
Los vecinos de la calle Yesero, en el madrileño barrio de Vallecas, parecen ver más cerca que nunca el final de la pesadilla okupa que sufren desde hace cuatro años. Sin embargo, advierten: "El problema no desaparece, solo se traslada a otro barrio". Con un amplio despliegue policial, este martes, la Sareb —más conocido como banco malo— logró desalojar siete viviendas de 18 que, según denunciaron inicialmente, estaban okupadas.
"Ahora ya solo nos quedan tres, y uno, que es el que más nos preocupa porque tiene antecedentes penales, ya nos han dicho que lo van a reubicar en otro sitio", respira aliviada Pilar, la presidenta de una comunidad en la que, tal y como desveló en su día Libre Mercado, ha habido de todo: pisos patera, prostitución y amenazas de muerte.
A pesar de lo mucho que han sufrido —y siguen sufriendo— los vecinos y de que ninguno de los okupas tenía hipoteca alguna, la PAH Vallekas ha movilizado a diferentes grupos antidesahucios para intentar frenar el desalojo. "¡Un desalojo, otra okupación!", gritaban sin descanso a modo de amenaza. "Y hoy estamos contentos porque no ha sido así, pero no sabemos las consecuencias que a nivel personal nos puede acarrear esto", advierte Pilar.
La mafia okupa
El particular calvario de esta comunidad se remonta a antes de la pandemia, cuando la empresa propietaria quebró y los pisos pasaron a ser activos de la Sareb. Al percatarse de que estaban vacíos, un individuo al que los vecinos se refieren como el Canario, comenzó a cambiar las cerraduras y alquilar ilegalmente pisos.
"Dicen que a ellos les estafaron, porque les alquilaron los pisos por 400 euros, y resulta que el que lo dice es precisamente el sinvergüenza que fue uno de los captadores, que además está en España de forma ilegal —denunciaba Pilar ya hace un año a LM—. Pero es que incluso aunque así fuera… ¿En serio no se dan cuenta de que hay algo raro cuando les alquilan un piso tan barato en una urbanización con piscina y portero físico en la que los demás hemos llegado a pagar hasta 500.000 euros por comprarlos? Estamos hablando hasta de áticos dúplex y de una zona que, dentro de lo que es Vallecas, es de lo mejorcito".
Amenazas de muerte
Lo peor, en todo caso, ya ni siquiera es que no paguen por vivir en unos pisos que a aquellos que están realmente de alquiler les cuestan hasta 1.500 euros todos los meses. Lo peor es el deterioro de la convivencia y la delincuencia que los okupas han llevado a la comunidad. "Hemos tenido de todo: pisos patera, prostitución… Y todo el vandalismo que te puedas imaginar, pero es que, además, convivir con esta gente es vivir permanentemente amenazados. Los niños tienen miedo y hay gente mayor que está incluso en tratamiento psicológico o por depresión. Es raro el día que la Policía no viene", relataba la presidenta.
De hecho, cada vez que se han manifestado, las amenazas han quedado incluso por escrito. "Hijos de puta. Estáis muertos", se podía leer en mayo del año pasado en los ascensores tras una concentración organizada por al Plataforma de Afectados por la Ocupación. El más mínimo detalle puede provocar su ira: "En cuanto pones un cartel para avisar de lo que sea: ‘Te voy a matar, eres una hija de la gran puta…’. Y encima nos graban con el móvil. A mí me han grabado hasta la matrícula del coche descaradamente. ¿De verdad alguien cree que se puede vivir así?".
Destrozos por doquier
Por si fuera poco, durante los últimos años, los destrozos han sido constantes, empezando por las cámaras de seguridad que los vecinos tuvieron que poner precisamente para protegerse de ellos: "Llevamos un dineral gastado, por eso y por más cosas, increíble, porque también nos han vandalizado los accesos a los garajes, hemos tenido que cambiar muchísimos bombines…".
Además, los okupas también habrían puesto en riesgo la seguridad del edificio: "Han cambiado calderas por termos eléctricos y han hecho toda una serie de reformas sin la supervisión de personal técnico cualificado que, obviamente, nos hace tener miedo. De hecho, han tenido que venir los bomberos en varias ocasiones porque también han modificado las terrazas y han puesto elementos que, en cuanto viene el aire, se vuelan, con el consiguiente peligro de quien pasa por debajo".
El problema de la Sareb
La tardanza en el desalojo, además de la lentitud de la Justicia, tiene que ver con el hecho de que los pisos sean propiedad del llamado banco malo. A pesar de que los pisos les fueron adjudicados en 2021, según explicó a Libre Mercado la propia Sareb, esta no pudo inscribirlos en el Registro hasta febrero de 2024, por lo que hasta ese momento no pudo denunciar la okupación.
Además, por su consideración de gran tenedor, esta sociedad de participación pública no puede desalojar a ningún ciudadano si existen indicios de vulnerabilidad, por lo que ha tenido que hacer su particular investigación para comprobar cuál era la situación de los okupas. A aquellos que son considerados vulnerables, la SAREB está obligada a ofrecerles un alquiler social, y esa es la razón por la que muchos han sido reubicados en otras urbanizaciones y algunos incluso se han quedado en la misma pagando una renta mínima.
¿Okupas vulnerables?
El problema, como en tantos otros casos de okupación, es que la vulnerabilidad no se investiga a fondo, por lo que muchos disfrutan de ayudas cuando realmente tienen altos ingresos en "b". No en vano, la presidenta de esta comunidad ya denunció en su día el alto nivel de vida que llevaban algunos de ellos: "Yo no me puedo permitir el lujo de comprarme un perro de 1.500 euros, qué quieres que te diga, y ellos se lo han comprado. Y lo sabemos porque se lo compraron a una persona de la mancomunidad que no sabía que eran okupas. Y tienes que ver los coches que manejan. Pero claro, es más fácil trabajar en b y vivir de las ayudas".
Es más, Pilar llegó a asegurar que "hay veces que van en Uber o en Cabify a recoger la comida" que les dan por ser teóricamente vulnerables. "O sea, es que esto es alucinante, de verdad. Se están riendo de todos nosotros a la cara", lamentaba entonces. Ahora, tanto ella como el resto de los vecinos solo esperan que la Justicia ponga fin a su particular calvario y que los okupas se vayan lo más lejos posible: "Y lo siento por la gente a la que les toque vivir con ellos cerca, porque el problema lo mueven, pero el problema sigue estando ahí, pero de verdad que nosotros ya necesitamos respirar un poquito".