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Diego Sánchez de la Cruz

Ni Mitt Romney paga pocos impuestos ni es un "capitalista malvado"

Estoy convencido de que solamente un programa político de corte liberal como el que ofrece Ron Paul puede solucionar la crisis política, económica y social que enfrenta EEUU. Por esta razón no me entusiasma la candidatura de Mitt Romney, el favorito del Partido Republicano de cara a los comicios de noviembre.

Sin embargo, quiero hacer una defensa del ex gobernador de Massachusetts en dos áreas por las que está siendo injustamente atacado. En primer lugar, quiero aclarar ciertos datos a quienes le acusan de “no pagar suficientes impuestos”. Podríamos referirnos a numerosos observadores estadounidenses que han apoyado este tipo de argumentos, pero prefiero traer el debate a casa y analizar la cobertura que han hecho los medios españoles de este asunto.

Así, el diario El País fue el primer periódico español que afirmó indignado que Mitt Romney “paga menos del 15% de sus ingresos en impuestos”. Esta noticia es, simple y llanamente, falsa: si bien es cierto que Romney pagó un 15% en el impuesto sobre la renta, la información publicada por El País oculta que sus ingresos también tuvieron que rendir cuentas ante otras tres figuras fiscales, que son el impuesto de sociedades, el impuesto a las rentas del capital y el impuesto a los dividendos. Hablamos, por lo tanto, de cuatro diferentes niveles tributarios, por lo que la presión fiscal soportada por el bolsillo de Mitt Romney está muy por encima del 15% y, de hecho, se sitúa en torno al 50%.

Por supuesto, el equívoco tratamiento informativo del diario de PRISA no ha sido la excepción, ni mucho menos. También ABCEl MundoLa GacetaLa RazónPúblicodieron un enfoque similar a la noticia, renunciando a ofrecer a sus lectores un enfoque integral de la situación fiscal que enfrenta realmente Mitt Romney. De esta forma, el discurso intervencionista de los demócratas estadounidenses se “cuela” en las páginas de los diarios internacionales y nadie parece percatarse de que algo no cuadra…

Vale la pena señalar, por cierto, que Mitt Romney entrega el 16% de sus ingresos a iniciativas filantrópicas o de caridad, un porcentaje muy superior al 1% que gasta Obama, siempre tan amigo de apelar a la “solidaridad” para justificar sus subidas de impuestos. Curiosamente, esta información no ha ocupado los mismos titulares que sí tuvieron los textos que acusaban a Romney de “pagar pocos impuestos”.

Analizado este primer punto, quiero hacer referencia al segundo asunto con el que muchos analistas descalifican a Mitt Romney: su carrera como empresario del fondo de inversión Bain Capital, especializado en operaciones de reestructuración y de “capital riesgo”. Estos ataques parecen sacados de la sala de argumentos electorales de la campaña de Barack Obama, pero en realidad proceden de varios adversarios republicanos como Newt Gingrich, que aún sigue en campaña, o Rick Perry, que ya ha tirado la toalla y ha vuelto a concentrarse en su cargo de gobernador de Texas.

Así, si bien es cierto que los republicanos abandonaron hace mucho tiempo la defensa férrea del laissez-faire, también es cierto que el tono de los ataques que está sufriendo Romney desde sus propias filas parece inspirado en las trincheras más anti-capitalistas del Partido Demócrata.

Lo más triste de esta campaña de linchamiento contra Romney es que evidencia la tremenda ignorancia de candidatos como Newt Gingrich sobre la economía de mercado. En sus palabras, el mundo de los fondos de inversión y del capital riesgo vendría siendo una forma de “saquear compañías legalmente”.

Esta interpretación ignora el papel fundamental de compañías como Bain Capital a la hora de catalizar el necesario proceso de ajuste que exige toda economía de mercado. La mejor explicación sobre este proceso la firmó Joseph Schumpeter en los años 40, con sus escritos sobre la “destrucción creativa”, pero un simple vistazo a la realidad cotidiana nos permite entender el concepto mucho mejor. Consideremos, pues, esta pequeña historia:

En una de esas antiguas corralas madrileñas estaban los operarios de la compañía del gas instalando las tuberías para empezar a ofrecer su servicio, cuando una de las vecinas sacó la cabeza por la ventana y gritó “¡sinvergüenzas, estáis dejando sin trabajo al butanero!” a lo que uno de los operarios contestó: “Sí señora, como él hizo con el carbonero”

Este ejemplo cotidiano evidencia que la economía necesita mantener un continuo movimiento hacia la eficiencia para seguir produciendo bienestar y riqueza. Este proceso afecta al empleo, y por lo tanto puede generar más desempleo a corto plazo, pero también supone cambios en la tecnología, los procesos de funcionamiento… Así, compañías como Bain Capital ayudan a financiar reconversiones industriales, del mismo modo que también aportan capital para sacar adelante nuevos proyectos empresariales. La firma opera mediante la toma de participaciones temporales en el capital de compañías que, por uno u otro motivo, necesitan una inyección financiera y/o una reestructuración interna para sacar adelante su negocio.

Existen, por lo tanto, muchas formas de desarrollar el capital riesgo. A veces, se trata de “capital semilla”, que abraza un proyecto empresarial en ciernes. En otros casos, se trata de operaciones con empresas maduras que enfrentan una situación compleja. Durante su paso por Bain Capital, Mitt Romney ayudó a completar la reconversión de firmas tan importantes como Domino’s Pizza, contribuyendo de esta forma a mantener en pie numerosas compañías que pasaban por momentos muy difíciles.

De hecho, según un informe publicado por el Wall Street Journal, solamente el 12% de las empresas en las que intervino Mitt Romney acabó echando el cierre en los cinco años posteriores a la operación. Así, el ahora candidato a la Presidencia de EEUU contribuyó a salvar miles de empleos, además de conseguir importantes beneficios para sus inversores. No en vano, Bain Capital pasó de manejar $37 millones de dólares a mediados de los 80 a gestionar más de $500 millones de dólares diez años después.

Por lo tanto, por mucho que algunas operaciones en las que Romney estaba involucrado sí supusieron ciertas reducciones de plantilla, no es menos cierto que este proceso permitió la supervivencia de cientos de puestos de trabajo. No cabe, pues, argumentar que Romney “saqueaba” empresas, pues su bagaje al frente de Bain Capital demuestra que, ante todo, las salvaba de la quiebra y las colocaba de nuevo en la buena dirección.

Ni quienes se indignan porque “paga pocos impuestos” ni quienes critican su papel como dirigente de un fondo de inversión parecen capaces de emitir una valoración ecuánime de la realidad. Por eso, por mucho que Mitt Romney esté lejos de ser un buen candidato, las dos grandes líneas críticas contra su figura parecen cada vez más injustificadas, equivocadas y desafortunadas.

La conversación sigue en Twitter: #LET (Liberales en Twitter).

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