
La confirmación del nombramiento de Teresa Ribera como comisaria europea encargada de la vicepresidencia de Transición Limpia y del área de Competencia no está tan cerrada como el Ejecutivo quiere hacer ver. Su propuesta fue acordada por el equipo de Pedro Sánchez con la máxima responsable del Ejecutivo comunitario, la alemana Ursula von der Leyen, quien aceptó la inclusión de Ribera en virtud del pacto no escrito mediante el cual los populares y los socialistas europeos se reparten las principales funciones de gestión en Bruselas.
Sin embargo, la figura de Ribera levanta ampollas en la familia política de von der Leyen y, de hecho, el PP considera que la aún ministra de Pedro Sánchez es una dirigente muy radical en cuanto a sus ideas económicas y, por lo tanto, una mala elección. Así, los azules consideran que von der Leyen no puede ver confirmado su nombramiento en lo tocante a la cartera de Competencia, puesto que su marido, Mariano Bacigalupo, ocupa un cargo en la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV) y ha pasado previamente por la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC).
Ribera está dispuesta a seguir adelante con su candidatura. Por este motivo, en los últimos meses se han empezado a producir movimientos entre su equipo de colaboradores, ya que muchos de ellos quieren asegurarse su futuro profesional, conscientes de que la ministra socialista no tendrá la capacidad de organizar su equipo desde cero, puesto que von der Leyen ya ha avanzado que el organigrama de la cartera para la que ha sido propuesta está lleno de altos cargos del PP europeo, incluyendo aquí a los tres vice comisarios que estarán a las órdenes de quien finalmente asuma dicha responsabilidad.
Si Ribera quiere llegar al final de su nombramiento, deberá superar satisfactoriamente la evaluación de la Comisión de Asuntos Jurídicos que se encarga de revisar si hay o no posibles casos de incompatibilidad o conflictos de intereses. El marido de Teresa Ribera, Mariano Bacigalupo, fue propuesto para el PSOE como consejero de la CNMC, donde trabajó hasta 2022, siendo nombrado entonces consejero de la CNMV, una responsabilidad que sigue ejerciendo a fecha de hoy.
Aunque el gobierno de Sánchez da por hecho que la revisión de la Comisión de Asuntos Jurídicos se va a saldar de manera satisfactoria, hay precedentes de candidaturas propuestas en 2019 por la propia Ursula von der Leyen que se han venido abajo después del preceptivo análisis de incompatibilidades y conflictos de interés.
De hecho, aunque dicho organismo diese su visto bueno a Ribera, el ruido en torno al posible conflicto de intereses podría hacer que el Parlamento Europeo rechace finalmente su nombramiento, como ha sucedido en distintas ocasiones a lo largo de los últimos años.
El escándalo de los laudos, otro escollo
La nefasta imagen internacional de España por los impagos de los laudos de las renovables es otro de los aspectos que pueden perjudicar el nombramiento de Ribera. En este sentido, fuentes de las empresas afectadas recuerdan a Libre Mercado que su marido se ha pronunciado públicamente sobre esta cuestión hace escasas semanas, compartiendo en LinkedIn un mensaje en el que afirma que la propuesta de resolución presentada por su esposa había ofrecido un camino a las empresas afectadas, un argumento ciertamente sorprendente habida cuenta de que solamente uno de los cincuenta casos pendientes se resolvió mediante dicho mecanismo.

Este pronunciamiento ha generado una gran sorpresa, puesto que España se juega más de 1.880 millones de euros en la cuestión de los laudos renovables y el pronunciamiento de Bacigalupo tiene difícil encaje con el papel independiente que cualquier inversor espera de un integrante de la CNMV.