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Adiós, ladrillo, adiós

La gran estafa de la tasa de mora hipotecaria

El pasado viernes todos los diarios digitales se hicieron eco de una noticia preocupante: la tasa de mora de la banca española alcanzó en enero el 6,06%, frente al 5,81% del mes anterior y el 5,30% de un año antes.

Una mala noticia que, por otro lado, viene a corroborar las suspicacias de Moody’s hechas públicas la semana anterior: las cifras de recapitalización del Banco de España no son buenas porque hacen referencia a una ‘foto fija’, la de diciembre de 2010, mientras que la situación crediticia de España se deteriora por momentos (más de un cuatro por ciento en un solo mes).

Si entramos al desglose de los datos de la evolución de la morosidad, hay algo que me llama mucho la atención: Mientras que la mora de promotores inmobiliarios ha aumentado considerablemente, la mora hipotecaria –es decir, la de los particulares- ha descendido en términos porcentuales. Si en diciembre de 2009 era del 2,87%, en diciembre de 2010 ha retrocedido hasta el 2,4%. Teniendo en cuenta que el paro no deja de subir, al igual que sus derivadas más nocivas (paro de larga duración y paro de todos los miembros del hogar), ¿cómo es esto posible?

También el viernes conocimos otro dato que enseguida veremos que tiene relación con lo anterior: A finales de 2010, los españoles (empresas y familias) debemos un 55% más de lo que tenemos ahorrado. La noticia, sin embargo, es que en 2009 sólo debíamos un 38% más de lo que teníamos en depósitos. Es decir, el endeudamiento privado en España, durante 2010, se ha disparado. ¿Pero no decían que España era uno de los países más endeudados del mundo y que teníamos que reducirla? Y además, ¿no estaban tan mal los bancos? ¿De qué se quejaban, pues, los autónomos y las Pymes?

Tercera noticia del viernes relacionada: en el suplemento inmobiliario que edita sólo para Madrid El Mundo, un extenso artículo titulado La venta de pisos por parte de la banca dificulta el mercado entre particulares menciona dos anécdotas reveladoras de lo que está pasando. La primera: el director de una sucursal bancaria animaba a continuar con la compra de uno de sus pisos a un cliente que mostraba dudas en el momento de la firma por haberse quedado en paro hace unos días. La segunda: una persona de 63 años a quien una entidad financiera le había concedido una hipoteca a 40 años para comprar uno de sus pisos.

Pues ya tenemos todos los ingredientes necesarios para saber lo que se traen entre manos: La banca está concediendo hipotecas con un riesgo como mínimo tan elevado como el que nos llevó a la crisis en la que estamos. En cuanto a la cantidad, muy superior a la que podríamos sospechar en tiempos de sequía financiera: todas las que puedan con tal de aligerar sus balances. Así, el número total de hipotecas concedidas es lo suficientemente elevado como para hacer bajar sustancialmente la tasa de mora en términos porcentuales.

Concluyendo, que nos estamos haciendo trampas en el solitario: para ofrecer unos balances más atractivos y recuperar la confianza perdida estamos en plena huída hacia delante, preparando un pastel que tarde o temprano se descubrirá y que pagaremos entre todos. Seguimos en la España de Rinconete y Cortadillo. Y en absoluto puedo pensar que ni el Banco de España ni el Ministerio de Economía son ajenos a esta trama.

Y todo ello sin tener en cuenta los perjuicios colaterales que esta componenda está causando en el mercado. Pero eso lo dejo para otro día.

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