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"El gobierno español ignora por completo las consecuencias de sus subidas impositivas"

Daniel Bunn, presidente de la Tax Foundation, se entrevista con LD para hablar de la deriva fiscal de nuestro país y de la situación en EEUU.

Daniel Bunn, presidente de la Tax Foundation, se entrevista con LD para hablar de la deriva fiscal de nuestro país y de la situación en EEUU.
Daniel Bunn, presidente de la Tax Foundation, habla con LD. | TF

Daniel Bunn es presidente y CEO de la Tax Foundation, el think tank de referencia a nivel mundial para el análisis de asuntos relacionados con los impuestos. Antes de incorporarse a la organización en 2018, formó parte del Senado de Estados Unidos en calidad de asesor. Completó su Máster en Política Económica en la Universidad Central Europea de Budapest y finalizó su Licenciatura en Administración de Empresas en la Universidad de North Greenville en Carolina del Sur. Bunn vive en Halethorpe, Maryland, con su mujer y sus tres hijos, pero visitó Madrid recientemente para participar en un evento en el que se entrevistó con LD para hablar de diversos asuntos, principalmente el legado de la reforma fiscal que impulsó Donald J. Trump en 2017.

En la reforma fiscal aprobada en diciembre de 2017 se aprobaron algunas rebajas fiscales de calado. Ha pasado el tiempo, algunas de las medidas temporales expiran próximamente y hemos vivido una pandemia desde entonces, pero ¿qué análisis general haría del impacto de la reforma, que redujo significativamente el tipo general del Impuesto de Sociedades, facilitó la repatriación de beneficios obtenidos en el extranjero, permitió la deducción inmediata de las inversiones empresariales y duplicó el mínimo exento del IRPF?

Es importante diferenciar entre el corto y el largo plazo. La meta central de la rebaja aprobada en 2017 era el largo plazo, cosa poco habitual en la política actual, en la que apenas se piensa a lo grande. Con los cambios introducidos, lo que se buscaba era aumentar la capacidad productiva de la economía, impulsar la producción por el lado de la oferta. No era un estímulo, un intento de darle un subidón de azúcar a una economía decreciente… Nada de eso. Por eso, más allá del cambio que mencionas en relación con el mínimo exento del IRPF, que se duplicó, se actuó esencialmente con las empresas, por el flanco de los beneficios y la inversión, para que las compañías puedan producir con menos trabas y obstáculos de naturaleza impositiva.

Pues hablemos de todo ello, empezando por el tipo general del Impuesto de Sociedades.

Teníamos uno de los Impuestos de Sociedades más altos de la OCDE, si tomamos en cuenta el tipo federal y los recargos estatales a menudo se encontraban niveles de imposición que rondaban el 40%, mientras que ahora, después de la reducción introducida en 2017, estamos en el entorno del 25% o el 26%, mientras que la media en la OCDE es del 23% o 24%. Bajando el tipo general se consiguió que los inversores y empresarios dejasen de pensar en llevarse su dinero a otros países, cosa que estaba pasando cada vez más hasta ese punto. Otra de las ventajas de una rebaja de estas características fue que las empresas ya no tienen que dedicarse a hacer un sinfín de operaciones orientadas a reducir su fiscalidad efectiva, puesto que con un tipo más bajo pueden pagarlo sin más en vez de dedicar tiempo, esfuerzo y dinero a buscar maneras creativas de aminorar el tipo exigido en Sociedades.

También se facilitó la repatriación de beneficios obtenidos fuera de Estados Unidos.

A finales de 2017 había un consenso generalizado en torno al hecho de que nuestras reglas fiscales estaban del todo obsoletas en lo tocante al tratamiento que brindaba Estados Unidos a los beneficios cosechados en el extranjero. Si tenías que pagar un recargo fiscal adicional para hacerlo, a menudo acababas decidiendo dejar ese dinero en la filial de turno y, si necesitabas capital, te endeudabas con ese efectivo como colateral, aprovechando además que los tipos de interés estaban cercanos a cero. Esto impedía que el capital fluyese hacia Estados Unidos con normalidad e incluso hacía que algunas compañías reestructurasen su operativa para fijar su sede fiscal en otros países. Desde la reforma, una empresa estadounidense lo tiene mucho más fácil, se han eliminado muchos de los recargos aplicables, de modo que el panorama ha cambiado por completo.

