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El Instituto Juan de Mariana desmonta la propaganda del Gobierno y Oxfam sobre la desigualdad

Desmonta el alarmismo con el que la izquierda aborda estas cuestiones empleadas para justificar la subida de impuestos y reforzar el intervencionismo.

Desmonta el alarmismo con el que la izquierda aborda estas cuestiones empleadas para justificar la subida de impuestos y reforzar el intervencionismo.
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, a su llegada a la IX Conferencia de Embajadores de España, este martes, en el Ministerio de Exteriores en Madrid. | EFE

Un informe del Instituto Juan de Mariana pone en evidencia la propaganda del gobierno de Pedro Sánchez y de organizaciones como Oxfam acerca de la "desigualdad". El trabajo en cuestión pone de manifiesto que las diferencias económicas han ido a menos a nivel doméstico e internacional y desmonta el alarmismo con el que la izquierda aborda estas cuestiones, empleadas a menudo como justificación para subir impuestos y reforzar el intervencionismo.

El estudio apunta que "la caída en desgracia del "socialismo real" ha invitado a la izquierda radical a reinventar su retórica política abrazando nuevos discursos como el de la "lucha contra la desigualdad", una bandera que ha terminado siendo asumida de forma acrítica por la izquierda moderada y que también ha tenido influencia en el centro-derecha".

El IJM considera que, "partiendo de las investigaciones de autores como Thomas Piketty y de las campañas de agitación orquestadas por organizaciones como Oxfam, gobiernos como el que encabeza Pedro Sánchez en España han puesto encima de la mesa un sinfín de propuestas fiscales orientadas a elevar la fiscalidad de las rentas altas y los grandes patrimonios, todo en nombre de la "lucha contra la desigualdad". Poco ha importado que las tesis de Piketty o los trabajos de Oxfam hayan quedado sobradamente refutadas, puesto que la pretensión de fondo siempre ha sido la de reforzar el intervencionismo económico, de modo que la desigualdad ha sido una mera una excusa para avanzar en esa línea".

Desde el centro de estudios lamentan que "en España ha ido a más desde hace años el pensamiento de suma cero, que ignora la creación de riqueza y solamente se preocupa por su redistribución. No sorprende que nuestros indicadores de renta se hayan alejado cada vez más de Europa y Estados Unidos, puesto que la popularidad de este tipo de discursos se traduce en la preferencia por políticas económicas obsesionadas con penalizar, obstaculizar y gravar la creación de riqueza".

Vayamos, pues, a los datos. Según explica el informe, "en los últimos doscientos años, la población mundial se ha multiplicado por ocho, pero la renta media se ha multiplicado por quince. Durante este periodo, la tasa global de pobreza ha caído del 90 al 9 por ciento, la esperanza de vida ha aumentado de menos de 30 a más de 70 años y el analfabetismo se ha desplomado. En las décadas más recientes, la mortalidad infantil se ha reducido hasta situarse por debajo del 4 por ciento, la prevalencia de la desnutrición ha caído un 25 por ciento y los años de vida perdidos por enfermedades han bajado un 30 por ciento. Por tanto, no solamente es falso que la era del capitalismo haya conducido al mundo a una situación de colapso del bienestar, sino que los indicadores de desarrollo han mejorado de forma sustancial".

Asimismo, el documento recalca que "la igualdad no es sinónimo de progreso y la desigualdad tampoco implica menos prosperidad de forma automática. Países como Noruega, Países Bajos, Moldavia y Bielorrusia tienen un Índice de Gini muy parecido, de modo que su estructura de ingresos es muy equitativa. Sin embargo, los niveles de renta de Noruega (88.336 euros per cápita) o Países Bajos (49.670 euros por habitante) son mucho mayores que los de Moldavia (18.700 euros por cabeza) o Bielorrusia (6.675 euros por persona)".

