Las bandas musicales son una tradición muy arraigada en tierras valencianas, como es bien sabido. Las subvenciones públicas con las cuales se mantienen estas agrupaciones son, en cambio, un invento algo más moderno, que con la aparición de las comunidades autónomas han adquirido un carácter universal.
Valencia es la comunidad autónoma que encabeza la clasificación del desastre financiero autonómico, con una deuda que supone el 17,4 por ciento del Producto Interior Bruto regional, superior en dos décimas a la aparentemente inalcanzable Cataluña tras la gestión del Tripartito.
Tan penosa circunstancia, sin embargo, no resulta un inconveniente para el ejecutivo del Partido Popular valenciano, que se acaba de pulir casi cinco millones de euros en algo tan aparentemente poco significativo como la financiación de las escuelas de música municipales y otras más dependientes de entidades privadas, por supuesto sin ánimo de lucro.
Los esfuerzos para salir de la crisis económica que asegura estar llevando a cabo el flamante presidente de la Generalidad Valenciana, son al parecer compatibles con el reparto de subvenciones para asuntos aparentemente suntuarios como el descrito. Salvo que la interpretación de piezas como "Paquito El Chocolatero" sea considerada por el gobierno valenciano como una pieza fundamental para iniciar la senda de la recuperación económica, que todo podría ser.