Menú

Los tres errores de Julia Otero cuando dice "voto en contra de mis intereses"

La presentadora gallega se asegura en una entrevista que le vendría mejor un partido que bajase impuestos, pero prefiere otras opciones políticas.

La presentadora gallega se asegura en una entrevista que le vendría mejor un partido que bajase impuestos, pero prefiere otras opciones políticas.
Julia Otero, en una imagen de archivo. | RTVE

Me encuentro en X este tuit con un fragmento de la entrevista a Julia Otero en LateXou:

Pregunta: "Julia, tú dijiste: ‘Yo voto contra mis intereses, pero a favor de mis principios’, ¿sigues así?".

Responde Otero:

Voto a favor de mis principios, porque voto a favor de la niña que fui, de la familia de inmigrantes obreros en la que me crie. Mis principios se cimientan en la niña que fui y siguen siendo los mismos. ¿Ha cambiado mi cuenta corriente? Sí, muchísimo, pero mis principios siguen ahí. Dije que voto en contra de mis intereses porque me interesaría mucho más un partido que prometa bajar los impuestos. A mí me vendría fenomenal. Aunque tampoco soy la única que vota en contra de sus intereses: hay algunos que ganan 800 euros y votan por aquellos que no quieren subir el SMI.

Un fragmento así no podía pasar desapercibido. Tanto en redes sociales como en medios de izquierda, el vídeo ha sido muy compartido y comentado esta semana.

Pues bien, siento decepcionar a Otero (que, por cierto, me cae bastante bien; siempre me pareció educada, cordial y amable) pero nada de lo que dice tiene demasiado sentido. Asumo que ella se lo cree. De hecho, tengo muchos amigos que firmarían cada palabra y se la apropiarían. Pero es todo mentira.

La parte buena es que tiene la solución para su error muy a mano. Hace unos días, se publicaba El mito del votante racional (Deusto), de Brian Caplan; el mejor libro que he leído en mi vida sobre la pregunta que da inicio a su reflexión (cómo votamos y por qué lo hacemos así). También le advierto a Otero: esto es un poco como las pastillas roja y azul de Matrix; una vez que lo has comprendido, estás más cerca de la verdad, pero más lejos de la imagen heroica que cada uno nos hemos hecho de nosotros mismos como votantes-opinadores políticos. A cambio, te permite acercarte a los demás con una mirada más limpia, porque te aleja del estereotipo del votante estúpido con el que solemos etiquetar a los que no hacen lo que nosotros queremos que hagan (la propia Otero cae en esa caricatura al final de su respuesta, cuando bromea sobre esas personas de bajos ingresos que no votan a la izquierda).

Los errores

Cuáles son los tres errores principales en su respuesta:

- Ella no vota contra sus intereses... porque su voto no sirve para nada. Que no se asuste, el mío tampoco. Ni el de ninguno de mis lectores.

Si Julia Otero no va a votar un día, ¿qué pasa? Nada. Ganará Sánchez o Feijóo, el que le toque. Y si va a votar. ¿Qué pasa? También la nada. Ganará o el mismo Sánchez o el mismo Feijóo.

Sí, suena duro. Pero todo ese poder que se supone que cada uno tenemos en realidad se resume en que da igual lo que hagamos. Es verdad que en el acumulado sí importa. Si nadie fuera a votar, o si muchos se quedaran en casa, el resultado Sánchez-Feijóo cambiaría. Pero aquí lo relevante es el voto de Otero y su vinculación a sus intereses. Ahí es donde reside la gran mentira.

Pasa lo mismo cuando un votante del partido que no nos gusta protesta por alguna consecuencia indeseada de una política del Gobierno al que apoya. En redes sociales, la respuesta inmediata es: "Disfruta lo votado", con una fotito al lado de su candidato favorito.

Pero es que no es cierto. Sí lo es que nos gusta pensar así de nosotros y de los demás. Como si nosotros decidiéramos. Si eres liberal y madrileño te anotas las bajadas de impuestos de Ayuso en tu cuenta; si eres progre y catalán, la Ley de Vivienda o la subida del SMI.

