
El detalle de las estadísticas laborales está desvelando problemas adicionales equiparables al volumen de desempleados reales en España —cuatro millones de personas en paro real—. Y es que la reforma laboral de Yolanda Díaz y Pedro Sánchez, unida a las interminables subidas de impuestos y costes burocráticos y sociales, no sólo ha generado un obstáculo tremendo a la creación de empleo sino que, además, ha convertido en práctica totalmente extendida el despido en viernes para volver a contratar el lunes siguiente con un único objetivo: dejar de pagar el fin de semana.
Datos oficiales de altas y bajas en la Seguridad Social durante el mes de febrero: afiliación positiva entre el 3 de febrero y el 6 de febrero (jueves). Y baja de afiliación —despido— de 15.495 personas el 7 de febrero: viernes. Afiliación positiva, de nuevo, entre el 18 de febrero y el 20 de febrero. Y destrucción de 13.364 afiliaciones el 21, viernes.
Afiliación positiva entre el 24 y el 26 de febrero. Y destrucción —bajas en la Seguridad Social— de puestos tanto el 27 de febrero (jueves) como el 28 (viernes). Ese último viernes, de hecho, fin de mes, la destrucción llegó a nada menos que 123.643 afiliaciones. Y es que el fin de mes también se ha convertido en un martirio laboral para no saltar a otro mes de contrato.
Despidos en viernes y fin de mes: una nueva normalidad
Y es que la precariedad se ha implantado de tal manera en el mercado laboral que los despidos son una práctica totalmente habitual en cierre de semana o cierre de mes para no seguir el contrato y para evitar el pago del fin de semana.

De hecho, el pasado mes de febrero sólo un viernes incumple esa norma: el del medio mes, el que cayó en 14 de febrero. Porque el medio mes saltaba al día 15 pero ya era sábado. ¿Y qué ocurrió al lunes siguiente, día 17 de febrero? Pues unas bajas masivas en la Seguridad Social de nada menos que 36.358 personas.
La realidad es que España sigue como el país con mayor tasa de paro de la UE por un motivo mucho más real que sus estadísticas de desempleo. Y es que se alteran las cifras oficiales de parados sin generar un aumento significativo, ni de las horas totales trabajadas, ni de los empleos reales medidos a tiempo completo. Y eso implica que muchos de los contratos creados son precarios, parciales, inestables y de alta temporalidad. Dicho de otra manera, se contratan trabajadores por periodos muy cortos o se mueven personas de una casilla estadística a otra para sacarlos del dato oficial de cifra de parados sin generar realmente volumen de trabajo.
El resultado: el paro real ha vuelto a superar los cuatro millones de personas impulsado por 859.000 fijos discontinuos que realmente están sin trabajo.
El trilerismo estadístico
Se trata del último análisis de los datos de parto efectuado por el departamento de estudios del sindicato USO, una formación que lleva advirtiendo del trilerismo estadístico desde hace ya unos cuantos años.
En esta ocasión, la clave radica en el volumen de personas con contrato fijo discontinuo que, realmente, están inactivos y mano sobre mano porque ese mes no tienen trabajo.
Ese volumen de personas se encuentra ya en 859.000 parados reales que, pese a ello, figuran en la estadística y el dato oficial como empleados. Y la cifra no ha dejado de crecer desde que la reforma laboral de Yolanda Díaz abocara a infinidad de contratos temporales de baja frecuencia a tener que adoptar esta modalidad: una fórmula que generar una apariencia de estar contratado pese a que durante meses completos se permanece en inactividad.
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