Verán ustedes como esto lo termina solucionando por la vía rápida: subiendo los impuestos. Pero no a los más ricos, como prometió en su campaña electoral, sino a las clases medias.

A decir de Sarkozy, si los accionistas se reparten beneficios, justo es que también los empleados participen en ellos. Un concepto aleatorio de justicia, pues el francés no prevé reducir los salarios en aquellas empresas que estén en pérdidas.

No se plantea la posibilidad de que si los poderes del monopolio de la violencia (que eso es el Estado) fueran muy limitados, tal vez nadie se molestaría en intentar capturarlos.

El senador Paul Rand tiene un programa que equilibraría los presupuestos en cinco años. Es un plan mejor: "Los presupuestos de Obama añaden 11 billones de deuda", me decía Paul.

El socialismo real ha muerto, aunque se siga resistiendo en Cuba, y la socialdemocracia está a punto de desnucarse en la mayor debacle económica desde la II Guerra Mundial.

España tiene la posibilidad de escapar a la suerte de la periferia europea pero sólo si sigue avanzando por un largo, estrecho y penoso camino de reformas.

En suma, suspiran por un nuevo mayo del 68, ése en el que no estuvieron y que los jóvenes de hoy han de protagonizar por ellos.