de actuación para los liberales en la esfera pública, se posicionó en un discurso liberal de máximos incompatible, etcétera. Sin embargo, de repente da un paso al frente… ¡y ahora está en la Casa Rosada! Fue un cambio muy rápido y brusco, pero el resultado es el que es.
No todos los liberales argentinos son pro-Milei.
Soy amigo de muchos liberales argentinos pro-Milei, pero también conozco a otros liberales que no tienen una buena opinión de él. Eso es así y hay que tenerlo en cuenta. Al final, el liberalismo no es un bloque monolítico, alberga muchas sensibilidades y esta circunstancia es un claro reflejo de ello.
Su obra reconstruye el viaje intelectual del mandatario, que de hecho empezó su periplo en las filas del centroizquierda.
El itinerario intelectual de Milei lo llevó primero a posiciones neoclásicas propias del centroizquierda keynesiano en el que él se movía, pero rápidamente se aprecia un giro hacia el monetarismo y una mirada muy elogiosa del pensamiento y la obra de Milton Friedman. Esta fe en el monetarismo era tal que llegó a mostrarse muy entusiasta con la gestión de Ben Bernanke al frente de la Reserva Federal. Sin embargo, con el tiempo se aprecia una evolución de su pensamiento, indudablemente influido por autores como Benegas Lynch hijo o Huerta de Soto, que han acercado a Milei hacia las posiciones de la Escuela Austriaca.
Con todo, Vd. habla de Milei como un posible fusionista de estas distintas corrientes o familias del liberalismo.
Si uno rastrea su evolución intelectual, lo que encuentra es que, tanto en sus escritos como en su gestión de gobierno, parece tener la voluntad de integrar el monetarismo con la teoría austriaca y la teoría del crecimiento de autores como Robert Lucas, por quien profesa una admiración muy evidente. En los escritos de López Murphy o Giacomini se encuentra una valoración de esa tendencia a reconciliar diversas escuelas. También es claro que, ahora que ocupa responsabilidades de gobierno, se posiciona en ocasiones en discursos propios de corrientes institucionalistas. Al final, creo que todo esto es interesante y, si me permites la broma, creo que el nombre de sus perros refleja este espíritu de cooperación, porque se llaman Murray, Milton y Robert, en referencia a Rothbard, Friedman y Lucas. Por lo tanto, el pensamiento liberal tiene muchos matices y complicaciones, pero en Milei no veo vocación de acentuar esas diferencias sino todo lo contrario. Como digo en el libro, hay escritos suyos propios de un anarcocapitalista, otros más bien ceñidos al minarquismo, hay textos monetaristas y otros austriacos… pero eso no significa que no haya muchos temas comunes y un hilo conductor claro, que es la defensa general de un ideal liberal que considera productiva y sobre todo moralmente superior. Puede que parezca un tipo radical, pero es muy plural en su punto de vista.
Pero siempre se ha dicho que no todo lo que cabe en el papel tiene encaje en la política.
Con las pensiones, deduje inmediatamente que apoyaría un modelo como el que diseñó José Piñera, con la capitalización de la Seguridad Social, pero una cosa es la academia, otra la divulgación, otra la campaña electoral y otra la acción de gobierno… Entrar en política ha obligado a Milei a incurrir en el inevitable "pasteleo" y adoptar una mirada pragmática por encima de cualquier otra cosa. Con la dolarización será interesante ver qué ocurre.
¿Hay Milei para rato?
De momento las encuestas le son favorables, han sido seis meses y el apoyo popular sigue siendo muy alto. Me parece que es posible que su proyecto funcione, pero hay dos factores clave para que esto sea así: debe contar con la paciencia del pueblo argentino y lograr un avance muy importante en las próximas elecciones legislativas. Sobre lo primero, no obviemos que el ajuste es duro, la gente de momento muestra confianza en su gobierno, pero a medio plazo es fundamental que los resultados hablen por sí solos. Que siga bajando la inflación, por ejemplo, es esencial. Lo bueno es que, si logra una base de legisladores afines lo suficientemente amplia en las próximas elecciones legislativas, podrá poner en marcha medidas de liberalización que darán buenos resultados y ayudarán a validar su programa. Con los alquileres hemos visto que la derogación del intervencionismo imperante, comparable a las peores políticas de Ada Colau en Barcelona, ha hecho que se dispare la oferta de pisos mientras los precios de compra-venta y alquiler se han reducido. Si tuviese que apostar algo, ahora mismo lo haría con cautela, pero la verdad es que sería optimista sobre el futuro de Argentina y de Milei.