Colabora


Diego Sánchez de la Cruz

El cara a cara, desde el escepticismo liberal

El “cara a cara” entre Mariano Rajoy y Alfredo Pérez Rubalcaba estuvo lleno de afirmaciones inquietantes desde el punto de vista de la libertad. Espero demostrar esta afirmación en los párrafos siguientes.

Las hostilidades comenzaron cuando el candidato socialista habló de “reorientar la economía”, como si un burócrata central tuviese la información suficiente para organizarnos la vida a todos. Rubalcaba habló de la “economía del conocimiento”, recordando a Rodríguez Zapatero y su famosa “ley de economía sostenible”. El problema es que ambos aspiran a controlar la economía según sus caprichos y gustos particulares.

Un buen ejemplo del punto anterior lo tenemos en el cierre de la central de Garoña. Primero, el Ejecutivo español ignoró el informe del Consejo de Seguridad Nuclear, que llamaba a mantener la vida de la central durante diez años más. A continuación, el gobierno decidió que los empleados de la central se dedicarían en el futuro a la hostelería, incluyendo la apertura de un parador nacional en su “plan de recolocación” para la zona. Esta es la “reorientación económica” que mencionábamos antes…

Volviendo al debate, es curioso que tanto Rajoy como Rubalcaba insistan en el “crédito barato” como una salvación contra la crisis. El aspirante popular ha repetido incesantemente que este es un “tema capital” para salir adelante, mientras que su adversario socialista ha llegado a pedir que el Banco Central Europeo baje más aún los tipos de interés.

Cuesta aceptar que los líderes de los dos grandes partidos ignoren hasta qué punto estamos sufriendo las consecuencias de una política monetaria demasiado generosa. La famosa burbuja inmobiliaria no se explica sin antes comprender que las nuevas viviendas se hacían con el crédito barato inyectado en el sistema financiero por la banca central. Por esta razón, apoyar una profundización de la orgía crediticia en la que estamos metidos es, como mínimo, sorprendente.

Es de justicia señalar que Mariano Rajoy sí acertó cuando vinculó la contracción del crédito disponible para familias y empresas con el endeudamiento de las Administraciones, que ya deben unos 45,000 millones de euros al sector privado. Si las instituciones públicas no hubiesen gastado más del dinero recaudado, el sistema financiero no habría destinado miles de millones de euros a financiar su déficit. Eso sí: la gestión del Partido Popular en el Ayuntamiento de Madrid o el Gobierno de la Comunidad Valenciana parece poner en duda la capacidad de ciertos dirigentes populares para asumir este punto tan importante para la recuperación económica.

La noche avanzaba y las sorpresas no paraban de llegar. Alfredo Pérez Rubalcaba hizo un brindis al sol diciendo que, si fuese elegido Presidente, negociaría con Bruselas el plan de ajuste español. Después pidió dinero del Banco Europeo de Inversiones, una burocracia internacional que ha financiado proyectos muy discutidos en países tan dispares como Croacia, Eslovaquia, Uganda o Zimbabwe.

El siguiente punto de fricción entre ambos candidatos vino en plena discusión sobre la prestación por desempleo. Mariano Rajoy estuvo especialmente decepcionante en este punto: después de haber asumido el “modelo austriaco” en su programa, optó por echar balones fuera en vez de explicar claramente su funcionamiento ante millones de españoles. Del mismo modo, Rubalcaba se alineó con el ala más radical de los sindicatos mayoritarios, rechazando cualquier alteración de la negociación colectiva y aceptando con dicha actitud un mercado laboral que nos ha llevado a tener cinco millones de personas sin empleo.

La noche siguió, esta vez con la sanidad como tema estrella. El aspirante socialista pidió más impuestos especiales para castigar el consumo de tabaco y alcohol. Era la tercera vez que Rubalcaba reivindicaba una mayor presión fiscal, ya que en el primer bloque se encargó de prometer la creación de nuevos castigos tributarios que afectarían a la banca y a los contribuyentes de mayores ingresos.