Ni lo uno ni lo otro. Es lo que mejor explica Caplan en su libro. ¿Qué tendría que pasar para que supiéramos si realmente Otero (y otros muchos) están dispuestos a votar en contra sus intereses? Pues que su voto fuera decisivo de verdad. Imaginen un empate a todo en un referéndum para subir o bajar el IRPF a los que más ganan; y la presentadora gallega sabe que existe ese empate; y le dan un voto y una urna para que desempate; lo que ella decida es lo que se aprobará. ¿Mantendría su coherencia ideológica? No digo que no lo haría. Pero ahí sí podríamos valorarlo.

Creo que ni la propia Otero sabe lo que haría en tal caso. Es imposible, una de esas situaciones tan inimaginables que también nos engañaríamos si dijéramos "yo seguiría votando igual". Que nos pongan a cada uno en esa situación y luego hablamos.

- Los que votan contra la subida del SMI obtienen exactamente lo mismo que ella: sensación de bienestar.

Lo peor de la respuesta de la presentadora de Julia en la Onda llega al final, con esa puyita a los que votan contra sus intereses, pero no como ella (que lo hace porque es generosa y no le importa pagar más impuestos) sino por una mezcla de estupidez y sectarismo. No dice nada de eso, sólo sonríe... pero lo deja ahí, colgando: es gente que no sabe que está votando en contra de lo que le conviene.

En realidad, estamos ante un error similar que comentábamos antes. Ellos también votan sabiendo que su voto no sirve para nada. Habría que ver qué harían si tuvieran el voto decisivo.

Aquí la clave es por qué votan lo que votan unos y otros, si todos saben que en el fondo es una pérdida de tiempo. Caplan nos da otra pastillita: lo hacemos para sentirnos bien con nosotros mismos, para poder luego dar lecciones morales, para asociarnos a un bando, para decir "ya te lo dije"...

No hay mejor ejemplo que la enorme y preciosa medalla moral que se ha colgado Otero esta semana con esta entrevista: señalización, pertenencia a un grupo, acusación implícita al de enfrente... Para los que luego dicen que votar no sirve de nada.

- El sumatorio: ¿quién gana o pierde? Por último, otro error en el que todos incurrimos: pensar que lo que votamos generará sólo los efectos que tenemos en la cabeza cada uno de los votantes.

Volvamos al ejemplo del SMI. Para alguien que gane 1.000 euros, puede parecer una obviedad que lo mejor es una subida del Salario Mínimo. Pero no tiene por qué. Alguien puede pensar (yo lo hago) que esa medida le favorece a corto plazo a costa de fosilizar un mercado laboral rígido y poco competitivo a medio y largo.

Lo mismo ocurre si nos vamos al tema de los impuestos, ¿cuál es el sumatorio entre lo que ganan Otero o Giró y las políticas de izquierda que dicen que apoyan? Ellos pueden pensar que salen "perdiendo" por esos impuestos tan altos que pagan. Estoy convencido de que se creen esa generosidad que pregonan, como si dieran una limosna cada vez que se acercan a una urna. Pero los demás también podríamos pensar que con un Estado menos intervencionista y expansivo (por ejemplo, en un Estado que cerrase RTVE) sus ingresos se desplomarían (no tanto los de Otero, sí los de su compañero).

Si uno se apunta el tanto de "voto contra mis intereses tributarios"; también debe admitir que "voto a favor de mi cuenta de ingresos gracias a un gasto público que podría no estar ahí". Y luego hacer las sumas y restas. Menos heroico, más real.

Y una respuesta al que se esté preguntando, ¿y entonces qué hacemos? ¿No votar? En realidad, lo que Caplan propone es más sencillo: despolitizar y desideologizar nuestras vidas para que el Estado tenga menos influencia en las mismas. Me temo que aquí Otero no estaría nada de acuerdo. Porque, entonces, ¿cómo consigue ella su medalla?

Temas

En Libre Mercado

    0
    comentarios

    Servicios

    • Radarbot
    • Libro
    • Curso
    • Alta Rentabilidad