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Adiós, ladrillo, adiós

Cien días y muchas, muchísimas noches en vela

Bueno, pues ya se han dado cuenta. Sí.

Despejados del horizonte los nubarrones griegos –al final mera bruma- los ojos del mundo se han vuelto hacia esta España tan vulnerable, a poco que se rasque.

Hubo un tiempo, apenas hace unas semanas, en que para la escena internacional Italia era “el problema”. España mantenía un cómodo spread de 30-40 puntos sobre la vieja patria de los etruscos. Sin embargo, recientes artículos de destacados analistas – como the elephant in the room is Spain, not Italy- evidenciaron poco a poco que el verdadero agujero de Europa estaba en Celtiberia. Las cuentas públicas italianas eran y son peores que las españolas; sin embargo, las finanzas privadas españolas –y por tanto, las de sus bancos- son catastróficas. Algunos aducen que otros también sufren del mismo mal: “El endeudamiento privado de los ingleses no es mejor que el nuestro”. Y es verdad. Pero en el Reino Unido no hay una cuarta parte de la población en paro. Ni un sistema financiero zombi.

Los ingleses reaccionaron con muchos reflejos desde el principio de la crisis mientras aquí sosteníamos que el nuestro era “el mejor sistema financiero del mundo”, como bien explica en este reciente artículo Ignacio de la Torre. Así pues, no exento de carencias y de debilidades, el sistema financiero británico ha sorteado su crisis y su burbuja con donaire.

La España de los planes E, el cheque bebé y los 400 euros es la de aquel señor que pide un crédito y que, en lugar de invertirlo en darle una vuelta a su negocio que empezaba a flaquear, se lo gasta con los amigos en cañas, comilonas y ‘yintonis’. ¿Qué le pasará a ese señor cuando vuelva al banco para refinanciar su deuda e incluso pedir más dinero del futuro? Pues que le dirán que naranjas de la China, a no ser que encuentre un avalista lo suficientemente tonto o lo suficientemente pillado (Alemania) como para seguir alimentando la bola. No debe sorprender que el avalista quiera saber en qué te vas a gastar el dinero: ya se sabe que la cabra tira al monte.

Así pues, la única ventaja de que disponíamos frente al resto de Pigs al principio de la crisis, la relativamente baja Deuda pública, crece casi a la misma velocidad con que el anterior Gobierno llevó el Deficit público a su record histórico. Y crece tanto no sólo por el alarmante aumento del numerador sino por la disminución del denominador: un PIB que cae por muchas razones, pero sobre todo porque una cuarta parte de la población está, contra su voluntad, ociosa.

Los Cuatro Jinetes del Apocalipsis de nuestra economía son Deuda, Deficit, Desempleo y (no) Crecimiento. Eso es lo que nos diferencia del resto de Pigs. Eso y el tamaño, claro, que asusta a cualquiera. La única forma de darle la vuelta al círculo vicioso es mediante un plan de choque integral y completo. No sirven medidas parciales ni parches. Eso fue lo que se hizo durante los últimos años de la legislatura. Eso, y engordar la Deuda. El Gobierno actual, que ha llegado sin margen para florituras y en el centro de todos los focos, afrontó el problema desde esa necesaria perspectiva global: por eso la hoja de ruta englobaba tres grandes reformas urgentes: la financiera, la laboral y la pública (austeridad). Y, ¿cuál ha sido el resultado? Insuficiente.

La reforma laboral es una buena reforma, sí, pero se queda corta. El profesor Benito Arruñada lo explica en esta entrevista que concedió a mi vecino de blog Ángel Martín y que fue publicada en Libre Mercado hace unos días.

La reforma financiera, como ya se ha contado en este blog, da un salto cualitativo pero también es insuficiente. La cantidad de activos deteriorados y por deteriorar es muy superior a la reconocida oficialmente. Nuestra banca está muy tocada. La solución que algunos proponen de que el Estado se haga cargo temporalmente de las entidades para su saneamiento y posterior venta hubiera sido factible en 2008 o 2009; la vía británica. Ahora es demasiado tarde, y el Estado quebraría sin duda. Así, sólo caben dos posibilidades: la asistencia exterior –a través de FMI o del fondo de rescate europeo- o la capitalización de deuda, es decir, que los acreedores de los bancos se conviertan en sus dueños.

Por último, los PGE han sido decepcionantes. La prometida austeridad pública con el consiguiente estímulo del emprendimiento privado –lo único que crea empleo y riqueza- es sólo un slogan del que se ha apropiado la oposición pero sin trasfondo real. El único “recorte” verdadero es el que hemos sufrido trabajadores y empresas por los impuestos sobre los ingresos y las rentas. El gasto público apenas se reduce realmente. Y el servicio a la deuda se dispara.

Ni hay austeridad, ni hay recortes. ¿Cómo se puede decir que hay austeridad cuando este año vamos a gastar 60.000 millones de euros más de los que ingresamos? ¿Es esto desmontar el Estado del Bienestar? El Estado, a través de sus distintos tentáculos, ocupa ya el 50% de la economía. ¿Saben cuál era este porcentaje en 1975, al final de un régimen dictatorial y presuntamente intervencionista? El 25%. ¿Y la mayor diferencia entre la arquitectura del Estado de ese momento y la del actual? En efecto, las Comunidades Autónomas.

Resumiendo, ahí fuera se han dado cuenta de tres cosas:

-         La reforma laboral no sólo es incompleta sino que ha sido fuertemente contestada por la población -no tanto por el seguimiento de la huelga general como por la gran afluencia a las manifestaciones-. Si esta reforma, tímida, genera semejante rechazo, ¿será capaz España de implementar reformas de más calado?

-         La reforma financiera es un buen paso, pero insuficiente. España no es capaz de solucionar por sí sola la carga inmobiliaria de su banca. ¿Qué va a hacer? ¿Cuál y cuándo será el siguiente paso? ¿Pedirá ayuda exterior?

-         Los PGE ni son austeros ni mejoran la capacidad de ahorro o de emprendimiento de los españoles (impuestos). Además, se duda de que el Gobierno central sea capaz de embridar las Comunidades Autónomas. Esas taifas que, como adolescentes en la edad del pavo, son respondonas, insolentes e irresponsables: papá siempre acudirá en su ayuda.

¿Dudarán también de que los que están al frente del timón hayan entendido de verdad el problema? Esto ya es materia para otro post…

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