Hablemos ahora de la deducción inmediata de las inversiones empresariales, un punto que ha volado bajo el radar.

Sin duda. A menudo, las empresas pueden deducirse sus inversiones en bienes de equipo, maquinaria, plantas, etc. pero tienen que hacerlo de forma escalonada, en plazos de siete, ocho, incluso quince años. Los legisladores a menudo toman como referencia una estimación contable de cuál será la vida útil de esa inversión y aplican esos plazos a las deducciones. Sin embargo, si lo que quieres es animar la formación de capital, lo que tienes que hacer es facilitar hoy ese despliegue de inversión para los próximos siete, ocho o quince años. Esta es una rebaja que no resulta tan costosa en el medio o largo plazo pero que sí tiene un efecto inmediato y muy profundo sobre la operativa de las empresas, que pueden reducir inmediatamente el coste real de sus inversiones, a base de aminorar la fiscalidad efectiva de estas operaciones.

¿Y qué ha pasado desde entonces con la inversión?

Sobre lo primero, ya se han publicado algunos informes y estudios en los que se puede ver que, para aquellas empresas que han visto reducida su carga fiscal porque se han sujeto a las deducciones inmediatas, la inversión ha subido un 20%. Esta cifra es muy prometedora y, obviamente, se traduce es más productividad, más empleo y más crecimiento.

Se criticó que la reforma fiscal hundiría los ingresos tributarios.

Pues este análisis a menudo se hacía con una perspectiva estática, pero con una reforma así hay que pensar en el medio y largo plazo, porque obviamente estamos ante un claro ejemplo de un país que tomó la decisión de apostar por un modelo de más inversión y crecimiento, lo que puede suponer cierta caída de ingresos en el primer o segundo año de aplicación de las rebajas, pero también puede facilitar un aumento de los caudales públicos en cuanto se asienta el nuevo paradigma de mayor actividad económica. Con el Impuesto de Sociedades, la recaudación obtenida en 2022 y 2023 ha alcanzado los niveles de ingresos que se esperaban para el bienio antes de la aplicación de la reforma fiscal. Asimismo, si nos fijamos en las perspectivas para 2026-2027, cuando la reforma llegue al fin de su primera década de aplicación, todo apunta a que los ingresos obtenidos en el Impuesto de Sociedades serán mayores de lo que se esperaba cuando salieron adelante todos estos cambios.

Por el flanco de los trabajadores, el mínimo exento en el IRPF se ha duplicado.

En esencia, esto significa que millones de estadounidenses tuvieron que dejar de pagar el IRPF y que muchos otros hacen su declaración en un santiamén, porque se aplican un mínimo exento mucho mayor y esto les permite pagar menos o incluso no pagar nada sin necesidad de acogerse a esta deducción o esta bonificación, que obviamente acarrean papeleo.

Hemos hablado de Estados Unidos, pero quiero preguntarle por España. El actual gobierno ha subido 69 veces los impuestos, ha limitado la capacidad de las comunidades de bonificar y reducir algunos tributos, se ha negado a ajustar los tributos para tomar en cuenta la inflación… ¿Qué opina de todo lo que está haciendo Sánchez en materia impositiva?

España es un ejemplo claro de un país en el que su gobierno ignora por completo las consecuencias y los efectos de las subidas de impuestos. Puede gustarte o no gustarte que así sea, pero los impuestos inciden en las decisiones de las empresas y los inversores. A la hora de hacer negocios en España, lo que ha hecho el actual gobierno expulsa talento y capital. Y fingir que esto no tiene consecuencias, pretender que todo va bien, pues es una forma de negacionismo fiscal, de hacer como si nada ante una evidencia cada vez más abrumadora.

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