
La economía argentina dio un giro radical el pasado lunes. El Gobierno de Javier Milei ha anunciado el fin del cepo cambiario, un corsé que asfixiaba las libertades económicas desde hace más de una década. A partir de ahora, el tipo de cambio oficial flotará dentro de una banda entre los 1.000 y los 1.400 pesos, y el Banco Central limitará sus intervenciones. Se elimina también el dólar blend y se habilita un régimen más transparente para empresas. Todo ello acompañado por un nuevo acuerdo con el Fondo Monetario Internacional que supondrá una inyección de hasta 23.000 millones de dólares.
El "cepo" fue uno de los mayores símbolos del populismo kirchnerista: un control arbitrario sobre la compra y venta de divisas que impedía a los argentinos acceder libremente al dólar. En la práctica, era una prohibición de facto, con cupos ridículos de 200 dólares mensuales y un sinfín de excusas burocráticas para impedir la operación. La medida, instaurada por el kirchnerismo y mantenida durante años, no solo distorsionó la economía, sino que alimentó la desconfianza, la evasión y el mercado negro.
Desde el lunes, ese sistema pasa a la historia. El Gobierno levanta las restricciones para las personas físicas: se eliminan los límites mensuales, las condiciones arbitrarias y la penalización fiscal para adquirir divisas, salvo en casos puntuales como turismo o gastos en el exterior. También se levanta la "restricción cruzada" que impedía operar en paralelo en el mercado oficial y el financiero.
Banda de flotación
El nuevo régimen cambiará el tipo de cambio fijo por uno de flotación dentro de bandas móviles, lo que significa que el dólar oficial podrá oscilar entre 1.000 y 1.400 pesos. Si se acerca a los extremos, el Banco Central actuará comprando o vendiendo divisas, pero dentro de esos límites dejará que el mercado funcione libremente.
Además, se elimina el llamado "dólar blend", un parche heredado del gobierno anterior que permitía a los exportadores liquidar parte de sus ventas a un tipo de cambio más alto. Esa práctica, lejos de estabilizar la economía, dificultaba la acumulación de reservas y mantenía un sistema cambiario lleno de excepciones y privilegios.
¿Y las empresas?
El nuevo esquema también marca un antes y un después para las empresas. A partir de enero de 2025, podrán pagar dividendos e intereses de deuda a casas matrices con acceso libre al mercado de cambios, siempre que correspondan a operaciones nuevas. Para los compromisos heredados —dividendos pasados, deudas con vinculadas o importaciones antiguas— se utilizarán nuevos bonos BOPREAL, que se podrán adquirir en pesos y servirán para saldar pasivos en moneda extranjera.
Este modelo diferencia claramente entre flujos nuevos (que se liberalizan) y stocks heredados (que se regularizan sin forzar al Banco Central a vender dólares). Es un paso hacia una normalización monetaria sin privilegios ni cuellos de botella.
Este giro histórico no llega solo. Argentina ha actualizado el acuerdo de financiación suscrito con el Fondo Monetario Internacional que contempla un programa de 20.000 millones de dólares, con desembolsos inmediatos por 12.000 millones y hasta 15.000 millones de libre disponibilidad en 2025. A ello se suman créditos de organismos multilaterales y bancos privados, más la renovación del swap con China. En total, el Gobierno prevé reforzar las reservas del Banco Central con hasta 23.000 millones de dólares.
Punto de inflexión
El levantamiento del cepo marca un punto de inflexión. Por primera vez en años, un gobierno argentino decide confiar en el mercado en lugar de manipularlo. Se eliminan las trabas, se ordena el sistema cambiario y se permite que la economía respire.
El siguiente gráfico muestra cómo las políticas implementadas por Milei han reducido drásticamente la inflación, cuya tasa interanual cae del 280% al 56%. Resulta evidente, pues, que los cambios anunciados no son un salto al vacío, sino un paso más en una apuesta seria, respaldada internacionalmente y basada en principios de libertad económica.

Tras años de controles, privilegios y parches, Argentina entra ahora en una nueva fase monetaria, combinada con el compromiso explícito del gobierno de seguir avanzando hacia una mayor apertura económica.