Aunque el mundo sea hoy más próspero e igualitario, lo cierto es que esa prosperidad ha sido más acusada allí donde se han implementado políticas económicas liberales. Así, el IJM apunta que "los países con economías más libres tienen un nivel de renta diez veces mayor que el de los modelos más socialistas e intervencionistas. Los niveles de desigualdad de renta de los primeros son menores que los de los segundos (con un Índice de Gini de 32,4 y 37,5 puntos, respectivamente). Por lo tanto, no solamente no debemos dar por bueno que un mayor peso del Estado en la economía conduzca a una mayor igualdad, sino que debemos refutar por completa esta afirmación, a todas luces falsa a la luz de los datos".

En términos de riqueza promedio, "el patrimonio del ciudadano medio en España y otros países como Alemania, Estados Unidos, Francia, Reino Unido o Suecia se ha multiplicado por siete durante el último medio siglo, sobre todo por la mejora de las tasas de vivienda en propiedad y el crecimiento del ahorro financiero. El porcentaje de riqueza en manos del 1 por ciento más acaudalado ha caído del 60 al 20 por ciento del total nacional en el caso de España, exhibiendo caídas similares en otros países de nuestro entorno. La riqueza controlada por las élites económicas suponía el 75 por ciento del total nacional a comienzos del siglo XX, pero en la actualidad tiene un peso relativo que ronda el 25 por ciento".

Asimismo, "en términos comparados, el Índice Gini muestra que España es uno de los países con menos desigualdad de riqueza de toda la Unión Europea. Alcanzamos un resultado de 0,69 puntos en esta métrica, frente a los 0,88 de Suecia o los 0,78 de Alemania", de acuerdo con el informe del think tank.

Por otro lado, "la desigualdad de renta que presenta España es similar a la que tenía nuestro país en la segunda mitad del siglo XIX, con la diferencia de que la renta nacional es ahora 13,5 veces más grande que entonces. De nuevo, vemos que igualdad y bienestar no son sinónimos. Además, aunque los resultados alcanzados en el Índice de Gini de renta fueron a más tras la Gran Recesión, lo cierto es que llevan una década bajando, con la excepción del repunte observado en 2020-2021, coincidiendo con la pandemia del coronavirus. El Índice de Gini de desigualdad de renta llegó a ser de 34,7 puntos en 2015, pero se redujo a 31,5 puntos en 2023. Además, la evolución al alza que describió este indicador durante la Gran Recesión estuvo relacionada, en un 80 por ciento, con el comportamiento del paro, de modo que el problema de España nunca fue uno de desigualdad, sino de exclusión laboral derivada de un desempleo masivo que se empezó a revertir con la flexibilización del mercado laboral aprobada en 2012-2013. En clave europea, la desigualdad de renta está ligeramente por encima de la media pero, si ajustamos los datos para tomar en cuenta el efecto renta de la propiedad de vivienda, el resultado alcanzado por nuestro país es inferior al promedio comunitario".

Además de abordar las diferencias de riqueza y renta, el estudio apunta asimismo que "la desigualdad de consumo en España es casi idéntica al promedio europeo (0,16 en nuestro caso, 0,15 en la UE). Con todo, lo cierto es que, desde 1960 hasta nuestros días, el coste relativo de adquirir numerosos bienes y servicios se ha abaratado ostensiblemente, experimentando una de las mayores caídas del mundo desarrollado en lo tocante al número de horas de trabajo requeridas para obtener ingresos con los que cubrir necesidades básicas o productos de uso común. La abundancia observada en el acceso a tales recursos es hoy 18 veces mayor que en 1960".

Eso sí: "al considerar los ingresos y gastos de las familias españolas, vemos que solamente los hogares de más de 65 años presentan una mejora neta en su renta al tomar en cuenta los ingresos que les genera el sector público y los impuestos que pagan al mismo. En cambio, el resto de los hogares son contribuyentes netos y las familias más jóvenes presentan mayores indicadores de pobreza y tasas más altas de esfuerzo fiscal neto. Esta situación está generando desequilibrios intergeneracionales cada vez más preocupantes". Una desigualdad que sí estaría yendo a más y que refleja el enriquecimiento relativo de un segmento de la población a través de la intervención pública, que no del mercado.

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