
Dicen que Harry S. Truman tenía una placa en su despacho que rezaba "The buck stops here". La frase no tiene traducción directa, "buck" sería algo así como la "mano" o el "turno" en un juego de cartas. En español quizás diríamos "quién envida" o "quién es mano" para referirnos a esa situación en la que los sucesivos jugadores van pasando porque no tienen cartas lo suficientemente buenas como para apostar hasta que llega al último en la mesa, que está obligado a jugar.
Lo que quería decir Truman es que una vez que la mano le llegaba a él... ya no había otro jugador al que pasársela. Él era el presidente de los EEUU y tenía que decidir. Las consecuencias, buenas o malas, las sufrirían los demás. Y le señalarían a él como responsable, tanto si las cosas salían bien como si todo se enredaba. Siempre me ha gustado la expresión y lo que se intuye tras ella: ese sentido de la responsabilidad del que sabe que vivimos en una sociedad en la que el deporte preferido es ponerse de perfil, el a mí qué me registren, buscar un chivo expiatorio (con razón dice el profesor Rodríguez Braun que es el mejor amigo del hombre)... pero sin dejar de cobrar, por supuesto.
En el mundo empresarial, por ejemplo, cada vez está más extendido el discurso del "yo no he sido". Aparece un tipo que se embolsa 400.000-500.000 euros (o más) por ser el consejero delegado de una cotizada a presentar unas pérdidas de varios millones de euros o una acción que ha perdido un 80% del valor que tenía hace 10 años... y se pone a dar excusas a cada cual más peregrina. Que si el Gobierno ha aprobado una ley que les perjudica, que si no ha aprobado la ley que le pedían, que si los bancos no les financian como se merecen o que si los clientes no han sabido apreciar su nuevo producto. Porque incluso si esos argumentos son ciertos, la responsabilidad sigue siendo suya por no haberse anticipado o protegido. No le pagan sólo por reaccionar a una ley injusta, sino por preparar la empresa para hacer frente, y sufrir el mínimo impacto, a las posibles leyes injustas que se puedan aprobar.
También en la política, por supuesto, esta actitud es lo habitual. Algo que dice mucho de nuestros líderes, pero también de los que les apoyan-votan (como esos accionistas que se tragan las mentiras de su CEO sin vender ni un título; pues casi se merecen que les engañen).
Esta semana, por ejemplo, lo más significativo no ha sido el apagón, sino la respuesta del presidente del Gobierno. Y lo que su actitud revela: cree que si logra encontrar un culpable se irá de rositas de todo este tema. En las primeras horas fueron los hackers (todo el mundo buscando al chaval al que Putin habría encargado tirar nuestra red eléctrica), luego la flecha ha ido girando hacia las eléctricas (sobre todo, por el papel de las nucleares). La insinuación, cada vez más evidente en los medios gubernamentales, es que las compañías boicotearon el sistema para dañar al Gobierno u obligarle a ceder en el pulso por las centrales.
Digo que es significativo porque puede que Pedro Sánchez tenga razón. No en culpar a las eléctricas, sino en su creencia de que si encuentra un culpable, este tema no le hará daño. Y es que esa falta de responsabilidad se ha extendido a toda la sociedad. Nadie ofrece cuentas en parte porque nadie las pide.
Sánchez no tiene por qué ser culpable, pero sí es responsable. Sea cuál sea lo que motivó el apagón. Es cierto que si la causa es la que todos intuimos (un peso excesivo de las renovables, que se metieron con calzador en el sistema para presumir de tener la energía más verde del mundo), el castigo político será más duro. Pero en cuanto a la responsabilidad final no debería importar demasiado. Tanto si fue un hacker desde un sótano en una lejana ex-república soviética como si fue algún tipo de conspiración extraña de algún empresario malvado o si fueron unas plantas fotovoltaicas que fallaron, la pregunta es la misma: ¿por qué no estaba preparado el sistema para responder?
"Que la pidan"
Es algo parecido a lo que pasó en la DANA. El Gobierno no puede decir "si necesitan ayuda, que la pidan" (y sí, es lo que vino a decir y lo que todos entendimos). Su argumentación es que advirtieron a la Generalidad de que que estábamos ante la emergencia meteorológica más peligrosa de las últimas décadas; y que desde Moncloa no entendían por qué no pidieron más recursos, antes, durante y después de la tormenta. Pero si es cierto que advirtieron y que sabían la que se venía encima, la única pregunta que se hace cualquier persona normal es: "¿Y como puede ser que no tomases el mando?" Que sí, que Mazón puede ser lo que sea; pero sí, siendo lo que sea, le dejaste al cargo, la responsabilidad es tuya en primer lugar.
Con el apagón, lo mismo. Tú tienes el control del sistema. Tienes el Ministerio y la dirección de Red Eléctrica. Supongamos que lo ocurrido ha sido un ataque (externo o interno), pues igualmente debes responder a la pregunta de por qué lo permitiste o por qué no había mecanismos para evitarlo. Ni siquiera estoy diciendo que Sánchez deba dimitir por esto (aunque algún ministro y Beatriz Corredor deberían estar ya haciendo las maletas). Pero lo que no puedes hacer es poner cara de "a quién le cargo el muerto".
Nos responderán que "siguiendo este razonamiento, cada vez que un policía se equivoca o un funcionario comete un error habría que mirar a Moncloa". Y sí, seguir esa línea hasta el final sería absurdo. Pero es que no hablamos de una multa de velocidad injusta; hablamos del mayor desastre natural de los últimos 40 años y de un colapso que nos ha llevado a las portadas de los medios de todo el mundo como un país semi-fallido y poco confiable. Pues bien, si pasa algo así, el muerto es para ti. Por nombrar o por no nombrar; por regular o por desregular; por ignorar la amenaza o por atender a otras menos urgentes; por acción o por omisión. Por lo que sea, pero en estos casos "The buck stops here": aunque parece claro que Sánchez no va a poner una placa como ésa en su despacho.