
Una de las frases de la semana es ésa en la que Pedro Sánchez calificó a Red Eléctrica de "operador privado". Nadie se lo había preguntado, pero es evidente que el presidente quería marcar distancias, dejar claro que (1) el Gobierno no tenía responsabilidad en lo que hiciera esta empresa, que para quien le escuchara podía ser como Inditex o El Corte Inglés; y (2) lanzar un pequeño dardo ideológico (frente a la ineficiencia generalmente asociada al sector público, la culpa en este caso sería de una compañía que forma parte del Ibex).
Parece que le ha salido el tiro por la culata. Intuyo que en cualquier caso se habría discutido mucho sobre cómo llegaron a sus puestos todos los consejeros y directivos de la empresa, empezando por Beatriz Corredor (una exministra de Vivienda reconvertida en experta en redes de distribución eléctrica) y su más de medio millón de euros de sueldo. Pero tras las palabras del presidente, lo que era interesante pero tangencial, se convirtió casi en lo más importante para los medios después de la discusión nuclear-renovables sobre las causas del apagón.
Red Eléctrica tiene mucho más de pública que de privada. Pero hoy vamos a aceptar la versión de Sánchez. Porque el hecho de que sea técnicamente privada, y cómo lo es, nos explica mucho más sobre la economía española que si fuera al contrario.
Lo primero, porque nos indica cómo se hacen estas cosas en España. Hace más de un cuarto de siglo que la empresa se privatizó y la presidenta sigue siendo una exministra del PSOE sin apenas experiencia previa en el sector (era presidenta de la Fundación Pablo Iglesias y secretaria de Vivienda del PSOE cuando en 2020 la nombraron para el cargo). Esto es lo que ha pasado desde hace ya más de 25 años y lo que seguirá pasando en el futuro. Una empresa del Ibex que usamos para premiar (y en este caso hablamos de un premio muy gordo, de más de medio millón de euros al año) a los fieles y repartir prebendas, como si fuera el puesto número 4 en la lista de las Europeas. ¿Y han escuchado a alguien, antes de esta semana, quejarse de lo que eso supone? Ni en el mundo empresarial ni en el político. Nadie ha dicho esta boca es mía.
También es curiosa el listado de inversores privados. Que ha sido presentada como prueba de que la empresa es una más de las grandes compañías españolas. Si Amancio Ortega (a través de Pontegadea) o Blackrock, entre otros, tienen cerca del 5% del capital, es que tan mal no se estarán haciendo las cosas.
Lo que ocurre es que esto sí que es una mezcolanza argumental muy rara de churras con merinas. Vamos a ver, una cosa es que la gestión de todo lo que tiene que ver con el mercado eléctrico en España sea un chiringuito en el que la palabra "mercado" no debería aparecer. Ni hay competencia ni se la espera. Y otra cuestión es que eso haga a las empresas del sector malas inversiones. De hecho, en muchas ocasiones las hace excelentes precisamente por eso.
A mí, como economista, no me gustan nada los monopolios. Pero como inversor pueden ser más que interesantes. No es lo único que importa a la hora de comprar una cotizado, pero está claro que facilita las cosas para cualquier empresa: el Gobierno te protege, impone las reglas del juego, amenaza (implícita o explícitamente) a clientes y proveedores para que no protesten mucho y acepten tus condiciones... Lo normal es que quien juega a esto se forre (por muy incompetente que sea, y no sé si este es el caso de Red Eléctrica, el consejo de administración).
Por eso, no confundamos los términos: que algunos de los fondos más importantes del mundo tengan participación en estas empresas no tiene por qué ser una buena señal. De hecho, puede que sean accionista precisamente por las peores razones: porque saben que esas restricciones a la competencia pueden ser perjudiciales para el público pero beneficiosas para ellos.
Es verdad que en el caso de Red Eléctrica podríamos iniciar una discusión muy interesante sobre si es un monopolio natural o si hay alguna forma de gestionar la red de forma descentralizada o con diferentes operadores. Pero incluso si admitimos que estamos ante una compañía muy peculiar, lo que no deberíamos es aceptar que esto implique que sólo los altos cargos de PP o PSOE puedan acceder a dirigirla. Lo mismo ocurre con la participación del Estado: podemos discutir si es bueno que mantenga un 20% del capital; pero incluso si admitimos su presencia, podría estar ahí como se hace en los países serios, sin inmiscuirse en las decisiones empresariales y en modo accionista pasivo, que cobra su dividendo cada año y poco más.
Por eso, la gran mentira de Sánchez no fue tanto el término "privado" como lo que se esconde tras el mismo. La clave no es si Red Eléctrica cotiza en el IBEX; lo que nos deberíamos preguntar es cómo va a funcionar un país en el que las compañías de su principal indicador bursátil piensan más en el Gobierno que en sus clientes. Por desgracia, en esto último, Corredor es sólo la expresión más evidente, ni de broma la única (y en la lista incluiríamos a muchas otras que en teoría son 100% de capital privado).