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Adiós, ladrillo, adiós

Por un puñado de empleos… nos cepillamos la salida del stock de vivienda

El pasado miércoles, mientras media España preparaba sus vacaciones de Semana Santa y España entera no pensaba en otra cosa que no fuera el choque en la cumbre de los dos colosos del fútbol español, el Gobierno anunció el aumento de la desgravación por rehabilitación de vivienda hasta el 20% desde el 10% actual. Según Rubalcaba, el objetivo es “crear empleo y mejorar el parque inmobiliario”.

Todo comenzó hace justo un año. Entonces, el Gobierno decidió reducir el IVA de los profesionales de las reformas del hogar al 8%. Al mismo tiempo, incluyó esta desgravación del 10%. La razón era clara: si el IVA era superior a la desgravación, los particulares seguirían optando por el tradicional “sin IVA”. El Gobierno se las prometía muy felices y anunció que esta medida iba a crear nada más y nada menos que 350.000 puestos de trabajo. ¿Alguien sabe dónde están esos puestos de trabajo?

Ahora no sólo duplican la desgravación sino que se amplían los beneficiarios desde aquellos contribuyentes con base imponible inferior a 33.000 euros hasta los de 53.000; y eleva el límite base de la deducción anual desde 4.000 a 6.750 euros. Otro de los cambios es que también se podrá aplicar a las viviendas no habituales.

La medida de 2010, en el fondo, no pretendía crear empleo, sino sacar a la luz economía sumergida, y no tanto por un afán recaudatorio (que también) como por mejorar las estadísticas de empleo.

El Gobierno se ha dado cuenta de que la fabulosa tasa de paro actual (el propio Toxo dijo ayer que en el primer trimestre se va a alcanzar el 21% EPA) es una de las circunstancias que más está penalizando la percepción de España fuera de nuestras fronteras. Y como no está seguro de por qué no ha funcionado la medida de 2010, ahora baja el listón de todas las condiciones para beneficiarse de la desgravación a ver si así aflora el empleo sumergido: no es casual que esta modificación se incluya en el Decreto Ley del Plan de Afloramiento del Empleo que pretender aprobar este viernes.

Es probable que, ante el aumento de los incentivos, muchas de las reformas que hasta ahora se hacían sin factura pasen a reflejarse en la contabilidad oficial y que, por tanto, algunos de los empleos sumergidos se oficialicen: en muchos casos dependerá del incremento de los costes laborales que ello suponga para los que hacen las reformas.

En cualquier caso, la oficialización (e incluso creación) de unas decenas de miles de empleos, ¿qué efecto tendrá sobre el mercado inmobiliario?

Pues que el stock total de vivienda de calidad aumentará. ¿Y esto es bueno? En principio, sí. Pero en un país donde sobra vivienda a rabiar y donde las empresas de promoción llevan tres años prácticamente paradas, esta política que favorece la rehabilitación de particulares no puede ser más dañina para la digestión del stock inmobiliario (que es la prioridad del Gobierno, según Blanco) y para la recuperación del sector en general.

El ejemplo del sector automovilístico es elocuente: para revitalizar la producción y la venta de coches, durante un tiempo el Gobierno subvencionó la compra de coches. ¿Cuántas unidades se venderían si, además de no apoyar la compra, se incentivaran las reparaciones y mantenimientos del parque ya existente?

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