Yolanda Díaz quiere cambiar el horario a más de 14 millones de personas en España. La ministra de Trabajo está empeñada en que los españoles no tenemos tiempo para vivir de todo lo que trabajamos, y se ha puesto como objetivo estrella de esta legislatura que trabajemos menos.
El plan de Yolanda Díaz (con el beneplácito de Sánchez) consiste en cambiar este año la legislación laboral desde las 40 horas a la semana máximas legales a las 38,5 horas. Para 2025, el objetivo son 37,5 horas semanales.
Las más afectadas por la medida de la líder de Sumar serán las pequeñas empresas, que son las menos productivas (en las grandes multinacionales ya se trabajan menos horas). Sectores como la agricultura, el comercio o la restauración también serán los que más acusen el cambio. Sin embargo, a los profesores o a los funcionarios no les repercutirá en absoluto (porque trabajan bastantes menos horas).
Además, si nos vamos al dato de "horas efectivas de trabajo" de ocupados (hayan trabajado o no) que publica el INE, vemos que el asalariado del sector privado trabaja de media 30,9 horas; el del sector publico, 29,3 horas y solo trabaja más de 40 horas semanales el empleador, es decir el dueño de la empresa. Estos números no tienen en cuenta las vacaciones o cuando se enferma. Es decir, hacen referencia a lo que se trabaja realmente.
Bien es cierto que los datos de horas trabajadas pueden estar sesgados por las jornadas a tiempo parcial, pero ayudan a entender que el discurso de que nuestro país sea un infierno para el trabajador no se sostiene. De hecho, podría ser más parecido a un infierno para las empresas con medidas como esta, que no hace más que aumentar los costes unitarios de las empresas por ley.
Con las empresas que no encuentran trabajadores en récord (hay más de 140.000 puestos de trabajo sin cubrir) o con récord de absentismo (con más de 1 millón de personas que no acudieron ni un día de 2023 a su puesto de trabajo). ¿Realmente está justificada la reducción forzosa del horario? Parece que no.