En el año 2008, después de una abrumadora victoria del Partido Socialista en las Elecciones Generales, la Presidenta de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre, pronunció un recordado discurso en el que pidió al Partido Popular que reflexionase sobre la necesidad de volver a abrazar de forma clara los principios del liberalismo.
Aquella petición no debería haber supuesto ninguna polémica, teniendo en cuenta que meses atrás, el Partido Popular se había definido en su programa electoral como una formación política que “asume la tradición del liberalismo español, surgida de la Constitución de Cádiz”. Sin embargo, las palabras de Esperanza Aguirre, lejos de ser bien recibidas, generaron incomodidad y hasta rechazo entre numerosos altos cargos del Partido Popular. Quizá por eso, el XVI Congreso Nacional de la formación política se interpretó ampliamente como un cónclave marcado por la ausencia de debate interno. Comenzó así la era de los LIBOs, los liberales “de boquilla” que “asumen la tradición del liberalismo español” para escribir manifiestos políticos… pero, a la hora de gobernar, suelen identificarse más con la tradición del intervencionismo y el estatismo español.
Un buen ejemplo de lo que constituye un LIBO lo tenemos en el ya ex Alcalde de Madrid, Alberto Ruiz Gallardón, cuya gestión al frente de la capital de España ha dejado un monumental imperio de deuda como principal herencia. Gallardón, que ha sido premiado por Mariano Rajoy con la dirección de un Ministerio que ni siquiera debería existir, lleva años subiendo los impuestos y las tasas municipales, consolidando una gestión tan intervencionista que, en las elecciones regionales y locales de 2011, unos 42,000 votantes que sí confiaron en Esperanza Aguirre prefirieron darle la espalda a Gallardón.
Hay muchos otros LIBOs sueltos por el Partido Popular. Uno de ellos es su máximo dirigente y actual Presidente del Gobierno de España: Mariano Rajoy. El nuevo mandatario garantizó en septiembre de este mismo año que no subiría los impuestos, y afirmó anteriormente que hacer lo propio se traduciría en “más paro y más recesión”. Ahora, Rajoy ha cerrado su primer consejo de ministros con una auténtica colección de despropósitos anti-liberales, incluyendo subidas de impuestos por valor de 6,000 millones de euros o la puesta en marcha de la polémica “Ley Sinde”. ¡Y apenas están empezando!
Por el bien del España, esperemos que quienes sí defienden un Estado más limitado y un mercado menos regulado se abran paso frente a los LIBOs y, por supuesto, frente a los socialistas de toda la vida.