Ambos candidatos estuvieron especialmente desafortunados a la hora de hablar de la “privatización de la sanidad pública”. Sobra decir que un proceso de privatización no puede confundirse con la legítima concesión de un servicio público a un proveedor privado. Sin embargo, Rubalcaba insistió en este punto y Mariano Rajoy tardó minutos en reaccionar. Cuando por fin lo hizo, expuso con timidez que diversos gobiernos socialistas han aprobado este tipo de medidas en regiones como Baleares, Andalucía o Cataluña.

Poco a poco se agotaba el tiempo del debate, y los últimos minutos estuvieron dedicados al manejo de la política educativa. Es curioso que tanto este bloque (enseñanza) como el anterior (sanidad) fuese abordados por dos dirigentes que aspiran a la Presidencia del Gobierno, ya que estos ámbitos no dependen del gobierno central, sino que se coordinan a nivel autonómico. Teniendo en cuenta que Mariano Rajoy y Alfredo Pérez Rubalcaba han insistido en la necesidad de “eliminar duplicidades”, podríamos habernos ahorrado la necesidad de escuchar estas dos secciones del debate..

Por fortuna, y al menos según lo expuesto ayer, ambos candidatos están de acuerdo en “reducir el gasto en las administraciones”. Mariano Rajoy habló de controlar las subvenciones, aunque no explicó claramente si apoya una reducción drástica de las mismas o si, sencillamente, pretende hacerlas más “transparentes” pero igual de costosas.

En los compases finales, el candidato socialista habló de cambiar la ley electoral, hablando de listas abiertas pero no otros asuntos como la proporcionalidad o la elección directa de las listas más votadas. Igualmente, Rubalcaba propuso eliminar las diputaciones, aunque no expuso claramente cuál sería su forma de abordar el futuro de los ayuntamientos, obviando la necesidad de reordenar el mapa municipal. Rajoy habló de recuperar la unidad de mercado, despolitizar los organismos regulatorios y bajar los impuestos a las PYMES. Sin embargo, aunque sus propuestas en este ámbito sí son positivas, el aspirante popular se quedó corto a la hora de proponer un programa de verdadera liberalización que nuestra economía necesita con urgencia. Concluyó así un debate en el que no se habló de seguridad, política exterior, corrupción o justicia.

A continuación, los medios de comunicación comenzaron a especular sobre el “ganador” del “cara a cara”. Personalmente, y usando el lenguaje del boxeo, creo que Mariano Rajoy ganó “por los puntos”. El entusiasmo periodístico y la actividad en las redes sociales parecía conmemorar una gran evento histórico. Nada más lejos de la realidad: cualquier español que haya visto un debate electoral en Gran Bretaña o Estados Unidos podrá afirmar, sin miedo a equivocarse, que el “cara a cara” de ayer fue previsible, rígido y poco informativo. Los principales culpables de esta situación son los políticos de ambos partidos, amigos de ofrecer ruedas de prensa sin preguntas.. y enemigos del debate y el pluralismo interno en sus respectivas formaciones.

Sin embargo, las razones anteriores no excusan el despilfarro de anoche. Al fin y al cabo, la Academia de la Televisión que dirige Manuel Campo Vidal no reparó en gastos para organizar el “cara a cara”. Cualquier emisora privada o pública podría haber organizado el debate con sus propios medios, pero los mismos políticos que hablan de “austeridad” se encargaron de que no fuese así. ¿La consecuencia? Un auténtico despropósito:

La cesión de la señal podría haber racionalizado el coste del debate. Sin embargo, teniendo en cuenta el criterio fijado por la Academia de la Televisión, TVE-1 tendrá que pagar entre 230,000 y 300,000 euros. Así estamos…

Lo más popular

  1. El caso de Begoña Gómez abre una vía a la imputación de Sánchez por malversación por los rescates a Globalia
  2. Vídeo: Begoña vs la pareja de Ayuso: todo lo que oculta la ministra Montero
  3. Nuevo pinchazo de la manifestación "por amor a la democracia" y de apoyo a Sánchez
  4. Vídeo: Oscar Puente da la razón definitiva para que Sánchez siga: "Es el puto amo" en el exterior
  5. Miguel del Pino: 'Fernando VII, un rey ganadero de bravo'

Ver los comentarios Ocultar los comentarios

Portada

Suscríbete a nuestro boletín diario